La revelación de la ira divina
Romanos 1:18
Curiosamente, la Biblia habla más de la ira divina que del amor de Dios. No es un sermón favorito de algunos predicadores, aunque es parte del carácter de Dios. Los temas más predicados son los del amor, misericordia, fidelidad, o perdón de Dios. La justicia, la ira, la soberanía y la santidad de Dios son temas considerados ofensivos, porque no cabe en la mente del hombre la idea de un Dios airado.
Pero este atributo es tan importante, como los demás, porque todos están equilibrados perfectamente en Dios. Todos son iguales, y todos son necesarios, y la ira de Dios es uno de ellos. Si Dios no se enojara, no sería Dios. ¿Qué significa esto? Que Dios es perfecto en amor, pero también es perfecto en su ira. Textos como el Salmos 2:4-5; 106:40 y Nahún 1:2-3 lo confirman.
Pero ¿cuál es la diferencia entre la ira de Dios y la del hombre? Que la ira del hombre no es perfecta, sino más bien originada por el pecado; mientras que la ira de Dios es santa. Por otro lado, en la ira del hombre no obra la justicia de Dios, pero en la ira divina se cumple perfectamente su justicia. Pero también, respeto a su ira, la Biblia dice que Él es lento para la ira (pero no sin ira), y grande en misericordia. ¿Qué tal usted? ¿Es usted lento para la ira?
Cuando Dios le pidió a Moisés subir al monte del Sinaí para renovar el pacto, después de haber quebrado las primeras tablas, y al llevar las nuevas para ser escritas, el Señor ese día proclamó su nombre como lento para la ira y grande en misericordia (Éxodo 34:5-7). Nuestro punto de vista de la ira de Dios es que es lenta, santa y revelada, ese es nuestro tema.
Este texto revela la naturaleza de la ira divina
“Porque la ira de Dios…”. Para algunos este texto pareciera no encajar en un capítulo donde se habla primero del poder del evangelio y luego que el “justo vivirá por la fe” (v. 16-17). Sin embargo, el evangelio estaría incompleto si no se hablara de la ira de Dios. Por lo general, cuando hablamos con alguien del evangelio utilizamos los primeros versos, pero casi nunca usamos Romanos 1:18. No le hablamos a la gente de la ira de Dios como santa y divina.
¿Cuál es la diferencia entre la naturaleza de la ira divina y la nuestra? La ira de Dios es perfecta, más la nuestra responde a alguna ofenda. Nuestra ira está llena de maldad, mas no podemos pensar que la ira de Dios sea igual a la nuestra. El odio del hombre es hacia otro hombre, sobre todo cuando ve alguna injusticia hecha. En el caso de Dios, la única cosa odiada por Él es el pecado.
Así como su amor es puro (Juan 3:16), también su ira es pura (Juan 3:36). Su ira es tan perfecta como su santidad. Dios no podrá ser santo si él no reaccionara a la maldad. Habacuc dice que Él es “muy limpio de ojo para ver el mal” (Habacuc 1:13). Dios está enojado contra el pecado, por lo tanto, está enojado con quien está cometiendo pecado (Salmo 2:12).
En la medida que nos vamos pareciendo a Dios deberíamos también sentir enojo contra el pecado. Un ejemplo de la ira santa de Dios lo manifestó Cristo cuando al entrar a Jerusalén, su primera acción fue la de limpiar el templo. Según la cronología respecto a sus últimos días, antes de ir a la cruz, aquel
acto fue su primera aparición en público. A propósito, ¿no es extraño comenzar un ministerio haciendo lo que Jesús hizo? Nuestras predicaciones no siempre comenzarían limpiando el templo.
Este texto revela el tiempo de la ira divina
“Porque la ira de Dios se revela”. La palabra “apocalipsis” significa revelación. Esto quiere decir que la ira de Dios nunca estuvo escondida, u oculta. La ira de Dios está constantemente revelada. Ha sido visible a toda la humanidad desde la misma creación. Bien podemos decir que la ira de Dios se ha hecho presente desde el cielo mismo cuando expulsó a Satanás al no tolerar su rebelión junto con los demás ángeles.
¿Se imagina cómo debió ser la ira de Dios al ver a una de sus más hermosas criaturas rebelándose contra Él? Pero ahora veamos el huerto del Edén. Dios hizo en ese lugar a un ser llamado hombre, la “corona de su creación”. En Génesis 2, Adán vio la revelación del atributo del amor y gloria de Dios muy cercanos. Sin embargo, allí mismo también vio el atributo de su ira cuando el hombre al pecar fue echado del paraíso.
El resultado de esa ira fue la maldición de la tierra. Pero Su ira no se detuvo allí. Dios siguió airado contra el pecado al ver la maldad de los hombres tan continua (Génesis 6), decidiendo acabar con esa humanidad pecadora. Su ira después siguió cuando los hombres le desafiaron construyendo la torre de Babel (Génesis 11), luego en la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra (Génesis 19) , también fue vista con las 10 plagas de Egipto (Éxodo 8-12), en el monte Sinaí (Éxodo 32-33), durante el tiempo de Israel en el desierto (Números 32:13), hasta llegar a la cruz, donde se dio la cumbre de su enojo.
De esta manera, fue la muerte de su propio Hijo lo único que la aplicó su ira contra el pecado. Y mientras Cristo regresa otra vez, la ira santa de Dios está siendo retenida, y aunque Él sigue viendo la maldad, y deja prosperar a los hombres en sus pecados, la copa de su ira está siendo llenada. En Apocalipsis 16:1-21 tenemos el derramamiento de las “siete copas de la ira de Dios”. Ese va a ser el acto final de la revelación de la ira de Dios. Que Dios nos libre de su ira santa.
Este texto revela de donde sale la ira divina
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo…”. Este es el lugar de donde viene la ira, su origen, su fuente. Es una ira que viene del cielo, porque el cielo establece el orden moral, y es de ese trono donde se desprende Su ira. Por cierto, hay un trono de gracia, pero también hay un trono de su ira.
Uno de los atributos incomunicables de Dios es su omnipresencia, y esto le permite estar en todas partes. Pero este texto nos habla del lugar desde donde Dios contempla lo que pasa en la tierra. Esto muestra cuán envuelto está Dios en las cosas de este mundo, y desde allí manifiesta su desagrado con el hombre con lo que hace con su vida. Fue del cielo de donde Dios envió a un salvador, y con esto cumplió la justicia del cual también hemos hablado. Ahora el texto habla del lugar desde donde su ira es revelada. Vamos a verlo de esta manera.
Dios nos ha dejado sus leyes morales, y cuando los hombres no viven bajo ellas recibirán sus consecuencias. Tome en cuenta, por ejemplo, las leyes dejadas para vivir una vida ordenada, sana y de bienestar. Todas las leyes impuestas, sean para mi salud, mis relaciones, el tránsito, o las leyes para preservar el mundo mismo, han sido dejadas para que a los buenos les vaya bien y a los malos le vaya mal. ¿Por qué existen las cárceles? Porque alguien ha hecho lo malo y debe ser castigado. Pero esas leyes morales son apenas una sombra de una realidad mayor.
Dios ha creado el infierno, no para el hombre, sino para Satanás; sin embargo, si el hombre rechaza su amor revelado en Cristo, al final se encontrará con la total ira de Dios revelada del cielo, con la que castigará a los enemigos de la cruz: Satanás, el pecado y la muerte. ¿Qué les espera a los hombres si rechazan la cruz? Ser enviados al lago de fuego y azufre, donde será el “lloro y el crujir de dientes”. Es la ira revela.
Este texto revela la causa de la ira divina
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia…”. ¿Qué es la impiedad? La impiedad no es necesariamente ateísmo declarado, la creencia de que Dios no existe. La impiedad es lo contrario a la piedad. La impiedad es el desenfreno de la carne como si Dios no existiera. Los hombres impíos no niegan que haya un Dios, pero tampoco lo toman en cuenta. Al ser impíos, toda su vida y sus obras impías provocan la ira divina. ¿Qué tipo de ira es esta?
Es una ira contra el pecado. Esto no es una furia irracional, como hacen los hombres cuando cometen hechos penosos. Dios está enojado contra la impiedad, porque los hombres no están relacionados con Él de una manera correcta. ¿Por qué actuamos tan egoístamente? ¿Por qué nos hacemos daño los unos a los otros, alejando de nosotros la bondad y el amor?
Los hombres impíos e injustos ignoran a Dios y actúan como si Él nunca hubiera de tomar en cuenta su pecado. Fue Judas, el medio hermano de Jesús, quien hablando de estos hombres descritos por Pablo en una profecía dada por Enoc acerca de la venida del Señor y su juicio contra el impío, dijo: Cristo vendrá con sus millares “para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 15).
En un solo texto Judas habla cuatro veces de la palabra impía en el contexto del juicio venidero. Pablo pone a la impiedad y a la injusticia en el mismo orden de maldad. La ira de Dios se revela contra estas dos manifestaciones de la maldad.
Este texto revela los causantes de la ira divina
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Según esto, los hombres impíos e injustos tienen conocimiento de la verdad, y esto hará que la condenación sea mayor. El poder del evangelio obrando en el corazón del hombre es una verdad liberada.
Cuando esto ocurre hay salvación “al judío primeramente y también al griego”. Pero los hombres que constantemente están tratando de suprimir la verdad, por su pecado, se condenan a sí mismos y condenan a otros. ¿Qué pasa con esos hombres? Que el pecado está tan arraigado en sus corazones que atacan la verdad. Considere, por ejemplo, la desviación del cual Pablo habla en este mismo texto: “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén” v. 25.
La verdad está allí, como una luz para todos los hombres, pero ella es suprimida, detenida. Observe cómo aquellos quienes dicen tener la “verdad” aprueban leyes humanas para justificar sus acciones, y pasan por alto la verdad de Dios. El pecado siempre atacará la verdad, porque si ella es neutralizada, los hombres impíos habrán “triunfado”. La Biblia dice que estos hombres aman más las tinieblas que la luz, porque sus obras son malas.
Los necios dicen que no hay Dios, en consecuencia, aborrecen la verdad, y viven vidas corrompidas (Salmo 14:1). La gente que retiene la verdad no quiere a Dios, porque deben rendirle cuentas. Para ellos es mejor crear su propio dios quien pueda tolerar su pecado, y de esa manera, el necio evita la disciplina de Dios. Los hombres evitan la verdad de Dios, porque ella trae a la luz sus obras. Estos hombres tienen conocimiento de la ley moral para preservarlos del infierno.
Conclusión
El diccionario define a la ira como “la respuesta emocional a la percepción del mal y la injusticia,” traduciéndose como “enojo,” “indignación,” “cólera,” o “irritación.” Y esta definición se aplica tanto a los humanos como a Dios, por lo tanto si existe la ira divina. Sin embargo, hay una gran diferencia entre la ira de Dios y la ira del hombre.
Cuando nos referimos a la ira de Dios ella siempre será santa y justificada; mientras que la del hombre nunca será santa, y no siempre es justificada. La ira divina, de acuerdo con este texto es una ira divina, por lo tanto, es una ira justa al momento de ser aplicada. Es una ira revelada constantemente. Es una ira proveniente desde el mismo cielo, del trono donde se dictan las sentencias.
Es una ira contra el pecado y su depravación (impiedad e injusticia). Nada puede definir mejor al pecado que estas dos palabras. La ira justa y santa de Dios tendrá su revelación final con la venida de Cristo. Ningún pasaje la describe mejor como 2 Tesalonicenses 1:6-10. Aquel será el día cuando los hombres verán el juicio de su ira y la misericordia de su justicia.
Algunos irán al castigo eterno y otros a la gloria eterna. El infierno es el cumplimiento total de la ira de Dios, mientras que el cielo es el regalo de su más grande promesa.
Estudios de la serie: Atributos Divinos
1: Santo, Santo, Santo2: La permanente fidelidad de Dios
3: El amor más grande
4: Por Su misericordia
5: La Justicia de Dios
6: La revelación de la ira divina
7: El rostro de la gracia
8: Sino que es paciente
9: La soberania de Dios
10: La eximia Gloria de Dios
Que enseñanzas tan edificativas Gloria a Dios .