Del escritorio de Julio Ruíz

La fe inquebrantable de Jocabed (Éxodo 2)

Continuando su serie «Virtudes y Debilidades de los Héroes de la Fe», el pastor Julio Ruiz profundiza la fe de Jocabed. Basándose en Éxodo 1:15-2:1-10 y Hebreos 11:23, este estudio revela cómo la valiente madre de Moisés desafió el decreto del faraón, demostrando una confianza inquebrantable en Dios. Jocabed, a través de su ingenio y fe, no solo protegió a su hijo de la muerte, sino que también lo posicionó para ser un liberador de Israel. Este relato no solo resalta la fortaleza de una madre sino que también nos muestra cómo la fe en acción puede traer la salvación y el cambio.

Una de las cosas que nos llaman la atención cuando hablamos de las madres son los elogios y los reconocimientos hechos a sus hijos, mientras ellas permanecen en el anonimato. En muchas madres se cumple lo dicho por Juan el Bautista acerca de Jesús: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengue”. Porque el mayor gozo de una madre es ver a su hijo salir adelante, aunque ella sacrifique su vida como el caso de Jocabed, el tema de hoy.  

Moisés es uno de los hombres más grandes que Dios jamás haya creado, y al comparar las veces que la Biblia habla de él y de su madre, la diferencia es simplemente notoria. Se le menciona en 261 versículos en Éxodo, 80 versículos en Levítico, 216 versículos en Números, 35 versículos en Deuteronomio, 51 versículos en Josué y 47 versículos en los otros libros históricos. El libro de los salmos y los profetas también se refieren a él. Se le menciona en 37 versículos en los Evangelios, 19 versículos en Hechos y 22 versículos en las Epístolas. Y al final de la Biblia se habla del “cántico de Moisés y el Cordero” (Apocalipsis 15:3-4). En resumen, a Moisés se le menciona 784 versículos en la Biblia.

Pero ¿sabe usted cuántas veces se menciona el nombre de su madre? ¡Sorpréndase! Solamente dos veces en Éxodo 6:20 y Número 26:59. Así, pues, la mano que escondió y entretejió el arca para salvar a su tercer hijo, y  a la vez salvarlo de la mano del Faraón, demostró una “fe inderrotable” con repercusiones impensables, cuando trajo al mundo al salvador  de unos 2 millones de personas. Entonces, ¿qué hace a una madre con una fe inderrotable y cuáles son los resultados de esa fe?

Una fe que desafía la prueba del momento  

He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros

Éxodo 1:9. Uno de los principios revelados en la historia de Jocabed e Israel en la esclavitud de Egipto es que nunca habrá un buen momento para vivir si realmente amamos a Dios. Las pruebas nos acompañarán siempre. El evangelio de la prosperidad, y el que ofrece a las personas una vida libre de conflictos y problemas, no es bíblico. Hay una lucha permanente desde la rebelión celestial con Satanás, y la lucha terrenal cuando Adán y Eva se rebelaron.

La lucha entre las dos simientes ha seguido, y eso es lo que vemos en esta historia de esta mujer y el nacimiento de Moisés. A Jocabed le tocó dar a luz a su tercer hijo en uno de los peores momentos del hogar, teniendo a Anram por padre y a Mirian y Aarón como los otros hijos. En Génesis 15:13 Dios le dijo a Abraham que su pueblo duraría 400 años esclavizado en Egipto, y como ya la nación para ese momento había crecido tanto, se les presentó un problema serio a los egipcios; ahora, los que por tantos años fueron sus esclavos, se convertirán en sus enemigos, y ese peligro había que pararlo.

Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo…

Éxodo 1:16. La amenaza creció grandemente entre las autoridades egipcias. Lo que hacían para detener el crecimiento no funcionó, porque el texto dice que mientras “más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel” v. 12. Frente a esto, la decisión del Faraón no pudo ser más cruel e inhumana: matar a todo niño varón y dejar vivas a las niñas.

Siempre ha habido una mano siniestra que ha querido destruir desde el principio a los niños y con ello al pueblo de Dios. La matanza de los infantes cuando nació Jesús explica eso. ¿Puede imaginarse algo peor que matar a un bebé? Una estadística revela que todos los años se producen por lo menos 25 millones de abortos peligrosos por año, y la mayoría de los tales son provocados. Piense en esto. Si ya es una crueldad un aborto provocado, imagínese matar a un bebé recién nacido. Pero en esta historia hubo una fe que desafió la orden del rey (18-20) y Dios prosperó la valentía y el desafío de Jocabed, la madre de Moisés. Con Jocabed vemos a Dios permitiendo situaciones inexplicables en la vida, pero sin dejar de cumplir su plan trazado.

Una fe guiada por la providencia divina

… y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses

Éxodo 2:2. Mis hermanos, si algo debe ser comentado en esta historia es que Moisés no nació en el mejor momento. Anram su padre debió sentirse muy preocupado cuando Jocabed le dio la noticia que estaba embarazada. En ese tiempo no había manera de saber el sexo, así que la expectativa de la llegada del bebé debió ser grande, y así fue. La partera sacó a la criatura, y al verlo debió pensar lo mismo que sus padres, y preguntarse “¿un varón?”.

La noticia del nacimiento de Moisés seguramente trajo muchos momentos de angustia por la orden del malvado rey, pero la fe de estos padres, y en especial la de la madre, se activó y fue frente a la visita de los soldados, los que estarían arrebatando los bebés a sus madres, pero es en medio del dolor de ellas que Jocabeb por fe (Hebreos 11:23) escondió al suyo.

¿Por qué lo escondió y cómo lo escondió? son preguntas que surgen. Y aquí comienza a verse la fe guiada por la providencia divina. No es el Faraón el que está moviendo los hilos de aquella historia. Dios sigue su plan y ahora es cuando lo va a ejecutar en su totalidad.  Ciertamente Moisés iba a ser puesto sobre las aguas, pero no lanzado a las aguas. Allí está la providencia divina.

Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería

Éxodo 2:4. Todos los detalles que rodearon el nacimiento de Moisés, y la actuación hecha en la familia de esconderlo por tres meses y ponerlo en el rico en una arquilla, hasta llegar donde estaba la hija del faraón, fue planeado por Dios. Y la manera cómo se dan los hechos en esta historia nos revela también a una familia que conocía muy bien los movimientos dados en el palacio, especialmente la hora cuando la princesa venía para tomar el baño.

Eso no fue casualidad. Observe cómo Mirian, la hermana mayor de Moisés, tenía todo preparado. Primero puso el arca donde iba un bebé llorando y   se aseguró de su recorrido. Cuando vio que las doncellas la encontraron, y se la llevaron a la hija de Faraón, siguió su plan, y mire lo que hizo según el v. 7. Pero ¿hasta dónde llegaba la providencia de Dios en todo esto? La hija del Faraón no sabía quién era la madre del niño que lloraba, y ante la decisión de quedarse con él, y preguntar por alguien para cuidarlo, Mirian se adelantó y fue a buscar a una madre hebrea, y ¿a quién le trajo para ser la nodriza? ¡A su mamá! ¿Estaba o no Dios detrás de todo esto? Una madre piadosa hace todo por su hijo, pero lo demás lo hace Dios.

La promesa de la futura liberación.

La pregunta que pronto surge en este relato es ¿por qué esta familia ocultó por tres meses a Moisés? ¿Porque era hermoso? ¿Y acaso los otros niños no lo eran también? Entonces ¿qué movió a estos padres, y en especial a Jocabed a esconder a su hijo por tres meses? ¿Sabía Jocabed que la promesa de los 400 años de esclavitud de Israel y su próxima liberación había llegado? ¿Llevaría ella esa cuenta?  En efecto, esta madre sabía que los hijos de Israel nunca podrían perecer, porque eso sería negar la promesa misma que Dios le había dado a su padre Abraham (Génesis 12:3). Jocabed sabía también de estos momentos aciagos que Israel está viviendo, porque fue dicho a Abraham previamente por Dios (Génesis 15:13-14).  

Por lo tanto, no fue difícil para Amram y Jocabed sumar los años de la estancia de Israel en Egipto, y ver que el tiempo de liberación que Dios había prometido ya casi había llegado. Dios debió imprimir en el corazón de esta madre la convicción de que su propio hijo, Moisés, debería ser aquel a quien Dios usaría para lograr la liberación prometida. El relato de Hebreos 11 acerca de la posterior fe de Moisés confirmó por qué los padres de Moisés no le “temieron el decreto del rey” v. 23b.

Una fe recompensada por sus obras

Y teniendo compasión de él, dijo: » De los niños de los hebreos es este

Exodo 2:6. Este texto es sorprendente y revelador en esta historia rodeada de esta fe indestructible. La intención de Jocabed y de su hija María era esa, que la canastilla llegará hasta la princesa, y ella pudiera ver y adoptar al próximo salvador de Israel. Y en efecto esto fue lo que sucedió. El llanto del bebé conmovió las entrañas de la princesa y a partir de allí ella lo salvó de las aguas, y después con la crianza de su propia madre hasta los 12 años, donde seguramente hizo su   mayor inversión de amor, sacrificio y el beneficio de pasarle a Moisés todos los valores judíos, fue llevado al palacio para convertirse en príncipe y en el futuro heredero del trono egipcio.

Cuando esta princesa hizo eso, no se imaginó el cambio revolucionario que estaba trayendo a su propio palacio. Moisés no solo sería salvado, sino que iba a ser criado con los fondos del palacio, el cual un día sería destruido por el bebé hecho hombre. Cuando ya era hombre, Dios lo usaría para traer las 10  plagas que destruirían a la nación que le vio crecer.  ¿Recompensa Dios la fe de aquellos que le aman? ¿Bendice Dios la fe de una madre que le ama? En el mismo Hebreos 11:6 leemos esto: “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Una madre piadosa que se acerca a Dios hará siempre la diferencia en su hijo. Dios va a dirigir siempre esas manos.

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón

Hebreos 11:24. Moisés fue educado en las mejores escuelas egipcias, esto lo llevó a ser un hombre instruido en toda la sabiduría de esa gran nación hasta llegar a ser “poderoso en hechos y palabras” (Hechos 7:22). Moisés debió ser el orgullo de la madre adoptiva y del Faraón. Sin embargo, al recordar las enseñanzas de su madre Jocabed, decidió no ser más parte del palacio ni hijo de la reina. Aquel fue el momento usado por Dios para recompensar la fe de su madre.

No sabemos la conexión de Moisés con su madre verdadera, o si todavía vivía cuando él se hizo grande, pero Moisés debió saber de la misión que le espera a partir de allí. Su preparación académica, militar y hombre del reino, lo estaba promoviendo para el momento cuando debería salir de ese lugar. Jocabed debió permanecer bajo la sombra, mientras su hijo estaba siendo educado y preparado para cuando le tocara su tiempo de manifestarse, cumpliendo Dios su promesa de la libertad de Israel. Yo quiero pensar que Dios le permitió a Jocabed ver a Moisés hasta siendo grande.

Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible

Exodo 2:27. Detrás del hombre más grande que vio Israel estuvo una madre, quien tuvo la valentía de parirlo, esconderlo, ponerlo en una barquilla y después darle las primeras lecciones de la vida. Es verdad que Moisés se educó en lo mejor de las universidades egipcias, pero antes había pasado por la universidad del hogar con su madre. Finalmente, Moisés fue llamado por Dios para liberar a su pueblo.

Llegó al palacio del Faraón, el lugar que tanto conocía, y desde ese lugar comenzó a exigirle al Faraón la liberación de Israel. Y después de traer 10 plagas como parte del poder de Dios, Israel salió de Egipto con las manos llenas, dejando a Egipto sumido en una total devastación y calamidad. Fue el hombre que estuvo con Dios cara a cara en el Sinaí, y a quien se le dio la ley para formar a la nación. Estuvo con su pueblo como su líder por 40 años, y aunque no se le permitió entrar a la tierra prometida, llevó a Israel hasta el umbral de la promesa.

Fue muerto con el beso de Dios y hasta ahora no se sabe dónde está su cadáver, sin embargo, apareció con Jesucristo y Elías en el monte de la transfiguración (Mateo 17:1-8). Moisés escribió el primer Salmo de las Escrituras (Salmos 90). Moisés fue de los grandes héroes de la fe y uno de los líderes más consumados que este mundo haya conocido. Sin embargo, el crédito de toda la vida de Moisés debe dársele a su madre Jocabed. Si Moisés fue grande, más grande fue la madre que lo parió.

La fe inquebrantable de Jocabed

El nombre Jocabed significa “honra o gloria de Dios”, y si alguien trajo gloria al nombre de Dios fue esta madre. Jocabed no solo fue madre de uno de los hombres más grandes de la historia de Israel y del mundo, el libertador, sino que además fue la madre del primer y gran sumo sacerdote, Aaron, por designación divina también.

Pero no solo fue madre de estos dos grandes hombres, sino que también fue madre de Mirian o María, quien fue profetiza, poeta y cantante.  O sea, Jocabed fue la madre del primer equipo “ministerial” que se conozca: Moisés como predicador, Aaron como sacerdote y María la cantante, y todos ellos dirigieron al pueblo de Israel desde la salida de Egipto hasta los límites de la tierra prometida.

Jocabed no sabía que al final de la historia, todos los redimidos cantarán el cántico de Moisés y del Cordero, según (Apocalipsis 15:3-4). Mis amadas madres no claudiquen ni se sientan derrotadas con sus hijos. Mantengan una “fe inderrotable” al levantar a sus hijos, y dejen lo demás a Dios.


Otros artículos de la serie «Virtudes y Debilidades de los Héroes de la Fe»

1: El pecado del santo Abraham
2: El precio de la obediencia - Génesis 22:1-14
3: La fe insumergible - El caso de Noé
4: La fe inquebrantable de Jocabed
5: La fe de Enoc, el que camina con Dios

Julio Ruiz

Venezolano. Licenciado en Teología. Fue tres veces presidente de la Convención Bautista en Venezuela y fue profesor del Seminario Teológico Bautista de Venezuela. Ha pastoreado diversas iglesias en Venezuela, Canadá y Estados Unidos. Actualmente pastorea la Iglesia Ambiente de Gracia en Fairfax, Virginia.
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