Del escritorio de Julio Ruíz

El pecado del santo Abraham

El pecado del santo Abraham

¿Sabías que Abraham no siempre fue un hombre de fe? Al igual que tú y yo, Abraham experimentó fracasos en la fe. Leamos Génesis 12:10-20

Es posible pasar de ser en un momento un héroe de esa fe, considerado como uno de los más grandes, pero luego verlo sucumbir ante una situación inesperada. Con Abraham podemos ver cuán rápido se puede pasar de una persona de fe a una persona con un fracaso.

Fue cierto para Abraham y también lo es para nosotros La osadía de su confianza en Dios hasta el punto de no negarle a su hijo para ser sacrificado nos habla de un hombre para quien una falta contra su Dios parecería imposible. Sin embargo, en el mismo capítulo donde Abraham sale de su tierra, respondiendo al llamado divino, pronto le vemos una “costura” en su vestido, porque cuando enfrentó una prueba de su fe, y al pensar en un peligro inminente para salvar su vida, se olvidó de quién era e incurrió en una grave falta haciendo tambalear por un momento la promesa de Dios, y exponerse ante el escarnio de los hombres paganos.  

Por supuesto que nos identificamos con el fracaso de Abraham. Muchas veces hemos fracasado en nuestra vocación respecto a lo que vamos a ser en la vida, fracasamos financieramente, o algún fracaso en una relación sentimental.  Pero el peor fracaso de todos es la falta de fe. ¿Por qué decimos esto? Porque la Biblia afirma en el mismo capítulo de la fe que sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Aprendamos algunas lecciones sobre los fracasos de la fe en la vida de Abraham. Aprendamos cómo los santos también llegan a ser pecadores. Pero, sobre todo, aprendamos a regresar del fracaso cuando hayas experimentado un lapsus en la fe y la obediencia. Veamos cuáles son aquellos pecados cometidos por los santos cuando atraviesan alguna prueba.

El pecado de la desconfianza

El versículo 10 nos dice que hubo un hambre severa en la tierra y Abraham se fue a Egipto. Esto de inmediato nos hace hablar “mal” de Abraham, porque en ese tiempo de prueba su fe le falló. Hablamos muy bien de Abraham anteriormente, y cuando pensamos que este hombre no fallaría en su fe ahora vemos su debilidad desconfiando en las promesas divinas.

Uno habría pensado que cuando Abram llegó a Canaán habría encontrado muchos recursos, pero no fue así, al contrario, Abraham en lugar de ser recibido con un banquete por su investidura como hombre de negocios, fue recibido con una hambruna. Y en esto se cumple la palabra de Dios que la fe no siempre nos lleva primero a tierras de bendiciones, sino de escasez; no de fiestas, sino hambre; no de triunfos, sino de pruebas.

El vivir por fe en Dios no es una garantía de una vida cómoda y tranquila. Aquí vemos que si bien Abraham salió por fe de Ur de los caldeos, no siempre vivió por fe, sino por la vista por la decisión desesperada tomada. Lo último que uno pudiera pensar en este hombre de fe era pecar por la falta de ella en ese momento. Esto nos lleva a preguntarnos sobre nuestra propia condición y aplicación. ¿A dónde acudimos cuando se termina la alegría, el dinero, o las fuerzas? ¿Por qué fracasamos frente a la primera prueba, y ya ni el Señor ni la iglesia son nuestra prioridad?

Aunque Egipto se ve como la salida a mi “hambruna”, eso puede ser desconfiar en la promesa de Aquel que me llevó a la “tierra prometida”. Lo que no proviene de fe es pecado (Romanos 14:23).

El pecado del egoísmo

Observen las palabras de los v. 11, 12.  Abram estaba bien consciente de la mujer que tenía.  No sabemos si Abram antes había admirado la belleza de su esposa, pero cuando pensó irse a Egipto se dio cuenta de quién era realmente Sarai, y cómo esa belleza lo exponía a una muerte segura. Ante esta rápida consideración, seguimos viendo a Abram trazar su propio plan, pero fuera de los planes de Dios. Abram andaba caminando, pero descarriado de la fe.

Está corriendo asustado y ahora está lleno de miedo, y desconfiando del pacto hecho con Dios, como si Él ya no cumplirá su Palabra. ¿Por qué Abram actuó de esta manera tan egoísta? ¿Por qué pensó más en él que en Sarai? ¿Por qué expuso a su mujer ante una situación extremadamente comprometedora?  El egoísmo es uno de los pecados favoritos de los santos. Y en todo esto ponderamos la actitud de Sarai en este plan de su esposo. ¿Qué habría hecho usted como esposa? Y cuando vemos al Faraón reprochando a Abram, porque ella era su esposa, puso en evidencia que los temores de Abram fueron infundados.

O sea, no le iba a pasar nada si desde el principio les decía quién era Sarai. Con lo hecho por Abram, además de lastimar su propio orgullo, estaba exponiendo a su esposa a ser parte del harén de las mujeres del faraón. Por otro lado, Abram anda con toda su familia. Andaba con los que más amaba y estaba exponiéndolos por su egoísmo.  Con esta arriesgada acción, Abram puso más su confianza en las riquezas y provisión de los egipcios en lugar de Dios.

El pecado de la mentira

El versículo 13 nos muestra una marcada fisura en el carácter de Abraham. Aquí nos encontramos con lo que podríamos llamar “una verdad a media” o una “mentira, media verdad”, porque Sarai era también su hermana. Abraham cometió dos veces el mismo pecado, porque después de haberle dicho al faraón que su esposa era su hermana, volvió a hacer lo mismo cuando se mudó a Gerar después de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 20:12).  El pecado de la mentira no surge solo, más bien es el resultado de algo planificado, que se convierte después en acción.

Abram de alguna manera pensó en la “ventaja” de saber que por cuando su esposa también era su hermana, esa situación le podía sacar provecho en algún momento. El haber mentido dos veces con dos reyes importantes de aquellas tierras prueba este lado oscuro de este santo de Dios. Esto significó que Abram convirtió a Sarai en cómplice de su mentira y su falta de fe. Le preocupaba que cuando los egipcios vieran a su bella esposa lo matarían para poder llevársela; y eso no era raro en aquellos días. De hecho, en ambos casos Sara fue llevada al harén de esos monarcas, pero en ambos casos Dios la preservó.

La mentira de Abram la condujo a ser tomada como otra mujer más. Por mentir en esta situación de peligro, Abraham expuso a su esposa a truncar la promesa que ella sería madre de muchos hijos, pero Dios no lo permitió. El asunto es que la mentira tiene “patas cortas” y tarde o temprano será descubierta. Es mejor vivir y  decir siempre la verdad.  

El pecado de la conveniencia

Observe lo que dice el texto de los versículos 14 y 15.  Para que esos hombres vieran a Sarai tan hermosa ella debió entrar con su cara descubierta, y no sabemos si hasta con algún maquillaje especial, y alguna vestimenta que llamó la atención de todos. Abram presumió a su mujer, y se ha pensado que Abram se puso de acuerdo con Sarai para que a través de su belleza pudiera conseguir los dotes del faraón.

El asunto fue que la belleza de Sarai no pasó desapercibida, por lo tanto, se convirtió en la mirada y en la admiración de los hombres. Aunque ella tenía 65 años todavía lucía hermosa. Sarai es un ejemplo de mantenerse bien a pesar de los años. No sabemos si durante los tiempos de Sarai existían salones de belleza, pero esa mujer se mantenía muy bien con el paso de los años.

Mis hermanos, la belleza espiritual se refleja en la física y Sarai tenía ambas cosas, pero la belleza física no debiera ser usada para fines egoístas y eso fue lo que ocurrió con Abram.  Este texto no oculta nada de la   impresión que aquellos hombres, incluyendo a los príncipes, tuvieron cuando vieron a Sarai. En aquella ocasión se dio algo así como “una codicia colectiva” por la belleza de Sarai.  Pero en todo esto, el culpable es Abram. Él pudo evitar ese momento hablando la verdad que ella era su esposa, y con eso evitar alguna razón para la codicia. Abram presumió a su esposa para sus propósitos en ese momento de su vida. El miedo oscurece los sentidos.  

El pecado del ventajismo

El versículo 16 habla del resultado del engaño. Por causa de Sarai, Abram recibió muchas riquezas. Cuando el faraón tuvo delante de él a esa bella mujer, pronto ordenó a sus mayordomos llenar a Abram con sus dotes, que incluían “ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos”. ¿Por qué el faraón hizo esto apenas este hombre y esta mujer estuvieron en su palacio? Porque Sarai era su “hermana” y ese era un derecho al cual Abram debió acceder.

El asunto es que todo lo obtenido por Abram en ese tiempo vino como consecuencia del engaño. Las cosas obtenidas por astucia, incluyendo algún negocio, alguna venta o alguna adquisición, es un robo, y el robo es pecado. El texto no nos dice, pero Abram debió sentir en algún momento su culpabilidad. Nadie más que él para saber que todas esas donaciones fueron el producto de haber engañado a la gente del palacio. ¿Habría recibido Abram semejante riqueza si hubiera dicho la verdad acerca de Sarai desde el principio? ¡No lo sabemos! Observe esto.

Cuando Abram vino de Ur de los caldeos era muy rico, pero seguramente con la hambruna se le acabó todo; sin embargo, esta nueva riqueza le traerá conflicto más adelante, sobre todo cuando tendrá que separarse de su sobrino Lot por eso mismo.  Egipto nunca será el mejor lugar para irnos cuando nos llegue la prueba. Por otro lado, entre esos regalos estaban algunas  criadas, y seguramente allí está Agar a quien más adelante Abraham tomará, por la esterilidad de Sara, trayendo un conflicto hasta hoy entre los árabes y los israelitas.

El pecado del mal testimonio

La pregunta del versículo 19 es muy reveladora. Abram se ha convertido en una piedra de tropiezo por incitación a otro para pecar. Estamos en presencia de un caso insólito. Estamos acudiendo a una escena donde un inconverso reprende a un cristiano. Es muy serio para Dios el asunto de hacer pecar a otros y esto es lo que Abram está haciendo con su acción. ¿Qué fue lo que Abram le dijo a Sarai? ¡Que dijera una mentira por él! ¿Nos pasa a nosotros lo mismo?

Cuando usted le dice a alguien que haga algo no bien visto, o le insinúa a hacer algo a través de una propuesta indecorosa, usted está siendo una piedra de tropiezo para otros y se convierte en mal testimonio.  Piense en algún negocio donde puede obtener algunos dividendos a través de alguna trampa o de algún engaño. ¿Cómo es la declaración de sus impuestos? ¿Son correctas todas las cuentas? Por supuesto que cuando esto hacemos, estamos desagradando a Dios, y Abram hizo eso con la propuesta hecha a su esposa.

En esta historia, el hombre que debió llevar el mensaje del Dios de los cielos a esos paganos está siendo reprendido. El hombre que debió confrontar a los idólatras egipcios está siendo confrontado por su pecado, por su mal testimonio. Jesús lo dijo así: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?” (Mateo 5:13).

La falta de fe de Abraham

La falta de fe de Abram además de afectar a su familia también afectó al Faraón y a su casa. El texto habla de graves plagas con las cuales Dios hirió al faraón por causa de Sarai “mujer de Abram”. Faraón preguntó: “¿Qué me has hecho? ¿Por qué has traído este dolor a mi casa?”.  Luego le devuelve a Abram su esposa. Faraón incluso llama a la esposa de Abram para indicarle que no le había hecho ningún daño. Veamos esto.

El pacto que Dios hizo con Abram incluía ser bendición para todas las naciones, pero la primera nación donde va Abram casi se convierte en una maldición. ¿Qué pasó en aquel momento? Abram en lugar de ser el embajador del Dios vivo y verdadero, ahora es una vergüenza para los egipcios hasta el punto de ser expulsado de Egipto. El que pudo ir para predicar al faraón, ahora ha salido exhortado por un impío y pagano. La falta de fe deja muy mal parado a nuestro buen Dios.

Sin embargo, a Él nadie le estropea su plan que tiene para el mundo, porque, aunque el portador de la promesa tuvo un tiempo de debilidad, Dios preservó la pureza de Sarai para que nadie la mancillara. Dios cumple su promesa.


Otros artículos de la serie «Virtudes y Debilidades de los Héroes de la Fe»

1: El pecado del santo Abraham
2: El precio de la obediencia - Génesis 22:1-14
3: La fe insumergible - El caso de Noé
4: La fe inquebrantable de Jocabed
5: La fe de Enoc, el que camina con Dios

Julio Ruiz

Venezolano. Licenciado en Teología. Fue tres veces presidente de la Convención Bautista en Venezuela y fue profesor del Seminario Teológico Bautista de Venezuela. Ha pastoreado diversas iglesias en Venezuela, Canadá y Estados Unidos. Actualmente pastorea la Iglesia Ambiente de Gracia en Fairfax, Virginia.
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