Del escritorio de Julio Ruíz

El doble rostro de la navidad

El doble rostro de la navidad

El doble rostro de la navidad es un mensaje del pastor Julio Ruiz basado en el pasaje del profeta Isaías 9:6, 7.

La navidad de estos tiempos nos muestra un rostro muy distinto a la que fue profetizada hace más de 2000 años atrás. Lamentablemente tenemos que decir que el comercio, el que más contribuye para esto, le ha dado la cara de la avaricia del consumismo. Ya no es extraño que las canciones que han tenido ese sentimiento tan netamente cristiano se oyen para vender carros, ropa, comidas y los más sofisticados entretenimientos.

Las decoraciones le dan un rostro donde hay una competencia de luces. Y mientras algunas celebraciones le dan el rostro de la extravagancia, las que vemos en no pocas fiestas, la complacencia de la carne pareciera llevarse el premio mayor de la época. Sin embargo, el rostro más colorido con el que se conoce mejor la navidad es a través ese hombre con pelo y barba blanca, con su traje rojo, y su indiscutible sonido bucal. Por cierto, este año, por la pandemia misma no se verá en cualquier lugar. Mis amados, la razón de esta época es Cristo.

Si él no está presente en todo lo que hagamos: cenas, regalos, canciones o cualquier celebración, la navidad no tiene sentido. Ya sabemos cuán lejos está el mundo de reconocer que todo el colorido, música y diversión que se desata desde el comienzo del mes de diciembre es por causa de su nacimiento.

De manera, pues, que el rostro de la navidad de este siglo dista mucho del que anunciaron los ángeles, pastores y magos en la primera navidad. ¿Cuál es el rostro, entonces, de la navidad? Muchos años antes que naciera el bebé de Belén, el profeta Isaías habló del carácter humando y divino de aquel niño que nacería. ¿Cuáles son esos rostros? Uno es el de la humillación y el otro fue el de la exaltación. Veámoslos en este día.

La humillación, el primero del doble rostro

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado…” 

  1. Isaías comienza diciéndonos que el Dios Altísimo también es el niño que ha nacido.  Como dice Matthew Henry: “El anciano de días ha llegado a ser un infante de largo espacio”. El Padre eterno es ahora el hijo dado. El descenso divino no pudo ser más grande: Dios haciéndose hombre. ¡Bendito misterio! El que ha sido en forma de Dios como lo expresa Pablo a los filipenses “no le importó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó así mismo, tomando forma de hombre…” (Fil. 2:6).

    O como lo expresó Juan, quien al hablarnos de la navidad no lo hizo en términos proféticos o haciendo alusión a sitios geográficos, sino que se encumbró entre la filosofía y la teología para decirnos que “aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. La navidad es “Emmanuel”, Dios con nosotros. La navidad es Dios haciéndose como uno de nosotros.
  2. Observe que el niño no solo fue nacido, sino que fue “dado”. Dado de una manera libre. Es dado para todos por el puro afecto de la voluntad divina. Fue dado por el exclusivo amor de Dios: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Fue dado, por lo tanto debemos extender la mano y recibirlo.

    Las religiones que “venden” su fe en nombre de nuestro Dios, ignoran que Dios ha dado a su Hijo. De modo que Cristo nació para nosotros; nos fue dado, sólo para los hombres, no para los ángeles. Los que quedaron con Dios no necesitan salvación y los que cayeron están condenados. De modo que Cristo fue dado para la salvación de la humanidad. En todo caso, la misión del ángel fue la de anunciar su nacimiento al decir a los pastores: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un salvador que es Cristo el Señor” ¡No es esto sublime!
  3. La encarnación de Dios a través de Cristo planteó la más grande humillación a la que la divinidad fue sometida. Todos los conceptos de la filosofía han quedado trastocados desde el mismo momento que se anunció que el verbo abstracto para los griegos llegó a convertirse en carne. De modo que la nueva teología se ha escrito sobre la base de un verbo humano.

    Los gnósticos no podían aceptar esto. Para ellos el cuerpo representaba la parte más oscura del ser humano. ¿Cómo podía un Dios santo escoger un cuerpo para vivir? La posibilidad de un Dios que se encarne y que asuma nuestra naturaleza es incompatible para una mente racional.
  4. En la encarnación Dios asumió el camino de la pobreza. Así lo expuso Pablo, cuando dijo: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre, para nosotros con su pobreza fuésemos enriquecidos” (2 Corintios 8:10).

    Las preguntas a esta declaración surgen a la vista. ¿Cómo es que siendo rico se hizo pobre? ¿Cómo es que siendo el dueño de todo se hizo un esclavo? ¿Cómo es que siendo un Espíritu infinito llegó a ser visible ante nuestros ojos? ¿Cómo es que, siendo el Consolador eterno, exclamó sintiéndose desamparado?
  5. Los hijos de los reyes nacen en cunas de marfil, adornados de oro y con colchas de terciopelo. Ese nacimiento anticipa fiestas y celebraciones. Las celebridades del mundo son notificadas del gran evento, llevando al recién nacido los más suntuosos regalos. El heredero del reino ha nacido, todo el mundo tiene que rendirle pleitesía. La riqueza y el lujo adornan su nacimiento. Sin embargo, el Hijo de Dios, quien debería nacer en una cuna de oro y ser reverenciado por el César y Herodes, nació en un maloliente establo donde comían los bueyes, asnos, caballos. Nació en la cocina de los animales. No vinieron dignatarios ni enviaron felicitaciones. Al contrario, solo aparecieron unos humildes pastores y unos sencillos magos del oriente. La madre de Jesús fue una humilde doncella de Israel. José el padre adoptivo, un carpintero de Nazaret. Tan pobres eran que al momento de ofrecer lo requerido por la ley para dedicar al niño, trajeron dos palominos, pues no tenían como ofrecer ovejas. La humillación del Verbo eterno es el asunto más contradictorio.
  6. Y esa humillación siguió en el curso de su vida. Vivió pobre y murió pobre. Cuando el diablo le tentó, le ofreció un camino de grandeza, pero prefirió aceptar el camino de la humildad, diciendo que “no solo de pan vivirá el hombre”.

    Siendo dueño de todos los mundos, no tuvo un lugar “donde recostar su cabeza”. Siendo poseedor de todos los tesoros de mundo, no tuvo una moneda para mostrar la cara de César. Pudo haber desarrollado un ministerio entre los hombres más cultos y sabios, pero prefirió servir entre los más humildes: cojos, ciegos, paralíticos, prostitutas, cobradores de impuestos y desamparados.

    Pudo haber viajado en los mejores carros tirados por veloces y majestuosos caballos, sin embargo, entró a Jerusalén montado en un asno.
  7. Y por supuesto que lo más emblemático de su pobreza tuvo que ver con la cruz. Es curioso que el oficio de Jesús fuera el de carpintero, porque tanto su nacimiento como su muerte en una cruz tuvo que ver con la madera. Jesús conocía muy bien los árboles del que un día sacarían la vergonzosa cruz. Así que siendo rico se hizo pobre.

    Desde el nacimiento hasta su muerte tenemos el rostro de la humillación. Y aun en su muerte se vio su pobreza porque fue enterrado en una tumba prestada. Sí, se humilló hasta lo sumo. En él se cumplió lo que Pablo dijo que se había “humillado así mismo” de acuerdo con Filipenses 2:5-11. Pero a través de su resurrección comenzaría el camino a su exaltación. Dios no dejó que su cuerpo pasara por la corrupción.

La exaltación el segundo del doble rostro

“…y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”

  1. Después que Isaías nos habla del niño que ha sido dado, ahora nos muestra el otro rostro de la navidad: su exaltación. Y lo primero que dice es que ese bebé iba tener “el principado sobre su hombro”.

    Muchos infantes o infantas, quienes son los herederos de alguna realeza, lo han sido para su país. Pero el único infante que nació para tener el “principado”; o sea, el dominio universal, se llama Jesús.

    Ese testimonio lo comprobó Pablo, quien después del encuentro con el Cristo glorificado, dijo: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9). La autoridad que reposa sobre él fue confirmada cuando en la Gran Comisión dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra…”. A nadie más se la ha conferido tal principado.

  2. Estamos acostumbrados para este tiempo de navidad a escuchar el nombre del “Niño Jesús”. Sobre el mismo se ha hecho toda una tradición que se asocia con los regalos y costumbres de la época.

    Pero cuando analizamos los nombres que el profeta le dio a ese “hijo que nos es dado”, vemos que los mismos se salen de lo temporal para conducirnos a lo eterno. Dejan el elemento histórico-geográfico para llevarnos hacia un plano divino, teológico.

    Todos son nombres que lo exaltan. Son “Cinco títulos para un sólo Bebé”. Son los nombres que se concentran en la Deidad.

  3. Lo primero que se nos dice es que él es ADMIRABLE. Algunos años atrás apareció el ángel de Jehová a un hombre llamado Manoa, y este al preguntarle por su nombre le habló en forma de pregunta, diciendo: “¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” (Jueces 13:18).Pues ese ser Admirable ahora es profetizado en la vida de un infante.

    Hablar de este ser Admirable es hablar de una maravilla, de un milagro que sobrepasa todo lo que un ser humano pueda pensar o imaginar. ¿Qué es algo admirable? Bueno, podemos decir que es aquello para lo que nuestra vista no está acostumbrada a ver con frecuencia. En el caso de Jesús él es admirable porque reúne en sí mismo el lado divino, pero también el humano.

    Él es admirable en su carácter. Su bondad, amor y misericordia es admirable. Su doctrina es admirable. La hermosura de su santidad acompaña este nombre. Pero sobre todas las cosas, todas sus obras son admirables. Todo él es admirable.

  4. Él es CONSEJERO. Lo es en primer lugar por su sabiduría. El profeta Isaías dijo que en él reposaría “el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías 11:2).

    Él es la encarnación de la aquella Sabiduría que existió antes que el mundo fuera (Proverbios 8:12-30). Pero, sobre todo, lo es por el entendimiento que él tiene del ser humano. ¿Quién podrá negar que Jesús sea el mejor sicólogo y siquiatra? No siempre los consejeros humanos son capaces de dar los consejos que nos daría nuestro Señor.

    Es más, a veces nuestros consejos podrían generar más confusión en el aconsejado. Su consejo lo ha revelado en su palabra. Leerla es encontrar la respuesta. Nadie podrá igualar su consejo. Es la falta de seguir su consejo que nos hace vivir haciendo lo que nos parece. Evitar su consejo es vivir contrario a la voluntad del Padre.

  5. El niño que nació en Belén también sería DIOS FUERTE. Los dioses de este mundo son débiles porque son creación humana. Observe que el niño profetizado no sólo es Dios, sino que es Fuerte. Jesús fue el Mesías prometido, pero también es Dios mismo.

    Esto es lo que muchos ni entienden ni quieren aceptar. ¿Por qué afirmamos esto? Porque nadie pudo hacer lo que Jesús hizo, a menos que fuera Dios mismo.

    ¿Quién ha hecho los milagros que solo Jesús ha hecho? ¿Quién es el único que se ha atrevido a perdonar pecados? ¿Quién ha caminado sobre el mar? ¿Quién ha resucitado de la muerte venciendo a todos los enemigos que nos esclavizaban? ¿Quién es el único que ha podido decir “antes que Abraham fuese, yo soy?’. ¿Quién es este que aun los vientos le obedecen?

  6. El niño también sería PADRE ETERNO. Cuando la Biblia nos habla de Dios como Padre, nos revela una de las figuras más tiernas y compasivas que se conozcan. Nos habla de una relación cercana.

    De hecho, cuando Jesús vino él nos enseñó a conocer y a orar a un Dios Padre. Pero este titulo nos muestra a Dios como el creador, protector y sustentador. Así que lo relevante de el niño de Belén es que también es el Padre eterno.

    Esta ultima parte nos indicará que él como Padre es más que un padre humano que cuida a sus hijos. Los padres terrenales mueren o abandonan a sus hijos. No será lo mismo con nuestro Padre eterno. Él siempre estará allí para bendecirnos.

  7. Pero, sobre todo, el niño de Belén sería el PRÍNCIPE DE PAZ. Así lo declararon los ángeles la noche que Jesús nació: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz…!”. Jesús vino a ponerle un cese a los conflictos del alma, la primera batalla que el hombre libra.

    Vino a darle paz al espíritu angustiado. A poner en reposo a la conciencia culpable. Vino a dejar que un hombre atormentado por demonios ahora pueda estar: sentado, vestido y en su juicio cabal. Cristo vino a sacar a los hombres del dominio de la oscuridad donde Satanás les tiene esclavizado, para trasladarlos al reino de la luz.

    Él vino para amistar al hombre con Dios, después que éste había pecado contra él. Él es el verdadero PRÍNCIPE DE PAZ. El mundo jamás tendrá paz si Jesús no llega a ser su Príncipe de paz. La paz que necesita el alma con la que reconoce la salvación es la que da Jesucristo.

El doble rostro de la navidad

Si has leido esta ponencia te habrás dado cuento que la navidad tiene un doble rostro: la humillación y la exaltación. El niño que “os ha nacido hoy” según les dijeron los ángeles a los pastores, nos muestra la humildad de la navidad por su encarnación.

Sin embargo, ahora él es Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. ¿Quién es Jesús para ti? ¿Sigue siendo el niño de Belén, o es lo que dijo el profeta Isaías? ¿Es él tu Príncipe de paz, tu Dios fuerte, tu Padre eterno, tu Consejero? ¿Es Jesús Admirable para ti?

No hubo un lugar para que él naciera cuando en su primera venida, hoy sigue buscando un corazón para nacer. ¿Le permitirás nacer en tu vida hoy? Y uno de estos títulos más necesitados es el de “Príncipe de Paz” por la batalla que cada corazón que libra una constante. Creo que es el más anhelado por la cercana relación con nuestra salvación eterna.

Fue Pablo quien nos dijo que a través de la muerte de Cristo él ahora es nuestra paz, él vino hacer la paz y además vino para anunciar las buenas nuevas de paz (Efesios 2:13-18). Este es el mensaje central de la navidad. El canto de los ángeles en la primera navidad sigue siendo el más grande llamado a la paz; de allí que cantamos: “Al mundo paz nació Jesús, nació ya nuestro Rey”.

Julio Ruiz

Venezolano. Licenciado en Teología. Fue tres veces presidente de la Convención Bautista en Venezuela y fue profesor del Seminario Teológico Bautista de Venezuela. Ha pastoreado diversas iglesias en Venezuela, Canadá y Estados Unidos. Actualmente pastorea la Iglesia Ambiente de Gracia en Fairfax, Virginia.
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