La perseverancia que logra la bendición
“Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble"
Estudio de Julio Ruiz sobre la perseverancia basado en la historia del arrebatamiento de Elias (2 Reyes 2:1-15. Eliseo buscaba una bendicion mayor.
Elías es el más grande de los profetas del Antiguo Testamento. Ninguno lo iguala en su estilo, su coraje, su ministerio y su final. Apareció de repente en la época más crítica que vivía Israel con la idolatría que introdujo el rey Acab y su malvada esposa Jezabel. Con una indumentaria hecha de pelo de camello, resistente para todos los tiempos, se abre paso en la escena para ser el terror de los dioses de baal, sus sacerdotes y profetas, revelando quién era el verdadero Dios. En aquella ocasión él mismo degolló a cuatrocientos profetas en el río Quiriet. Fue alimentado por cuervos, único caso que se conozca en la Biblia.
Realizó milagros portentosos como el orar para que no lloviera por tres años y después orar para que descendiera lluvia otra vez. Durante el tiempo de hambre se acercó a una viuda en la ciudad de Sarepta donde hizo el milagro de la harina y el aceite. Fue el primer profeta que efectuó una resurrección antes que viniera Cristo. Y la forma cómo Elías fue llevado al cielo es uno de los pasajes más extraordinarios de la Biblia.
Después apareció en la persona de Juan el Bautista, y luego tuvo el privilegio, junto con Moisés, de estar presente en la transfiguración. Y cuando se iba a dar su “arrebatamiento” se dedicó a formar a Eliseo, su gran discípulo. De esta manera Eliseo entra en esta escena. Eliseo supo que su maestro le sería quitado, pero a pesar de eso le pidió una bendición mayor de la que ya tenía. Así debe ser la vida cristiana. La determinación de Eliseo de no dejar ir al profeta hasta recibir “la doble porción de su espíritu” nos lleva al tema de hoy. Veamos en qué consiste una perseverancia que logra la bendición.
Es aquella que enfrenta las pruebas que desaniman
La prueba de resistencia
2 Reyes 2:2-44. Dios pudo haber tomado a Elías en Gilgal. Aquel era el lugar ideal, pues fue allí donde Israel se preparó para la conquista de Canaán. Sin embargo, Dios quiso someter a Eliseo a una prueba de resistencia. ¿Se iba a afligir cuando Elías le dijera que ya no lo siguiera más, que era hora de dejarlo solo? La petición que Eliseo oyó era dura y tenía el propósito de desanimarlo.
Pero la expresión “¡vive Jehová!” dicha tres veces, denota una determinación inquebrantable de seguir hasta obtener la bendición mayor. La expresión “no te dejaré” nos recuerda cuando Jacob tuvo el encuentro con el ángel, quien luchando con él le dijo: “No te dejaré si no me bendices”. Lo mismo dijo Rut cuando su suegra le pidió que se fuera. Fue la determinación y la prueba de resistencia lo que logró en estas personas una gran bendición.
Eliseo llegó a ser el sucesor de Elías. Jacob se convirtió en Israel y Rut fue parte de la genealogía de nuestro Señor Jesucristo por su incorporación como una mujer extranjera. Cuando se tiene la vista en el galardón mayor, se pasa esta prueba de la resistencia. No hay que aflojar en esta prueba. El desánimo es una de las armas del enemigo. No cedamos ante él.
La prueba del carácter
2 Reyes 2:3-5. Algunos creen que la razón por la que Elías se dirigió a todos estos lugares antes de ser tomado para irse al cielo fue porque allí había una escuela de profetas. A los profetas se les había revelado que Elías iba a ser traspuesto de modo que el ir de un sitio a otro fue para probar el carácter de Eliseo, oyendo de parte de ellos lo mismo: “¿Sabes que hoy Jehová arrebatará a tu Señor por encima de tu cabeza?” vv. 3, 5.
Usted puede notar que en todas las respuestas que Eliseo dio mandó a callar a los profetas. Los profetas acá eran agentes de prueba. Aquí hay algo interesante. Una de las pruebas que le ha dado mejor resultado al enemigo es hacernos sentir impotentes ante voces pesimistas. A lo mejor cuando usted se propone buscar esa bendición mayor escuchará una y otra vez la voz interna que le susurra, diciéndole: “¡No lo lograrás!”.
Lo último que quisiéramos oír en nuestro decidido camino hacia esas metas es que nos van a arrebatar esa bendición. Usted tiene que prepararse porque cuando diga “no te dejaré”, es cuando va a tener la prueba mayor para ver hasta dónde le acompañará su carácter. Eliseo nos muestra qué hacer cuando el carácter es probado.
La prueba de la separación
2 Reyes 2:11. Finalmente, Elías fue arrebatado al cielo como él mismo lo había dicho. Nunca tal cosa había pasado. Eliseo vio que su maestro subió vivo a los cielos en un carro de fuego tirado por caballos de fuego. Aquella fue la separación más espectacular de la que se tenga conocimiento. La separación de algo muy querido puede ser la prueba mayor y el vacío que ella deja no es tan fácil de ser llenado. Tenemos que pensar que Eliseo se enfrentó a esta difícil prueba.
El Señor se lo tuvo que haber dicho, se lo dijeron los otros profetas y el mismo Elías se lo había dicho. Sin embargo, este dolor no lo apartó de su objetivo. Eliseo no se puso a llorar al momento de saber la noticia. En su corazón había una resolución por adquirir lo mejor en ese momento. ¿Qué nos indica esto? El separarnos de lo que más queremos no siempre es una pérdida. Por el contrario, el dejar aquello que tanto amamos pudiera ser la oportunidad que Dios nos concede para darnos una bendición más grande. Al principio sentiremos el efecto de la “pérdida”, pero luego veremos cómo Dios abre las ventanas de los cielos para bendecirnos. Al separarnos de lo que amamos, viene una bendición mayor.
Es aquella que prosigue hasta llegar a la otra orilla
La importancia de la insistencia
2 Reyes 2:6. Elías le dijo a Eliseo que se quedara allí, pero él no estaba satisfecho con lo que tenía. Él buscaba una bendición mayor. Y es que Dios permite que salgamos del lugar donde estamos cómodos, donde no hay que hacer muchos esfuerzos, donde no se nos exige nada, para que descubramos dónde está el depósito de sus bendiciones.
Todos tenemos en la vida un “Gilgal”. Allí nos queremos quedar con el “profeta”. En ese lugar hay muchas cosas que nos da gusto tenerlas. Pero al caminar con el “profeta” descubrimos que lo mejor está por delante. La lucha más grande que enfrentamos es con una vida conformista. Así que si de repente se encuentra caminando a través de una crisis no se sorprenda porque el Señor le ha invitado a caminar hasta la orilla para que cruce el “rio” y una vez estando allí descubra lo que Dios le tiene preparado.
La mujer Sirofenicia se encontró con Jesucristo (Marcos 7:26-29). Su hija estaba atormentada por un demonio; ella sabía que nadie más podía sanar sino el Maestro de Galilea. Así que permaneció al lado del Señor. Oyó con tristeza las palabras “no está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”.
Sin embargo, escuche una respuesta que ni el mismo Maestro se la esperaba: “Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su amo”. El poder de la insistencia es lo que al final nos lleva a mover el corazón compasivo de Dios. “No tenéis porque no pedís”, dijo Santiago.
Acompañando al profeta hasta el final
2 Reyes 2:8. El texto dice que Elías y Eliseo fueron juntos a Bethel, fueron juntos a Jericó y juntos llegaron al Jordán. La única manera cómo logramos las bendiciones es caminando con nuestro “Elías”, a quien ahora llamamos Cristo.
Elías tuvo tres sitios para ser levantado antes que llegara al Jordán. Sin embargo, había una intención bien planificada para que Eliseo pasara por todos lugares hasta alcanzar la otra orilla. Y ¿qué importancia tiene para el creyente pasar de un sitio a otro, de una experiencia a otra? ¿Qué le está mostrando el Señor al llevarlo en diferentes direcciones?
Que descubra que es caminando con el Señor cuando logrará la bendición mayor. Si el Señor le lleva a algún “Bethel” sepa que allí él tiene la “casa de pan”. En todo caso, él mismo es el “Pan de Vida”. Y si le lleva a un “Jericó”, allí quebrantará los muros. Y si le lleva al Jordán sepa que Dios abrirá caminos donde no los hay. No importa a dónde caminemos, si vamos en compañía del Señor veremos la victoria.
Cruzando el Jordán
2 Reyes 2:8b. ¿Por qué Elías quiso llegar hasta el Jordán para ser traspuesto? El Jordán estaba lleno de una rica historia. Es la única extensión grande de toda Palestina. Cuando el arca del pacto se poseyó sobre él cargada por los sacerdotes, sus aguas se detuvieron e Israel pasó en seco para tomar la tierra prometida. Elías antes de ser arrebatado lo abrió también con su manto.
Todo esto comprueba que el poder de Dios es lo único que puede abrir camino donde todo parece estar cerrado. Y que una vez que abra el “Jordán” de nuestros impedimentos, tenemos el camino abierto a las bendiciones que nos aguardan. No se quede en el “Gilgal”, la meta debe ser cruzar el “Jordán”. El creyente no debe quedarse toda la vida en el mismo sitio.
Debe tomar el riesgo de atravesar lo que le parece imposible. No seamos como el mar muerto que vive repleto de las aguas vivas que se vierten de los afluentes. Dejemos que las aguas acumuladas fluyan en bendición. Tomemos el riesgo de ir más allá de donde estamos. Caminemos hacia una bendición más grande. Crucemos el “Jordán” con nuestro “Elías”.
Es aquella que alcanza la doble porción
“Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble”(NVI)
Hay que buscar el carácter de Elías
2 Reyes 2:9. La verdad de nuestras oraciones es que se reducen siempre a lo mismo. Muchas de ellas no tienen la osadía de pedir al Señor cosas extraordinarias. No siempre aceptamos la propuesta de Jesús cuando dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre”.
Eliseo sabía lo que quería. Era un hombre de una gran visión. No iba a llegar a ese momento para conformarse con lo que siempre tuvo. No se nos dice mucho de Eliseo antes de la despedida de Elías, pero a partir de allí toda su vida fue un milagro. Sus actos portentosos revelaban que en él reposaba una bendición mayor. Llegó el momento cuando anhelaba escuchar de su padre Elías las palabras “pídeme lo que quieras que haga por ti”. Jesús nos dice lo mismo.
Es como si le hubiera entregado un cheque en blanco para poner allí su más grande petición. Eliseo sabía quién era su maestro. Sabía de su espíritu impetuoso, enérgico, valiente, osado, humilde, decidido y lleno de la gracia de Dios. Eliseo quiso ser heredero de aquel carácter. Aquí hay algo que debe decirse. Las cosas grandes que le debemos pedir al Señor no deben ser para gastar en nuestros deleites. Antes que usted le pida al Señor un gusto que quiere darse, pídale un carácter santo. Salomón le pidió al Señor sabiduría y el Señor lo colmó de bienes materiales. ¿Cuál ha sido la más grande petición hecha al Señor?
Hay que esperar por el manto de Elías
2 Reyes 2:12. Mientras Eliseo va acercándose al momento de la separación estaría pensando con qué otra cosa debería quedarse de aquel a quien llamaría “padre mío”. Él vio como Elías con su manto doblado golpeó las impetuosas aguas del Jordán y estas se abrieron.
Aquel manto sería como una vieja Biblia de su biblioteca, que por tanto uso en la exposición desde el púlpito ya estaba maltratado, pero manteniendo la palabra fresca por contener el mensaje del cielo. El manto de Elías representa la autoridad de la palabra. E
se poder no ha sido desarrollado del todo en nosotros. La Biblia contiene promesas que permanecen intactas porque no las hemos pedido. Hay un tesoro escondido en la Biblia al que no hemos tocado.
La palabra de Dios espera ser usada para tocar las aguas de algún “Jordán” que nos imposibilita caminar en seco. Una doble porción nos aguarda. No nos conformemos con menos.
Hay que preguntar por el Dios de Elías
2 Reyes 2:14. Después que Elías fue traspuesto al cielo, Eliseo quiso asegurarse que contaría con el Dios que sostuvo a su maestro, de allí su pregunta: “¿Dónde está el Dios de Elías?”. Pero ¿quién era el Dios de Elías? El Dios de Elías es quien detiene la lluvia y pide para que vuelva otra vez.
Es el Dios que provee de aceite y harina en la casa de la viuda. Es el Dios que resucita al hijo de la misma viuda pobre. Pero también es el único Dios que respondió el día cuando los profetas de baal clamaron a su dios todo el día sin respuesta alguna. Y es el Dios que tiene poder sobre la muerte, pues Elías, su profeta amado, se lo llevó al cielo vivo en una especie de “arrebatamiento” anticipado.
Eliseo no quería saber de otro Dios que no fuera el “Dios de Elías”. ¿No es esto maravilloso? ¿Cómo es el Dios en el que usted cree? Si usted cree en el Dios de Elías debe saber que él es un Dios extraordinario. Nadie lo ha superado en lo que hace. El Dios de Elías es poderoso para hacer aquellas cosas que nos parecen imposibles. Él es el Dios del arrebatamiento previo, eso fue lo que pasó con Elías.
La perseverancia que logra la bendición
Hay una perseverancia que logra la bendición. Pero es la que inevitablemente pasa por el crisol de la prueba y demanda una persistencia que no se aparta de lo que desea hasta obtener la bendición. ¿Sabía usted que los milagros de Eliseo superaron en número a los que realizó Elías? El nombre Eliseo significa “Jehová es mi salvación”. Y así fue la vida del profeta.
Todo un milagro de salvación para otros, tanto que aun en su muerte siguió salvando vidas. En una ocasión unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero al ver una banda de guerrilleros moabitas lo lanzaron sobre una tumba, y esta era la del profeta Eliseo. Cuando el cadáver hizo contacto con los huesos de Eliseo, este hombre resucitó 2 Reyes 13:20- 21. Cuando insistimos en buscar la bendición mayor toda nuestra vida debe ser un milagro. ¿Es así su vida?
Gracias hermosa palabra Hoy he Sido bendecida con su mensaje
Bendiciones, mi hermana Sandra. Me gozo en el Señor que su palabra puede edificarnos como solo ella puede hacerlo.
Pastor Ruiz
Buenas noches, bendiciones, gracias por esta poderosa Palabra que nos enseña a perseverar en la fe y en todo lo que emprendamos.
Bendiciones, mi hermano Gustavo. Me gozo en el Señor que su palabra puede edificarnos como solo ella puede hacerlo.
Pastor Ruiz
Gloria a, Dios por esta maravillosa enseñanza Dios es bueno su palabra es viva. Gracias por esta palabra.
Bendiciones, mi hermana América. Me gozo en el Señor que su palabra puede edificarnos como solo ella puede hacerlo.
Pastor Ruiz