Vueltas por el Mundo

Israel, Palestina y el fomento del odio

paelstinaIsrael2014-07¿A favor de quién nos posicionamos? ¿De Israel? ¿De Palestina? Muchas personas en todo el mundo parecen tenerlo claro, pero quizás deberíamos hacernos una pregunta de manera previa: ¿Debemos posicionarnos?

 

 

En toda guerra siempre hay un mínimo de dos bandos, y la opinión internacional, formada en gran parte por los medios de comunicación y estos, a su vez, seguidos por su público, tienden a posicionarse a favor de unos y en contra de otros. Como si se tratara de un partido de fútbol, pero con armas y víctimas.

Son numerosas las manifestaciones de las posiciones tomadas respecto al conflicto entre Israel y Palestina en el universo de las redes sociales. Numerosos comentarios que dan lugar a infinitos debates con argumentos para ir en contra de unos o a favor de otros. Y lo que ocurre en las redes sociales es una simple réplica de lo que ocurre en la vida real y, por extensión, de lo que ocurre precisamente en Oriente Medio, pero sin fronteras. Los múltiples ataques que van de un lado a otro no solamente causan víctimas y paisajes desoladores, sino que también siembran el odio.

Las personas han demostrado una notable sensibilidad en cuanto a conflictos, ¿pero hasta qué punto? El mundo se ha llevado las manos a la cabeza cuando los medios de comunicación han mostrado el terror que se siembra en terreno palestino. Recientemente, ha salido a la luz por parte de un programa árabe de noticias cómo, presuntamente, las fuerzas israelíes destrozaban una barriada de Gaza. En los mismos días, la organización terrorista Hamás tampoco se ha quedado parada y han roto varios alto el fuego con innumerables misiles lanzados de territorio palestino a Israel. Tantos ataques y tantos actores participantes hace de este uno de los conflictos mas complejos del mundo actual, y la complejidad en un conflicto acarrea una dificultad bastante alta para alcanzar la paz.

Lo que ocurre en terreno palestino e israelí es obvio y, aunque muchos no lo comprendemos, todos sabemos que hay una guerra. Todos sabemos de los ataques en ambos lados de la frontera, y el público occidental, lejos de los ataques, usan estas noticias como argumentos para defender la población palestina o el derecho de Israel para defenderse, para justificar los ataques del ejército israelí… Pero en este punto, ¿a cuánto queda la paz? Los gazatíes, víctimas de las ofensivas israelíes, parecen tener claro quién es el culpable de sus desgracias, y no es otro que quien les ataca. En Israel, en cambio, los judíos también están convencidos de que Hamás es el verdadero causante de esta escala de violencia.

Todo ello no da muchas esperanzas para la paz. Además, Mosab Hassan Yousef, hijo de un fundador de Hamás, hace unos años aseguró lo siguiente en una entrevista al diario Haaretz (traducido posteriormente en español para El País):

La raíz del conflicto palestino-israelí no está en la seguridad ni en la política; es una guerra entre dos dioses, dos religiones. Entre el Dios de la Torá y el Dios del Corán. El Corán enseña que ésta es una tierra Waqf, un regalo sagrado al que no hay que renunciar. La Torá enseña a los judíos que ésta es su tierra y no deben cederla. El resultado es que no puede haber paz en Oriente Próximo.

Poco más que añadir a lo que parece un conflicto sin una solución a la vista. Además, en dicho terreno donde se llevan a cabo las diferentes ofensivas ya hay suficiente odio, pero no es un odio que queda en dicha zona geográfica. La ausencia de paz es cada vez más notable entre la sociedad occidental. La demonización de Israel es un hecho. Su existencia se basa en las víctimas y destrozos en Gaza y en las condiciones en las que viven los residentes de la franja. El antisemitismo tiene un orígen mucho más antiguo, pero los hechos en Palestina lo acentúa más, por si fuera poco. Como resultado, la escala de violencia en el conflicto entre Israel y Palestina no queda tan solo en dichas zonas, sino que se ha extendido a Occidente. Hasta ahora, se ha hablado mucho y con mucha facilidad (quizás, demasiada) de culpables, terroristas y criminales.

¿Cuánto vale ser «propalestino» o «proisraeli»? Es más, ¿vale la pena ir a favor de unos y en contra de otros? Las personas han demostrado lo poco que cuesta justificar los hechos de un bando y el odio hacia el otro, tildar a otros de terroristas, de criminales. Hasta ahora, entender el conflicto desde un lado ha llevado consigo enfrentamientos y odio.

Dicho esto, ¿a favor de quién nos posicionamos?

 

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