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La adoración en la vida cotidiana – Definiendo la adoración

la adoración en la vida cotidiana
La adoración en la vida cotidiana

La adoración debe formar parte de la vida cotidiana de todo cristiano.

En 1997, después de haber sido pastor por 12 años, tuve la oportunidad de cambiar mi trabajo en el que mi función principal era entrenar a líderes de adoración y músicos tanto en mi iglesia local como en 50 iglesias relacionadas con Sovereign Grace Ministries. Tan sólo comencé a trabajar en ello, me di cuenta de que la mayoría de las cosas que habían enseñado en relación con la adoración están relacionadas con mi experiencia personal y la de otros. Usualmente cuando usaba versos de la Biblia para guiar la adoración los utilizaba para apoyar lo que estaba haciendo.

En la medida que comencé a profundizar en las Escrituras, empecé a darme cuenta que mi visión respecto a la adoración estaba enfocada básicamente en cantar los domingos. Libros como «En la Presencia de Dios» de David Peterson y  «Teología Sistemática» de Wayne Grudem me ayudaron a entender que nuestra adoración a Dios va más allá de cantar pues es algo que implica cada minuto de nuestros días.

En esta serie hemos visto como la Biblia habla acerca de la adoración como exaltación, como expresión, como encuentro y como evento. Pero todo esto debe ser abarcado como que la adoración debe formar parte de nuestra vida cotidiana.

Existen muchas referencias en las escrituras que sostienen que la adoración es un estilo de vida, pero el más conocido es Romanos 12:1-2. «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (NVI).

Pablo toma aquí algo del Antiguo Testamento y lo aplica en una forma novedosa. Los sacrificios que agradan a Dios no son ni toros, ni carneros, ni ovejas, sino nuestras propias vidas. Está claro que los sacrificios de animales no fueron diseñados para sustituir una devoción humilde a Dios, sino que sirven como una expresión de ella. El Salmo 51:17 nos recuerda que «El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; un corazón contrito y humillado, oh Dios, tú no lo desprecias».

Generalmente pensamos que cuando adoramos lo que tenemos es que entregar nuestros corazones al Señor. Sin embargo en Pablo utiliza deliberadamente la palabra «cuerpo». John Stott explica en su comentario sobre Romanos que «Pablo tiene presente que presentar nuestro cuerpo es nuestro culto racional. Es una paradoja cristiana significativa. Ninguna otra adoración agrada más a Dios que la es interior, pura, abstracta; aquella que se exprese en actos concretos en la que ponemos nuestros cuerpos a su servicio».

En otras palabras, la adoración no es algo que simplemente se siente. No llamamos adoración a lo que experimentamos mientras cantamos, levantamos nuestras manos o cerramos nuestros ojos. Es algo que HACEMOS con nuestros cuerpos toda la vida. Podemos adorar a Dios en la forma como comemos, bebemos, escribimos, hablamos, cocinamos, conducimos y en un sinfín de tareas diarias. Adoramos a Dios cada vez que realizamos un acto en el que queremos resaltar su grandeza, especialmente cuando se resalta la revelación del envío de su Hijo como sacrificio sustitutivo por nuestros pecados.

A menudo escucho que se cataloga a un cantante expresivo como «un auténtico adorador». En realidad si se es o no un verdadero adorador lo define por ejemplo la rapidez con que perdonamos a quienes nos os han ofendido, cómo manejamos nuestras finanzas y lo que hacemos cuando nadie está mirando.

Al convertirnos al cristianismo, nos convertimos automáticamente en adoradores de Dios. El resto de nuestra vida no es más que una preparación de lo que nuestra labor en la eternidad: dar a Dios gracias, la adoración de todo corazón que nunca se agotará, ni siquiera en la eternidad.

Que Dios nos dé la gracia para que podamos darle una adoración constante, completa y apasionada.


Otros artículos de la serie «Definiendo la adoración»

1: Definiendo la adoración ¿De qué se trata?
2: La adoración como expresión
3: La adoración como un encuentro
4: Definiendo la adoración
4: La adoración en la vida cotidiana
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