La experiencia y la liturgia no son malas pero si no se usan de manera adecuada pueden llevarnos a la idolatría los domingos por la mañana.
Conviene recordar que el mundo, el demonio y la carte suman fuerzas y se oponen a nuestro impulso de darle a Dios la gloria que merece. La guerra espiritual no está basada en estilos, formas o prácticas musicales. La batalla es en el secreto de nuestros corazones. Ocurre cuando los ídolos intentan robar nuestra pasión para exaltar a Dios por encima de todo. Si no somos conscientes de esas batallas tendremos dificultad para comprender o experimentar la adoración que honra a Dios, sin que importe mucho lo que hagamos externamente.
Ya que hablamos de experimentar la adoración que honra a Dios, hablaré de dos ídolos más que pueden tentarnos los domingos por la mañana.
Experiencia
Hace unos años, mientras hojeaba una revista cristiana me fijé en un anuncio de un nuevo CD de adoración mencionaba “experiencia” seis veces. A todos nos encantan las “experiencias de adoración” con Dios.
Las experiencias no son malas. Pero el concepto de adoración como «experiencia» puede llevarnos a prácticas ajenas a las Escrituras. Digo “puede llevarnos” porque hay momentos en los que adorar a Dios fue definitivamente una experiencia. (2 Crónicas 5: 11-14; Hechos 4:31; 1 Cor. 14: 23-25). Sin embargo, la meta de reunirse como pueblo de Dios no es sentir algo, sino ver y recordar algo. Ese “algo” es la Palabra, las obras y la dignidad de Dios, especialmente cuando Él se ha revelado a Sí mismo en Jesucristo. (2 Cor. 4: 6).
Si busco sentir que se me ponga la piel como de gallina o una fuerte emoción mientras me congrego, Dios se convierte simplemente en una de las tantas opciones que existen para experimientar sensaciones. Esto no quiere decir que tengamos que minimizar el buscar encuentros con el Dios vivo en las que existe emociones profundas por la presencia activa del Espíritu Santo. Las Escrituras están llenas de ejemplos de anhelar, búscar y deleitarse en la presencia de Dios (Sal. 84: 1-2; 1 Cr. 16:11; Sal. 16:11). Pero percibo verdaderamente la cercanía de Dios cuando se me revela su naturaleza, su promesas y como Él obra y no por un mero sentimiento emocional.
Liturgia
Cuando nos reunimos como pueblo de Dios, las formas y las prácticas son importantes. Todo debe hacerse con decencia y en orden. (1 Cor. 14:40). Sin embargo creo que Dios en su Palabra no ha dado (lamentablemente) todos los detalles sobre ese “orden”.
¿Cuántas canciones cantamos y cuándo las cantamos? ¿Qué palabras debemos usar cuando oramos? ¿Cuándo y con qué frecuencia debemos celebrar la Cena del Señor?
Los cristianos a lo largo de la historia han discutido y se han dividido por estos temas, buscando ofrecer una liturgia verdaderamente bíblica. Por supuesto, las divisiones de iglesias no siempre son incorrectas, ya que algunas de las verdades y doctrinas bíblicas que más atesoramos fueron purificadas a través del fuego del conflicto. Sin embargo, no existe una “liturgia perfecta” que podamos practicar para que nuestra adoración sea más aceptable a Dios de lo que ya hizo Jesucristo.
El fruto de esta triste mentalidad idolátrica son las iglesias que tienen una forma de piedad pero que carecen del verdadero poder espiritual. Nuestro objetivo es hacer con fe lo que magnifica la gloria de Dios en Cristo de manera más efectiva y bíblica.
Podemos y debemos usar elementos y proporciones bíblicas en la adoración colectiva. Las liturgias deben servirnos pero no deben gobernarnos. Si Dios ha considerado oportuno permitir la libertad en cuanto a la forma de adorarle nosotros también deberíamos hacerlo.
La experiencia y la liturgia son aspectos que enriquecen nuestra adoración a Dios pero pueden volverse una piedra de tropiezo. Por eso es importante revisar qué énfasis ponemos en esto para no darles más importancia de las que merecen.
Continuaré con esta serie en mi próxima entrega.
Artículos de la serie: Idolatria los domingos por la mañana
Parte 1: Idolatría los domingos por la mañanaParte 2: Experiencia y Liturgia
Parte 3: Conocimiento o ignorancia bíblica
Parte 4: La excelencia musical
Parte 5: Resultados
Parte 6: Reputación Parte 7: Relevancia