Confesión congregacional
Hace poco tiempo en mi iglesia se estuvo predicando una serie basada en el libro Éxodo. Durante más de un mes nuestro pastor nos daba un repaso de dicho libro y ha sido algo asombroso. Prácticamente cada semana recordabamos lo poderoso que es Dios para su pueblo. Ninguna situación, por difícil que fuese, podía desafiar la capacidad de Dios para hacer su obra a su pueblo.
¿Esclavizados por el gobernante más poderoso del mundo? No hay problema.
¿Temen al ángel de la muerte? Sólo pongan un poco de sangre en los dinteles de sus puertas.
¿Atrapados entre un ejército que se acerca y una costa de mar? Esperen y miran como Dios actúa.
¿No están seguros de qué camino tomar? Dios tiene una nube y una columna de fuego.
En cada paso que el pueblo de Israel daba, el pueblo de Dios experimentó como Dios era poderoso, cuidadoso y fiel.
En Éxodo 15, cuando los israelitas llegaron a un lugar llamado Marah, o «amargo». Allí la única agua que estaba disponible no era potable. Y se desalentaron. En lugar de confiar en el firme amor de Dios y esperar la provisión del Señor. Se quejaron a Moisés, diciendo: «¿Qué beberemos?» (Ex. 15:24)
¿Es esto una tomadura de pelo? ¿Es que hasta ahora estaban dormidos? ¿Estaban sordos, mudos y ciegos ante misericordia de Dios? ¿No habían visto a Dios ocuparse de todas sus necesidades? Pues aparentemente no.
Y eso es justo lo que nos pasa a nosotros
Cuando mi pastor predicó este pasaje, señaló cuán parecidos a los israelitas podemos ser. La evidencia de la generosa fidelidad y misericordia de Dios abunda en nuestras vidas, pero no nos damos cuenta. Confiamos en Dios sólo cuando hay evidencias. En lugar de darnos cuenta de que Dios nos prueba para mostrarnos lo que hemos aprendido (o no), asumimos que las dificultades demuestran que a Dios no le importa. En lugar de ver que Dios nos está probando, lo probamos.
Ese día me sorprendió porque creo que la mayoría de la iglesia probablemente sentía algo similar. Fue entonces cuando pensé en hacer una especie de confesión para que la iglesia lo hiciese la semana siguiente.
Normalmente cuando planifico la adoración dominical me apoyo en que lo que fue la prédica de la semana anterior. Nuestra tendencia a quejarnos fue una lección que era demasiado importante para escuchar un domingo y luego dejarlo a un lado.
Así que inicié la adoración leyendo Lamentaciones 3: 22-23
El gran amor del Señor nunca se acaba,y su compasión jamás se agota.
Cada mañana se renuevan sus bondades¡muy grande es su fidelidad!
Seguidamente cantamos «Our Song From Age to Age» que habla de la fidelidad de Dios y después «A Christian’s Daily Prayer» un canto que nos recuerda nuestra dependencia de Dios.
Reconociendo juntos el pecado
Tras esos cantos uno de nuestros pastores nos guió a la confesión. Y todos repetimos la siguiente oración:
Padre, reconocemos
Que eres el dador de cada regalo bueno y perfecto.
Cuando abres tu mano,
satisfaces el deseo de todos los seres vivos.
Eres justo en todos tus caminos y amable en todas tus obras.
Pero con demasiada frecuencia no reconocemos tu bondad abundante,
Tu generosidad y tu fidelidad.
En lugar de estar agradecidos, nos quejamos.
En lugar de agradecerte, te ponemos a prueba.
Confesamos que hemos pecado en todas nuestras quejas y egoísmos.
Jesús, gracias porque toda tu vida en la tierra fue de agradecimiento.
Gracias por llevar nuestros pecados.
recibiendo nuestro castigo en la cruz,
Y pagando la deuda que le debíamos a un Dios Santo.
Gracias a ti, ahora podemos caminar en perdón y libertad.
Espíritu Santo, permítenos por tu poder vivir vidas de acción de gracias.
que podamos humillanros por todas las riquezas que hemos recibido en Cristo.
Y que nuestras vidas estén cada vez más marcadas por la confianza.
Que podamos vivir en un continuo agradecimiento por la misericordia que hemos recibido.
Oramos en el nombre de nuestro Salvador, Jesucristo. Amén.
¿Cuál es el propósito de esto?
En nuestra iglesia generalmente hacemos este tipo de confesiones unas dos veces al año pero creo que es importante hacerlo más frecuentemente.
En el Salmo 32 el salmista detalla cómo la confesión sirve a nuestras almas.
Experimentamos que Dios es nuestro escondite. (v. 7)
Dios nos preserva de más problemas. (v. 7)
Nos rodea con gritos de liberación. (v. 7)
Nos enseña sus caminos. (v. 8)
Nos rodea con su firme amor. (v. 19)
Él nos da alegría! (v. 11)
¿Y quién no querría todos esos beneficios?
Escribe tu propia confesión
Si bien ya existen varias confesiones que son muy efectivas, puede ser útil usar una que sea específica para tu iglesia. Te dejo algunas ideas para que te puedas apoyar :
- Se honesto. No hagas que las personas confiesen los pecados que no han cometido. «Señor, nunca he pensado en otros más que yo mismo». «Mi adoración por ti nunca ha sido sincera». «Nunca pienso en los pobres».
- Se específico. Las confesiones vagas producen vagas experiencias de perdón. «Confesamos que hemos sido orgullosos», no es tan útil como «Confesamos que a veces nos comparamos con los demás y los humillamos en nuestros corazones».
- Sé bíblico Arraiga tu oración en frases, términos y verdades de las Escrituras. Oramos con mayor fe cuando oramos las palabras, advertencias y promesas de Dios.
- Sé de mente evangélica. Da a las personas palabras para decir que les permitan ver cómo Jesús pagó completamente nuestros pecados a través de su muerte sustitutiva y no nos dejó con vagos sentimientos de perdón. Además, no dejes que la gente piense que la confesión compra nuestro perdón. Solo nos permite experimentarlo más plenamente.
- Sé trinitario Una confesión corporativa es una forma en que podemos recordarle a la iglesia que el único Dios al que adoramos son tres personas, cada una de las cuales participa en nuestra justificación, santificación y glorificación.
- Ora lleno de fe. La clara confesión y una nueva conciencia de nuestro perdón en Cristo deberían hacernos querer vivir vidas santas (2 P. 1: 9). ¡Tenemos esperanza de cambio por la cruz y el Espíritu de Dios!
Si ha experimentado los beneficios de la confesión corporativa en su iglesia, me encantaría saber de ellos en los comentarios.