Vayamos hasta el final
Nehemías 6:1-14
Uno de los proverbios encontrados en el libro de Eclesiastés nos dice: “Mejor es el fin del negocio que su principio” (Eclesiastés 7:8). Esta sabia declaración nos muestra que, independientemente de cómo haya sido el comienzo de algo, los resultados finales son los que cuentan. ¿A caso no fue esta la experiencia de Nehemías?
Ciertamente el “negocio” en el cual se ocupó Nehemías fue el de levantar el muro caído de Jerusalén. Su comienzo fue muy interrumpido, pero ahora aparece en este capítulo con la obra consumada. Nehemías nos ha mostrado hasta acá que los comienzos son difíciles, pero completar la meta hasta el final es lo más valioso. Esta historia nos recuerda que no podemos hacer mucho sobre lo que ya ha pasado, pero sí podemos hacer más con lo que nos queda todavía.
A lo mejor estás acá ponderando el haber vivido de una manera fracasada, llena de defectos, debilidades, y con muchos tropiezos donde no ves salida. Sin embargo, con la experiencia de Nehemías, terminando lo que comenzó, encuentras un gran incentivo para seguir hasta el final.
Observe este ejemplo. Moisés nació bajo el riesgo de morir por el faraón, o morir en el río donde fue echado. Pero de todo fue eso salvado, y creció en la corte del faraón, siendo criado por su hija hasta los cuarenta años; después huyó del palacio, porque fue descubierto cuando le dio muerte a un egipcio, llegando hasta el desierto donde pastoreó ovejas por cuarenta años.
Y fue estado en esa condición, cuando lo mejor pensaba en el final de todo, Dios lo llamó a culminar la tarea, y se convirtió en los próximos cuarenta años en el caudillo del pueblo de Dios. Entonces, no es cómo has comenzado, sino cómo terminarás, de eso se trata el presente mensaje.
Hay enemigos que te acompañan hasta el final
Ellos están al principio, pero también al final
Nehemías 6:1-2. Hay muchísimos nombres en el libro de Nehemías, y seguramente vamos a recordar muy pocos de ellos, porque además son muy difíciles de pronunciar. ¿Se acuerdan del primer sermón con esos nombres en el capítulo uno? Pero hay dos nombres que aparecen en casi todo el libro, y que serán difíciles de olvidar, nos referimos a: Sanbalat y Tobías.
Y la razón para no olvidar esos nombres es por el daño que le hicieron a la obra de reconstrucción del muro desde el principio. Imagínese a Nehemías lidiando con estos enemigos durante todo este tiempo, y cuando se suponía que ya no vendrían más véalos cómo hacen su presencia otra vez exactamente cuando la obra está terminada.
Pero esta vez no han venido con la misma furia de antes, porque es otra de las tretas del enemigo. Cuando hayas terminado lo que te propusiste, el enemigo vendrá otra vez, pero diferente, porque ahora sabe que eres un vencedor. Haber construido el muro en ese tiempo récord produjo un cambio de parecer en los enemigos. Sin embargo, esta señal requiere de mayor atención, porque el enemigo no cambia; él no claudicará en su intención de destruir, solo cambia de estrategia. Ahora ellos dicen: “Ven y reunámonos…”.
El enemigo jamás se dará por vencido
Nehemías 6:3-5. No crea usted que porque logró una victoria sobre una tentación el enemigo lo dejará de molestar. Cuando Satanás dejó de tentar a Jesús se apartó de él por un tiempo (Lucas 4:13). Otra versión dice “se alejó de Él esperando un tiempo oportuno”.
Esta estrategia la aplican los enemigos de la obra del Señor siempre. Observen cómo vinieron a Nehemías hasta cinco veces con la misma propuesta v. 4-5. Lo estaban invitando para ir al “campo de Ono” v. 2, a un día de camino de Jerusalén. Esta era una artimaña de distracción, porque Nehemías sabía que aquella invitación no era para una negociación, sino que “ellos habían pensado hacerme mal”.
El asunto más difícil de discernir con la táctica del enemigo es cuando él se presenta como “ángel de luz”, eso es: amigable, sin peligro y hasta seductor. Nehemías ahora está viendo a sus enemigos quienes quieren hacer amigos de él, después de terminada la obra. Esta manera de actuar no es nueva. Fue usada en el mismo paraíso con la tentación. Satanás se presentó a Eva como amable, sin infundir miedo, con palabras convincentes, y con una oferta difícil de rechazar. Cuando el enemigo es más amigable llega a ser más peligroso.
Hay una determinación de ir hasta el final
“Yo hago una gran obra, y no puedo ir…”
Nehemías 6:3. Qué palabras tan firmes y contundentes cuando hay una amenaza a lo que hacemos con toda pasión y dedicación. Qué gran lema para la vida cuando nos encontramos en aquellas encrucijadas difíciles donde se requiere de tener una postura sólida y no negociable, aun cuando haya una oferta tentadora.
Este ejemplo de Nehemías es oportuno en la vida cristiana, sobre todo cuando se siente la presión continua para cambiar de opinión y acceder a algo que está mal. Aquí debemos decir lo siguiente. Algunos han caído después de haberse negado una y otra vez a una tentación, sencillamente porque cedieron a la presión repetida.
La motivación de Nehemías debiera ser la nuestra también: “Dios me ha encomendado finalizar el proyecto de mi vida, por lo tanto, no puedo ceder a la voz enemiga”. Para resistir una tentación como esta es bueno recordar que Dios nos ha llamado para ser parte de una gran labor.
El problema por el cual muchas veces cedemos a las ofertas tentadoras del mundo es porque no vemos que estamos haciendo una gran obra para el Señor; o simplemente que nosotros mismos no nos valoramos como una gran obra para el Señor. Dios nos llama para ir hasta el final en esta lucha.
“¿Un hombre como yo ha de huir?”
Nehemías 6:11. El contexto de esta pregunta tuvo que ver con una amenaza real de muerte “profetizada” v. 10, aunque después se descubrió que todo era un engaño. Y es aquí donde Nehemías dijo una de las mejores frases que define su vida.
No muchos hombres llegan a decir esto. De hecho, hay muchos cuya valentía depende de quienes estén con ellos para defenderse, pero una vez quitada esa defensa, huyen como cualquier cobarde. Ese no era el carácter de Nehemías. El coraje de este hombre lo mantuvo en la tenacidad de hacer lo correcto sin importar cuánto miedo pudo tener.
Había un engaño en la propuesta del tal Semaías al invitar a Nehemías de ir al templo y encerrarse allí v. 10. De hecho, el mismo Nehemías va a comprobar que ese consejo no venía de Dios, y por lo tanto era una falsa profecía contra él, “porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado” v. 12.
Cuando la vida está determinada por un propósito esta pregunta llega a ser lo dominante. Un profeta le dijo a Pablo cómo lo iban a tratar donde iba, sin embargo, el apóstol dijo que estaba dispuesto hasta morir por el Señor (Hechos 21:10-12). Cuando vivimos para un propósito, terminamos lo encomendado, esa experiencia la vivió Josué (Josué 10:12-14).
Hay una vigilancia hasta el final
A través de un espíritu de discernimiento
Nehemías 6:8. Nehemías era un hombre muy fuerte de carácter, pero también era balanceado a la hora de abordar una situación, y así lo vemos aquí. Su don de discernir el mal lo llevó a descubrir cuáles eran las verdaderas intenciones de este hijo de Satanás, llamado Sanbalat, que todavía sigue molestando.
Sin un atropello emocional le dijo a este hombre que era un mentiroso, y siguió con la obra. Nehemías no armó una defensa elaborada, tratando de probar punto por punto a Sanbalat que estaba equivocado. No iba a perder el tiempo en eso. Nadie puede satisfacer a hombres como Sanbalat con hechos, explicaciones y evidencias.
La única manera de satisfacerlo era cediendo a sus demandas. Pero si algo no haría Nehemías era eso. Y la condición de este personaje era tal que no sería derrotado al llamarlo mentiroso. A él no le importaba si todo el mundo pensaba eso de él, como a Satanás tampoco le importa si lo llaman mentiroso, por cuanto esa es su naturaleza.
El propósito de gente como Sanbalat es detener la obra del Señor. Y es aquí donde el discernimiento y la firmeza trabajan juntos. Nos conviene vigilar a través de un claro discernimiento las maquinaciones enemigas hasta el final.
El pecado seguirá actuando sutilmente
Nehemías 6:13. Nada es más importante en la vida cristiana como descubrir a tiempo las intenciones reales del pecado. Nehemías estaba preparado para todas las eventualidades del enemigo. Hasta ahora los había vencido en cualquier terreno. No les tuvo miedo, y los mantuvo a raya en todas sus pretensiones previas. Pero él sabe que ellos persisten y vienen con un ataque muy sutil y con nuevas armas.
Observe el versículo 13. Nehemías se da cuenta que hubo un soborno pagado con un alto precio detrás de todo esto. En los versículos anteriores se inventaron el cuento que ha se oía entre las naciones una rebelión provocada por el mismo Nehemías, porque él deseaba llegar a ser rey en Israel (v. 5-7).
Este complot lo descubrió Nehemías y el que estaba detrás de todo. La descripción no podía ser más elocuente. Todo fue hecho para “hacerle temer”, para “que pecase”, para servirle “de mal nombre”, y finalmente, para que fuera “infamado”. Nehemías descubrió que, si antes de terminar el muro el peligro fue latente, la intención al finalizar con estos enemigos era una desacreditación total. Jamás piense que, porque hayas finalizado tu prueba, nunca más serás atacado por el tentador.
Hay una protección de Dios hasta el final
Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos
Nehemías 6:9b. Una de las características de Nehemías es su dependencia de Dios. Nadie como él para conocer las profundidades y malas intenciones de los enemigos de esta obra desde que comenzó. Pero nadie como él para conocer también la protección de Dios hasta el final. El pedir la fortaleza de Dios para sus manos fue su oración continua, y ésta no fue la excepción.
He aquí una lección importante en la vida cristiana. Si ya es necesaria la oración antes de emprender una tarea que requiere de mi total compromiso, más lo va a hacer después de cumplir con esa tarea. Es cuando hemos alcanzado alguna victoria, sea espiritual o material, cuando más necesitamos seguir dependiendo del Señor y hacer la oración de Nehemías para que nuestras manos sean fortalecidas ante la evidencia enemiga.
Una cosa queda demostrada con la experiencia de haber levantado el muro y las puertas en Jerusalén, es cómo la mano de Dios guio todo este trabajo hasta el final. Las manos humanas pronto se debilitan, y sobre todo si se somenten a pruebas y tensiones, pero las manos de Dios no se cansan para proveer, sostener, cuidar y protegernos hasta el final. No estamos solos en esto.
Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat
Nehemías 6:14. Nehemías tenía todo el poder para haber destruido a estos dos hombres desde el mismo momento que llegó a Jerusalén, porque ellos fueron quienes le dieron la bienvenida, sin embargo, no hizo esto. No utilizó ni el poder ni las fuerzas del rey Artajerjes.
Él siempre supo que su Dios peleaba sus batallas y en esta parte final de este trabajo no será la diferencia. Este hombre comenzó esta obra con mucha oración y quebrantamiento, y al final de ella sigue orando y confiando en su Dios, porque sabe que la respuesta y juicio contra estos hombres vendrá mejor de Dios.
No sabemos el destino final de estos enemigos de la obra del Señor, pero como les pasa a todos, su final no pudo ser feliz. Hasta ahora ningún enemigo de la obra de Dios, y del pueblo de Dios, ha terminado bien. Acordémonos del final del faraón de Egipto, de Goliat, de Nabucodonosor, de Senaquerib y de Herodes, por mencionar a algunos. Todos perecieron. Nehemías dijo que el Señor pelearía por ellos (4:20). Él hizo la oración que ya Moisés había hecho anteriormente, cuando se encontró en un momento de desespero: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos (Éxodo 14:14).
Vayamos hasta el final
La mejor conclusión de este mensaje nos la deja el versículo 15 y 16, cuando leemos: “Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra”.
Dos cosas a manera de aplicación fueron encontradas aquí: El muro y las puertas fueron levantadas en un tiempo impensable, 52 días, a pesar de una oposición que no dio tregua. Y, en segundo lugar, Dios humilla a sus enemigos y al final tendrán saber que “por nuestro Dios había sido hecha esta obra”. Esto debe decirse: Solo llegaremos hasta el final, si Dios nos lleva.
Estudios de la serie: Levantemos los muros
1: El camino de la restauración2: La fe restauradora
3: El desafío de la misión
4: ¡A levantarse todo el mundo!
5: ¡Que se mantenga el ánimo!
6: Cuando el enojo es necesario
7: Vayamos hasta el final
8: Renovados por la Palabra
9: Decisiones correctas
Dios bendiga a mi hno Julio Ruiz, Dios l a dado gran entendimiento en su palabra bendita y denuedo para exponerla para edificarnos como pueblo del Señor, gracias por dar para él en todo tiempo es un estudio extraordinario. Gracias, gracias