Raptada para una boda
Este es un mensaje para motivar nuestra esperanza en la vida venidera, frente a las crisis a las que nos enfrentamos poniendo el foco en las Bodas del Cordero
Apocalipsis 19:1-9
La llamada globalización nos ha permitido un acercamiento con el mundo haciéndonos vecinos unos de otros y sabiendo en tiempo real las noticias de lo que pasa a miles de kilómetros de nuestras fronteras. Esto ha hecho posible que ahora conozcamos en todas partes una de las palabras más populares del siglo XXI: “pandemia” y “coronavirus”.
Y sin que lo hubiéremos imaginado, ya llevamos más de tres meses en una lucha sin cuartel contra este enemigo moderno que ha dejado miles de muertos, millones de contagiados, confinamientos prolongados, economías devastadas y una sensación de temores, miedos e inseguridad por el futuro.
Para algunos, incluyendo a creyentes, el mundo pareciera haberse detenido, y si no nos percatamos de las promesas y la esperanza que tenemos en Dios y en su palabra, pudiéramos ser parte de un gran pesimismo, un devastador desaliento y hasta de un rechazo inconsciente de lo que hasta ahora nos ha sostenido y nos ha permitido vivir como hijos de Dios. Uno de los propósitos de la actual crisis, y la que puede usar Satanás, es que nos olvidemos a quién pertenecemos.
Así, pues, pensando que esta crisis pudiera llevarnos a perder de vista nuestra razón de ser, he sentido hablarles del regreso del Señor para buscar a Su novia, la que muy pronto se convertirá en la Esposa del Cordero. Por lo tanto, me permito a través de este mensaje recordarnos que ahora más que nunca consideremos lo que hemos aprendido. Que según la amonestación de Hebreos 2:1 atendamos, con más diligencia, “las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. Y es que es muy fácil deslizarse y distraerse en otras cosas y olvidarnos de nuestra morada final.
De modo que frente a los mensajes que nos han convocado a volver a la casa del Señor, a través de la visión de los peregrinos judíos, ahora les invito a pensar en el tema que pudiera olvidarse estos días: el rapto de la iglesia. ¿Llegó a pensar que en este tiempo de pandemia pudiera darse el rapto de la iglesia? Apocalipsis 19:1-9 sigue siendo la más grande esperanza del cristiano. Note las cosas grandes de este pasaje: gran voz, gran multitud, muchas aguas, grandes truenos. Qué va a suceder en el cielo cuando la Novia sea raptada. Recordemos lo que pasará una vez que estemos en el cielo.
Habrá una celebración anticipada
Hay un aleluya por la redención
Apocalipsis 19:1. En el capítulo anterior las voces que se escuchan son de profundo lamento por la caída de la “gran ramera”. Ahora en este capítulo todos los gritos son de júbilo y de una gran celebración. La palabra está compuesta y contiene una contracción del nombre Yahweh. Es un canto a Jehová. Interesante que la palabra ALELUYA es de origen hebreo y literalmente significa “alaben a Jehová”.
Por cierto, fue este texto que inspiró a Hendel componer su famoso Aleluya. ¿Y qué es lo que hay que cantar? Que hay cuatro cosas que le pertenecen al Señor: Salvación, honra, gloria y poder. Observe que alrededor de las Bodas del Cordero todos celebran. Celebran los redimidos, celebran los veinticuatro ancianos y también los seres vivientes. Y el que está sentado en el trono nos invita a esta adoración. No es para menos, el acontecimiento que está por suceder demanda esa celebración. ¿Sabía usted que este primer “aleluya” revela el canto que más se entonará en el cielo? Aprendamos, pues, alabar al Señor y a decir bien ¡Aleluya!
Hay un aleluya de retribución
Apocalipsis 19:2-3. Los residentes del cielo alaban al Señor porque a pesar de los sufrimientos previos, ahora ven como su Dios ha reivindicado su anterior condición. Vea como ellos afirman una de las verdades que corre por todas las Escrituras: Los juicios de Dios “son verdaderos y justos”.
La razón de este “aleluya” previo a esta celebración es porque la justicia del mundo no ha sido verdadera. Es justicia corrupta. Lo que más sabemos es que los hombres sufren de injusticia, porque el derecho se les ha negado. Así que esa alabanza será porque al final Dios juzga a la que representó la encarnación del mal, así como a los enemigos del evangelio que contribuyuron a la corrupción de la de la tierra con sus fornicaciones.
Esta descripción nos sugiere que aquella no era una “ramera” cualquiera. Su iniquidad le mereció ese calificativo, sobre todo por lo que hizo matando a tantos creyentes que ahora están en el cielo. La alabanza que se escucha es justificada. La humanidad redimida se gozará al escuchar este aleluya.
Hay un aleluya de liberación
Apocalipsis 19:4. Hay muchos lugares en la tierra donde es muy difícil ser cristiano, y más aún poder cantar al nombre del Señor. Pero hay uno donde si podremos cantar a todo pulmón y con total libertad, hablamos del cielo. En ese lugar hay 24 ancianos quienes representan al Antiguo y al Nuevo Testamento, pero también a nosotros.
Ellos añaden la palabra “amén” para darle un mayor énfasis a la alabanza. Observe esto, los 24 ancianos aparecen seis veces en el libro (4:10; 5:8; 5:14; 7:11; 11:16; 19:4) y cada vez que lo hacen están en la misma actitud: con sus rostros inclinados, adorando al Señor. ¿Por qué hacen eso? Porque están en el cielo, libres y junto al Cordero. Ya no tienen miedo.
Ya no hay limitaciones. Mis hermanos el día está por llegar cuando nos uniremos a esas voces celestiales para completar lo que estos seres hacen. Nuestro canto también será por la liberación final del sufrimiento en la tierra. Pero, sobre todo, será un canto de redención al Cordero porque fue inmolado por nuestros pecados.
Hay un aleluya de reconocimiento
Apocalipsis 19:6. Observe lo que nos presenta este acto previo. Escuche quiénes son los participantes de este aleluya: “una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos…”. La razón para este canto y esta multitud es que hay un Señor que reina. Los invitados a esta boda celestial alaban al Señor por su reinado. Su canto tiene un sentido de reconocimiento.
Ellos ahora están con su Dios, Señor y Salvador Jesucristo. Al adorarlo reconocen que solo uno en ese lugar debe ser honrado, exaltado y adorado por toda su creación. ¡Alabado sea Dios porque viene un día en que el Señor tendrá la gloria y el honor que se merece todo el tiempo! La eternidad no será suficiente para echar nuestras coronas alrededor de su trono como los 24 ancianos, y decir «Aleluya» al que reina por los siglos de los siglos.
Habrá una celebración consumada
Han llegado las bodas del Cordero
Apocalipsis 19:7a. Las palabras «han llegado» tienen una sensación de alivio porque aquel es el momento esperado. Los novios que están pronto a casarse saben lo que significan estas palabras ¿Sabe usted lo que representará ese momento en las Bodas del Cordero? Cuando llegue ese tiempo, el plan de Dios que se había desarrollado por todas las edades habrá sido completado. Dios no ha cesado de trabajar desde que el hombre pecó en el Jardín del Edén. Su eterno propósito es restablecer la comunión perdida con él.
Cuando Jesús murió en la cruz por los pecados de la humanidad logró reconciliar al hombre con Dios. Así, pues, todos los que ponen su fe en Jesús son salvados por la gracia de Dios. De esta manera, los que duermen o estemos vivos, cuando Jesús llega a recibir a Su Novia para sí sabremos que el tiempo esperado llegó. Nada superará ese acto en toda la historia de la humanidad. Nada es más emocionante en una boda que anunciar la llegada de los novios. Durante el tiempo de Jesús aquel anuncio lo hacía el “amigo del esposo”. Pero ahora observe que es una multitud los que hacen el anuncio.
La esposa está preparada
Apocalipsis 19:7b. En las bodas orientales había tres etapas: la del compromiso, presentación y celebración. La del compromiso era un acto legal, arreglado por los padres donde ni siquiera ellos elegían a su pareja. Era el tiempo del “desposorio” donde los dos estaban separados. José y María vivieron eso.
En la etapa de la preparación el papá del novio lo enviaba con sus amigos a la casa de la novia, previo negocio, con una gran fiesta y un intercambio de regalos. Allí el novio tomaría a su novia y se unirían para siempre. Esto es lo que ha sucedido con la iglesia. Ya estamos casados con el Señor, pero estamos en la etapa de presentación.
El rapto de la novia será para esa consumación. El novio sufrió y murió por ella acá en la tierra, pero ahora llegó el tiempo porque “la esposa está preparada”. Las Bodas del Cordero nos llevarán a esa consumación. Ahora solo esperamos que llegue el Novio para que su Esposa venga a su encuentro. Ahora la novia lucha, se aflige, es perseguida, pero en el cielo estará triunfante. La celebración será parte de ese encuentro ¿Estamos listos para recibir al que viene a buscar a su Novia?
Vestida de lino fino
Apocalipsis 19:8. Note esta distinción: “A ella se le ha concedido”. Esto es gracia soberana. El más grande don de su propio Amado. Note usted esta declaración: la iglesia recibió una concesión proveniente del trono, como un derecho indiscutible de su Amado. ¿Y quién de nosotros merece el cielo sino por esa concesión divina?
Entraremos allí simplemente por gracia, pues no hay méritos de ningún tipo que nos haga merecedores de tan alta distinción. Pero además, a esa “esposa”, que es el estado consumado después de haber sido la Novia, se “le ha concedido que se vista de lino fino”. Este vestido, a diferencia del que se pone “la gran ramera” es muy sencillo.
La ostentosidad es propia del capítulo 18 de Apocalipsis. Sin embargo, la esposa del Cordero se viste con sencillez, pero con ropas distintivas. ¿Puede haber algo mejor que el lino fino, limpio y resplandeciente? Ese vestido con el que se ha ataviado para su marido son “las acciones justas de los santos”. La justicia que exhibirán los santos ese día no será la suya propia, sino la imputada, la que les concedió el Señor. La iglesia ha de vestirse para agradar a su Señor. El término “radiante” será la manera como ella se presentará delante de él. ¿Es así su vestido?
Haberá una celebrción continuada
Participando también de la cena
Apocalipsis 19:9. Para aquellos hermanos que han tenido cierta preocupación sobre las “comidas celestiales” aquí hay una respuesta. No me pregunte cómo será el “arte culinario” de esa Cena. Solo le digo que después del enlace nupcial de aquella Boda Real, habrá un gran banquete. También este texto nos recuerda que serán muchos los invitados a esta Cena, pero que a su vez serán muchos los que no estarán allí.
El libro de Apocalipsis nos presenta varias “bienaventuranzas”, esta es una de las más importantes. La pregunta que surge en este pasaje es ¿quiénes son los invitados a esta cena? ¿Quiénes formarán parte de semejante banquete celestial? Bueno, serán los santos del antiguo testamento y los que hayan salido de la gran tribulación.
Será un grupo compuesto por todos los judíos y gentiles quienes fueron salvos antes del Pentecostés y después del rapto. Esa será una de las más grandes asambleas jamás vista. ¿Se imagina usted una cena con todos esos santos juntos y al Señor Jesucristo sirviéndonos?
La gloria de la Cena en esa Boda Real
Apocalipsis 19:7. La declaración “gocémonos y alegrémonos” ponen de manifiesto una invitación a celebrar la gloria de aquel momento. Toda boda oriental estaba seguida de una gran fiesta. Lo prolongado y la opulencia de la celebración dependían de la riqueza del esposo.
Por lo general eran siete días de gran fiesta. ¿Cuánto durará la celebración de esa Boda Real? Pues nada menos que mil años. Después de la fiesta de boda regresaremos con él a la tierra. Sus enemigos serán puestos bajo el estrado de sus pies y Cristo establecerá su trono, el que fue profetizado como el “trono de David”. ¿Se imagina usted un reinado con Cristo por mil años de absoluta paz?
Muchos de nosotros recordamos la boda del príncipe Carlos de Gales y la princesa Diana. Aunque fue un espectáculo sin precedente, visto por millones de personas, no mucho tiempo después el mismo mundo que vio aquella fastuosa unión, fue testigo de la separación que terminó en un divorcio y después la muerte de la princesa.
Qué bueno que en esta Boda Real será para siempre. El Novio ha amado tanto a su Novia que es imposible una separación. Y la cumbre de esa Boda Real se verá cuando veamos al mismo Novio sirviendo a su Novia como el más grande de los Amantes. La iglesia que hoy sufre le espera una dicha que jamás la había conocido.
Las bodas del Cordero
“Estas son palabras verdaderas de Dios” v. 9c. Por lo tanto, son nuestra más grande demanda para vivirlas. Como son las “bodas del Cordero”, ya él fue sacrificado por nuestros pecados para que seamos parte de ella. Asegúrese que su nombre aparezca en libro de los invitados a esta celebración eterna. ¿Estará usted en las Bodas del Cordero? ¿Será uno de los invitados a la Cena de las Bodas del Cordero? ¿Tiene el vestido de boda? ¿Está su lámpara llena de aceite para cuan el venga el Novio? Venga a recibir a su Amado hoy.