Los fulani quieren acabar con la presencia cristiana en Nigeria
El pueblo del pastor Jeremías fue atacado en abril de 2020 como parte de la ola masiva de violencia que se ha levantado contra los cristianos de Nigeria central. Está en el área de Kufana, un lugar susceptible a los ataques de los fulani donde no hay electricidad, ni pozos de agua potable, ni camino y el bosque les rodea.
Los militantes fulani quieren tomar posesión de las regiones donde los cristianos han vivido durante generaciones para alimentar a sus ganados. Estos ataques son brutales porque quieren acabar con la presencia cristiana en la región.
El pastor Jeremías es uno de tantos cristianos que pone su vida en peligro cada día para vivir su fe en Jesús en este lugar hostil. Hablando de cómo es su vida diaria comenta:
“Cuando vamos a dormir en la noche, nunca estamos seguros si al día siguiente despertaremos”.
Esta es su historia.
“Un día, sobre las cuatro de la tarde, escuchamos el sonido de disparos cerca de nuestro pueblo”, dice el pastor. “Así que les dijimos a nuestras mujeres y niños que se marcharan al pueblo más cercano mientras los hombres nos quedábamos para vigilar el pueblo”.
“Quince minutos después, hombres armados de la etnia fulani rodearon el pueblo.”
Muchos de los atacantes eran altos e iban vestidos con uniformes. Llegaron con armas automáticas en las manos disparando a cualquiera que tuvieran a la vista. También llevaban antorchas para quemar el pueblo.
Los hombres del pueblo no podían hacerles frente a los atacantes, así que todos huyeron. No todos sobrevivieron. Algunos de los supervivientes se adentraron en el bosque, otros se escondieron en las rocas y otros intentaron huir al pueblo vecino. “Los fulani me dispararon mientras huía, pero no me hirieron”, dice el pastor Jeremías.
Los militantes fueron casa por casa, prendiendo fuego a todo. En la iglesia del pastor, apilaron todas las sillas de plástico que había en el local sobre unos bancos de madera. Prendieron fuego a las sillas con la intención de que prendieran los bancos y así quemar el techo de la iglesia. Sorprendentemente, los bancos no se incendiaron.
“Dios, en su manera divina de hacer las cosas, solo permitió que se quemaran y derritieran las sillas de plástico,” comparte el pastor Jeremías.
A la mañana siguiente, después del ataque de los fulani, el pastor Jeremías y el resto de los cristianos volvieron al pueblo para rescatar lo que quedaba después del daño causado.
“Cuando volvimos esa mañana, no se veía más que fuego y humo saliendo de las casas y almacenes,” dice el pastor. “Echaron agua para salvar sus cosechas y tener algo que comer, al menos durante unos días.”
En las calles se veían montones de escombros, platos, acero corrugado quemado… todo el pueblo fue afectado. Las casas estaban desnudas, los techos se habían quemado, y las paredes estaban salpicadas de manchas negras de los incendios.
Entrando en la casa del pastor Jeremías, se veía un marco de puerta tirado donde ya no quedaba la puerta. El techo había desaparecido. Las cenizas y el hollín cubrían el suelo.
“Hicieron esto porque querían adueñarse de la zona, desde aquí hasta los arbustos”, dice el pastor Jeremías. “Querían matar a la gente de aquí. Pero Dios no permitió que eso pasara”.
Este tipo de persecución violenta forma parte de la vida para muchos de los cristianos en Nigeria hoy en día. Nigeria está en la novena posición de la edición del 2021 de la Lista Mundial de Persecución que publica Puertas Abiertas cada año. Esto significa que esta parte de Nigeria es una de las regiones más peligrosas del mundo para ser cristiano. Ni siquiera la pandemia del coronavirus, frenó estos ataques mortales, al contrario, aumentaron en la región.
Hace años, hablaban abiertamente con los fulani, pero ahora, la relación entre los cristianos y los fulani se ha vuelto como una relación entre serpientes y personas. Si uno le ofrece la mano a una serpiente, ésta le muerde. El pastor Jeremías dice que este cambio ha sido muy duro para él.
A pesar de todo, el pastor Jeremías continúa liderando a la gente de su pueblo inspirándoles esperanza. Les recuerda que sobreviven por la gracia de Dios y que el Señor todavía tiene planes para ellos – planes en los que le darán gloria a Él.
“Debemos darle la gloria a Dios. Él está vivo y nos ayuda”, añade el pastor. “De la misma manera en que una gallina cubre a sus crías con sus alas, Él nos protege.”
Siguen temiendo que se repitan los ataques, pero el pastor dice que los cristianos nigerianos nunca han luchado con armas.
“Aunque muramos, estamos en las manos de Dios”, afirma el Pastor.
Fuente: Puertas Abiertas