La Silla Vacía: le ayudo a entender su lesbianismo

Descubre la técnica de la silla vacía. Muchas veces, el malestar que sentimos en nuestro interior busca una etiqueta simple para poder explicarse. Creemos que el problema es uno, cuando en realidad, las raíces son mucho más profundas y complejas. Esta es la historia de Anita, un valiente viaje de autodescubrimiento que comienza con una confusión y nos guía, a través de una poderosa técnica terapéutica, hacia la sanación de las heridas más antiguas.
La confusión de Anita: cuando crees que tú eres el problema
Anita ha visitado varias veces el consultorio de la doctora Esly cargando un peso enorme. Ella lo describe como «tener problemas de lesbianismo». Siente que su orientación sexual es la fuente de su angustia, una idea a menudo alimentada por expectativas sociales o familiares no cumplidas. Sin embargo, la doctora Esly, con su escucha experta, intuye que esta etiqueta es solo la punta del iceberg del verdadero conflicto interior de Anita.
Una Herramienta reveladora: El ejercicio de la Silla Vacía
Para ir más allá de la superficie, Esly le propone a Anita un ejercicio de la terapia Gestalt conocido como la «silla vacía». Esta técnica consiste en colocar una silla vacía en frente de la persona y pedirle que imagine que ahí se sienta alguien importante de su vida. En este caso, la invitada a esa silla es la madre de Anita. El objetivo es crear un diálogo honesto y sin filtros, permitiendo que emociones y palabras estancadas finalmente salgan a la luz.
El Diálogo Pendiente: descubriendo «el problema» de Mamá
El primer propósito del ejercicio es claro: descubrir qué asuntos no resueltos existen en la relación de Anita con su madre. A través de este diálogo imaginario, Anita tiene la oportunidad de expresar reproches, anhelos y dolores que nunca pudo verbalizar. Al mismo tiempo, al cambiar de silla y «hablar» como si fuera su madre, puede empezar a comprender las heridas, miedos o expectativas de ella. Este proceso revela que mucho del malestar que Anita siente como propio, en realidad puede ser una carga heredada.
Más allá del lesbianismo: «¿Por qué no me identifico como mujer?»
La terapia de la silla vacía destapa una segunda capa, más profunda aún: la duda de Anita sobre su propia identidad de género. Al confrontar la figura materna, Anita puede empezar a identificar qué ideas sobre «ser mujer» le fueron impuestas. ¿Se siente desconectada de su feminidad porque no encaja en el molde que su madre o la sociedad diseñaron para ella?
Este ejercicio no busca darle una respuesta definitiva, sino liberarla de las voces ajenas para que pueda escuchar la suya propia. La terapia la acompaña para que ella misma descubra y abrace su identidad, sea cual sea, libre de culpa y de juicios externos.
Toma asiento en la Plaza y escucha
La sesión de Anita y Esly en la Plaza del Encuentro es una clase magistral de valentía y sanación. Te invitamos a que pases a la Plaza del Encuentro. No serás un simple espectador. Queremos que te sientes en otra silla, como un testigo silencioso de esta transformación. Escucha cómo una silla que empieza vacía puede terminar llena de respuestas, perdón y, sobre todo, de autoaceptación.
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