La pregunta de la definición
¿También ustedes quieren marcharse?
Juan 6:60-71
Hay unas pinturas hechas de Jesús donde lo muestran sufrido y muy débil. Mientras que otras, al estilo de Hollywood, lo presentan como una estrella de cine. Pero la verdad es que ninguna de esas pinturas puede reflejar la persona de Jesús. Por ejemplo, muy poco conocemos acerca de su carácter firme contra los fariseos.
Sin ningún miedo los llamó hipócritas y sepulcros blanqueados, sin importarles que se enojaron. Una de esa demostración de su carácter fuerte, y lleno de celo, fue cuando volteó las mesas de los cambistas, y cuando soltó a las ovejas y las palomas en el templo, dejando a los vendedores con enormes pérdidas. Jesús fue tierno, compasivo e inmensamente misericordioso y en este capítulo le vemos haciendo uso de su compasión.
De acuerdo con el relato de Mateo, Jesús “vio una gran multitud, y tuvo compasión de ello” (Mateo 14:14). Pero va a ser en este mismo pasaje donde apreciamos la sinceridad de Jesús para todos aquellos que lo buscan, pero con otros propósitos. La multitud alimentada en aquella noche descubrió una especie de “food bank” (banco de comida) en Jesús, y a partir de allí le seguían por ese pan que comieron, pero Jesús los va a confrontar con estas palabras: “me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis (v. 26).
La humanidad no ha cambiado. Cuando encuentran a alguien o algún sistema que los sostenga, se hacen adictos y dependientes de ellos. Cuando aquella multitud fue saciada, sin hacer mucho esfuerzo, quisieron hacer rey a Jesús. Pero Jesús se alejó y los retó a trabajar. Y fue en ese escenario cuando se aseguró de pulsar cuáles eran los reales motivos para que ellos le siguieran. En esta historia Jesús va a revelar quiénes son los discípulos verdaderos y los discípulos falsos. La pregunta para la ocasión será de definición: ¿También ustedes quieren marcharse? v. 67. ¿Qué hay detrás de ella?
El pan de un día satisface una sola vez
Pero esto decía para probarle…
Juan 6:6. Esta historia aparece en los cuatro evangelios y cada uno de ellos destaca algún elemento especial para darle más vida a este gran milagro. Para Juan, esta es la cuarta señal de las siete mencionadas en su libro. Jesús le preguntó a Felipe: “De dónde compraremos pan para que coman estos? v. 5. Y cómo Felipe era un buen matemático inmediatamente sacó sus cálculos, diciendo que doscientos denarios (unos $400) no alcanzarían para una multitud tan grande.
La pregunta de Jesús era para saber con cuántos recursos contaban los discípulos para alimentar a tanta gente. Juan mismo nos va a decir que Jesús hizo esta pregunta para probarles “porque él sabía lo que había de hacer” v. 6. Del matemático Felipe pasamos al práctico Andrés, quien encontró a un muchacho con “cinco panes de cebada y dos pececillos” v.9.
Bueno, esto era menos de doscientos denarios, pero era lo que había para aquella ocasión. Casi todos los evangelistas hablan del número de cinco mil hombres, pero fue Mateo quien añadió este detalle: “sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:21). Aquella multitud podía llegar a unos quince mil. Jesús satisfizo su hambre, pero ellos volverían a tener hambre el día siguiente.
Me buscáis, no porque habéis visto las señales…
Juan 6:26. Juan es el narrador de los detalles. Nadie como él para conocer el mundo del mar, de los barcos y de las pescas. Los demás evangelios solo nos narran el milagro de la alimentación de los cinco mil hombres, pero Juan nos presenta elementos tan enriquecedores de esta historia que son dignos de comentar. Observe cómo habla de la gente buscando a Jesús otra vez.
Si algo sabía aquella multitud era acerca de las barcas donde Jesús se sentaba para enseñar. Y ese conocimiento no les hizo ver a Jesús por allí, ni sus discípulos, por lo tanto, la decisión fue navegar hasta Capernaún para buscar a Jesús. Pero ¿por qué este interés de la gente en buscar a Jesús? ¿En verdad lo hacían porque lo necesitan como su salvador? ¡De ninguna manera!
Observen cómo ellos buscaban más señales. Aquella gente vio cómo aquel solitario hombre oró al cielo, bendijo aquellos panes y los peces, y toda esa multitud comió y se llenó, y hasta sobró. Uno puede imaginarse a esa gente hablando del milagro. La noche anterior nombrarían alguna comisión para llegar a Jesús y proponerle crear algunas panaderías y pescaderías (imaginación), porque ellos encontraron la fuente para satisfacer su hambre temporal.
Jesús como el pan de vida satisface más de una vez
Mi Padre os da el verdadero pan del cielo
Juan 6:32. Con la multiplicación de los panes aquella gente recordó al maná del cielo por ser también un milagro que sostuvo a Israel durante cuarenta años. Esa gente sabía que una población como de unos dos millones de personas pasó ese tiempo en el desierto y fueron sostenidos con el maná del cielo. Pero Jesús hizo la aclaración que no fue Moisés quien les dio el pan, sino Dios.
¿De dónde iba a Moisés a encontrar comida en el desierto para alimentar a tanta gente? Por esto Jesús hizo la aclaratoria en el v. 33. Y si bien la gente podía pensar en una especie de repetición de aquel pan, la Biblia nos dice que al momento cuando Israel entró a la tierra prometida, cesó el maná (Josué 5:12). Otra vez, su visión del pan era algo temporal, pero aquí tenemos a Jesús hablándole de un pan que no perece. Hasta ese momento ellos le tomaron la palabra al Señor, y dijeron: “Señor, danos siempre este pan” v. 34.
Este deseo de la gente pareciera indicar que ellos habían entendido a Jesús en su ofrecimiento de un pan para una satisfacción permanente, pero sus pensamientos estaban todavía en los panes de aquella noche, y no ver a Jesús como el “pan de vida”, quien satisface más de una vez.
Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre
Juan 6:35. Juan nos presenta con este texto la primera revelación de los “yo soy” de Jesús. Jesús manifestó con esto la existencia de un pan perecedero. El dio un pan fresco, y seguramente caliente la noche anterior, satisfaciendo a una gran multitud, pero ese pan se acabó.
Él también sabía de la existencia del maná, pues era un tipo de él como “el pan de vida” que había descendido del cielo, pero eso también pereció. Note usted esta declaración de Jesús “nunca tendrá hambre”. Dios le dio a su pueblo el maná del cielo, pero siguieron con hambre. Cristo satisfizo el hambre a esa gran multitud, pero lo están buscando porque tienen hambre otra vez. De esta manera, lo que Jesús hizo con esta señal no era su plan.
Él no había venido para montar una panadería o una pescadería en cada pueblo. Él no era un mesías que vino para repartir bolsas de comida a los pobres y necesitados. El milagro hecho fue hablarles de una revelación mayor. “Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera” v. 50. Además, dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre…” v. 51. Cuando comemos el cuerpo de Cristo se acaba el hambre.
Hay seguidores de Cristo con falsas expectativas
Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
Juan 6:60. ¿Cuáles fueron las palabras que ofendieron a este grupo? Lo dicho por Jesús produjo una reacción en todos los presentes. Él habló de “comer su carne” y “beber su sangre”. ¿Por qué fue dura esta palabra a los buscadores de pan? Porque Jesús ya no les iba a dar más ese pan material, sino “pan espiritual”. El ofrecimiento de su cuerpo y de su sangre no encajaba en sus expectativas. En este pasaje vemos el desánimo de los que siguen al Señor.
Para muchos seguidores, el evangelio más popular es el de los conciertos, el sin demandas, el de la prosperidad, el evangelio donde no se pide hacer sacrificios. Cuando alguien habla del arrepentimiento y del pecado, ese evangelio cuenta con pocos seguidores. ¿Por qué fue dura aquella palabra para los seguidores del “milagrero de los panes?”.
Porque ellos le dieron una “interpretación claramente literal” a sus palabras. Pensaron que Jesús les estaba pidiendo que fueran caníbales; literalmente comer su carne. No preguntaron si las palabras de Jesús tenían un significado espiritual más profundo. Otra vez, ellos buscaban el pan de aquella noche recostados sobre la grama. Un falso discípulo es el que busca a Jesús para satisfacer su vientre y no su alma.
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás…
Juan 6:66. Este es un versículo preocupante y amerita ser considerado seriamente. Jesús había dicho estas palabras: No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21). Lo primero que observo en el texto es que quienes “volvieron atrás” eran discípulos. ¿No le llama la atención esto? El contexto nos revela a esos discípulos murmurando por lo que Jesús dijo.
Previo a la llegada del maná, el pueblo murmuró y Dios escuchó sus quedas. Y ahora en Juan escuchamos a Jesús confrontando a esos falsos seguidores, preguntándoles: “¿Esto os ofende?” v.61. En ambos casos, en Éxodo y en el evangelio de Juan, la murmuración es desconfianza en el Señor. Una de las características de los falsos discípulos son las quejas continuas.
Si las cosas no van bien o si no consiguen lo que buscan en Jesús comienzan a murmurar y al final terminan yéndose de la iglesia. La Biblia nos dice que nosotros debemos amarnos los unos a los otros, y evitar las ofensas, pero si Jesús y su evangelio me ofende debo humillarme y saber que él me está demandando una fidelidad total para seguirle.
Los verdaderos discípulos siguen con su maestro
¿Queréis acaso iros también vosotros?
Juan 6:67. Nunca Jesús había sido tan franco como se nos presenta en esta historia con sus discípulos. Hemos dicho que Juan es el hombre de los números, por eso, previo a esta pregunta, escribió: “Dijo entonces Jesús a los doce”. Esto no está puesto por casualidad. Al parecer fue la única vez cuando un evangelista lo mencionó de esa manera. No sabemos cuántos discípulos se fueron, pero Jesús sí sabe de doce de ellos quienes habían sido escogidos por él desde el principio.
A ellos les pregunta si también querían irse. ¿Por qué Jesús desanimó a sus discípulos para irse también? Porque él quiere contar con discípulos auténticos, que no lo sigan por los “panes” temporales, sino porque él es el “pan de vida”.
Aquella era la pregunta de la decisión. Jesús los confrontó y los puso a considerar las verdaderas razones de seguirlo. Jesús sigue confrontando a los doce y les hace otra pregunta para hacerlos pensar: “¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” v. 70.
Si usted se encontrara entre los seguidores de Cristo, y le dijera que uno de nosotros es diablo, ¿cómo reaccionaría? Bueno, ciertamente había un diablo allí, porque el mismo Cristo lo delata v.71.
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna
Juan 6:68. Esta es una de las más hermosas confesiones de la palabra, y vino en uno de los momentos más cruciales en la vida de los discípulos. Es una de las frases más usadas en el mundo cristiano, sobre todo cuando no sabemos a dónde acudir. La franqueza con la que Jesús habló puso a los doce en una decisión crucial. Jesús les habló duramente y los conminó a considerar una retirada en ese momento. Ellos tuvieron la oportunidad de “rajarse” o “achicopalarse”, como dicen los mexicanos, pero en lugar de eso decidieron mantenerse fieles a Jesús.
Esa manera de reaccionar indica quiénes son los verdaderos discípulos cuando somos confrontados entre seguir o abandonar. Y esta pregunta sigue vigente. ¿A quién acude usted en sus tiempos de crisis, pruebas, enfermedades o de soledad? Los auténticos discípulos no buscan otra vía para salir de sus problemas, sino a Jesús. Nadie más puede consolar nuestro corazón, curar nuestras heridas, restaurar alguna relación rota y levantarnos otra vez como lo hace Cristo. Optar por Cristo, en lugar de irse, nos garantiza una vida mejor acá, y después la del cielo venidero, porque “tú tienes palabras de vida eterna”. Cómo no acudir a él.
La pregunta de la definición
En esta historia podemos encontrar un tema titulado: “cuando el evangelio traído por Jesús ofende”. Sí, porque lo que Jesús dijo ofendió a los presentes. Observe su pregunta: “¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?” v. 62, 63. Esta ofensa fue la que causó la retirada de algunos discípulos, pero también para asegurarse si los doce discípulos estaban siguiendo a Jesús igual que los otros, por los panes y los peces.
La pregunta “¿queréis acaso iros también vosotros? buscada la definición en cada uno de ellos. Jesús sabía que aun entre los doce había uno a quien él mismo llamó diablo, porque estaba siguiendo a Jesús, pero seguía siendo un ladrón. Pero acá también tenemos a unos discípulos definidos. Pedro, como vocero del grupo, hizo una de las más grandes declaraciones frente aquella pregunta (v. 68). En 1970, cuando la misión espacial del Apolo 13 se acercaba a la luna, tuvo que devolverse por un desperfecto de la nave.
Eso creó una situación muy peligrosa para la vida de la tripulación. Fue entonces cuando Gene Kranz, el director principal de vuelo para el control de la misión, pronunció una declaración a la tripulación de tierra en Houston que ha sido muy famosa hasta ahora. Él dijo: “El fracaso no es una opción”. La diferencia entre un discípulo y un desertor radica en esa misma mentalidad. Para el verdadero discípulo, alejarse simplemente no es una opción, porque para él, Jesús es la única fuente de verdad y el único Salvador en quien confiar. ¡Por lo tanto, no te dejamos!
Estudios de la serie: Las preguntas prominentes de Jesús
1: La pregunta comprometedora2: ¿Crees esto? La pregunta de la esperanza
3: La pregunta de la misericordia
4: La pregunta de la fe
5: La pregunta de la definición
6: La pregunta de la frustración
7: La pregunta de la duda
8: La pregunta de lo que está escrito
9: La pregunta del toque
10: La pregunta del amor