La cuna de Mao se convierte en la mayor fábrica de biblias
La empresa china Amity Printing producirá en 2009 la cuarta parte de biblias del mundo
China, la "fábrica del mundo", ya no sólo produce ropa y tecnología barata. El país que fundó Mao bajo los principios del ateismo y que castiga con la cárcel a los cristianos que practican la fe sin pertenecer a alguna de las iglesias controladas por el Estado, podría convertirse en pocos años en el mayor fabricante de bíblias del mundo.
" Producimos bíblias de buena calidad y a un coste mucho más bajo", dice Zhang Liwei, secretario general de la Fundación Amity, la organización de beneficencia protestante que gestiona la única imprenta autorizada para fabricar bíblias en China, Amity Printing.
El pasado 11 de septiembre, la empresa celebró por todo lo alto la friolera de 50 millones de Bíblias y Nuevos Testamentos vendidos desde que empezó a funcionar, en 1987.
"Hemos vendido 9 millones al extranjero" asegura Zhang, desde la oficina de la fundación en Nanjing, la ciudad del este de China donde se encuentra la fábrica. Los clientes internacionales llegan a través de Sociedades Bíblicas Unidas, (SBU), una organización evangélica inglesa dedicada a promover la lectura de la Bíblia.
La joint-venture entre Amity y su socio inglés empezó en 1987, seis años después de que el presidente Deng Xiaoping -en la línea de la política de reforma y apertura- autorizara la práctica de la religión por primera vez desde 1949.
Amity Printing acaba de abandonar su antigua fábrica en el centro de Nanjing para trasladarse a una nueva planta de 85.000 metros cuadrados, en un polígono industrial de las afueras. "La nueva fábrica tiene capacidad para producir un millón de libros al mes", dice Zhang.
En 2009 Amity producirá una cuarta parte de las bíblias que hay en el mundo. "Exportamos a más de 60 países diferentes", dice Zhang. Entre ellos, a países africanos y de Latinoamérica. Las modernas instalaciones tienen poco que ver con la primera fábrica, que se puso en marcha gracias a la donación de maquinaria y papel hecha por SBU.
Fe controlada
"Los libros religiosos habían sido destruidos durante la Revolución cultural y los cristianos no tenían bíblias", dice Zhang, recordando la situación del país en 1981, el año que Deng decretó las cinco religiones oficiales permitidas: Budismo, Taoísmo, Islam, Cristianismo protestante y Catolicismo.
Cada una de ellas depende de una institución controlada por el Partido comunista. La fundación Amity, por ejemplo, depende del Consejo Eclesiástico Chino, (CEC), la iglesia oficial de los protestantes.
"Nuestras primeras bíblias se fabricaron en la imprenta del Ejército de la Liberación" recuerda Zhang. Durante diez años el Ejército se encargó de destruir libros sagrados y de imprimir millones de ejemplares del famoso libro rojo de Mao -que había que llevar encima todo el tiempo para no ser acusado de contrarevolucionario y acabar en campos de trabajo. Este mismo Ejército publicó tres millones de bíblias entre 1981 y 1986.
Más de 40 millones de cristianos
"La CEC es nuestro principal cliente", dice Zhang. La empresa vende el 80% de las bíblias en China, donde la venta de libros religiosos sólo está permitida en las iglesias oficiales.
En la iglesia protestante de Haidian, en Pekín, los pastores animan a los feligreses a comprar libros a la salida de laos servicios, como si fueran vendedores en un mercado. Las bíblias en mandarín que venden las 55.000 iglesias protestantes oficiales cuestan menos de un euro (9,5 yuanes).
En China hay 40 millones de cristianos, según cifras oficiales, pero las organizaciones internacionales aseguran que el número es mucho más alto, teniendo en cuenta los miembros de iglesias ilegales, como los seguidores del Papa de Roma o las congregaciones lideradas por misioneros evangélicos surcoreanos, que predican ilegalmente.
"Hemos vendido 41 millones de bíblias en nuestro país. Es la demanda que más crece", asegura Zhang. La religión se ha puesto de moda en una sociedad que busca el refugio espiritual frente al capitalismo salvaje en el que vive inmerso desde los años 80.
Protestantismo seductor
La revista londinense Christianity Today, estimó que una media de 200.000 chinos se convierte cada año al Cristianismo, en su mayoría a corrientes protestantes. La estructura jerarquizada de la Iglesia Católica y la tensión política entre el Vaticano y el Gobierno chino frenan la conversión al Catolicismo.
Amity fabrica bíblias en 90 lenguas diferentes, desde el swahili al eslovaco, incluso versiones en Braille de lenguas de minorías étnicas.
En sus instalaciones no hay ni una sola cruz ni otro tipo de parafernalia religiosa que pueda distraer la atención de sus 350 trabajadores locales. Además, sería quebrantar la ley que prohíbe la práctica del proselitismo religioso. La ley china tampoco permite la evangelización por parte de misioneros extranjeros y castiga a los que practican alguna religión fuera de los lugares autorizados.
Uno de los roles de la fundación es realizar proyectos humanitarios en las provincias más pobres de China, evangelizando a las comunidades a través de la bíblia. Gracias a los fondos que recibe de SBU y de las donaciones privadas, Amity también lleva a cabo campañas para promocionar la lectura de la Bíblia a nivel nacional. Para la más reciente, contó con la imagen de la futbolista Han Duan, la estrella del equipo de fútbol nacional.
"Todas las religiones tienen una función cultural y social", opina Zhang. Amity no descarta en un futuro producir libros de otras religiones.
"El presidente Hu Jintao ha defendido la libertad de religión y ha reconocido el importante rol de las religiones para conseguir una sociedad harmoniosa", añade Zhang, haciendo referencia al discurso de Hu en el Congreso del Partido Comunista, el pasado Octubre.
Esperando el milagro de los JJOO
Sin embargo, la Radio americana Free Asia (RFA) denunció esta semana la detención de 270 personas en la provincia de Shandong, al este de China, acusadas de proselitismo y de estar relacionadas con el Falung Gong, una secta prohibida. Según RFA, sólo se trataba de un encuentro entre pastores protestantes para estudiar la Biblia.
Además, en julio, un pastor protestante fue liberado después de tres años de trabajos forzados, obligado a hacer pelotas de fútbol para los Juegos Olímpicos de Pekín.
Los JJOO se han convertido en un buen pretexto para mejorar la imagen exterior de China y el Gobierno ha prometido garantizar los servicios religiosos de cualquier tipo a los participantes. Sin embargo el ejecutivo teme que los JJOO sean la puerta de entrada a misioneros cristianos, activistas pro-derechos humanos y agitadores sociales que puedan desequilibrar su control sobre el país.
Fuente: Publico