La canción más hermosa jamás cantada
Un coro de ángeles cantando la canción más hermosa jamas sorprendió a los humildes pastores, anunciando el nacimiento del bebé Jesús. Ese niño luego sería el Buen Pastor, pero también el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Lucas 2:8-20
Hemos venido hablando de los ángeles de la navidad, comenzando con el Ángel del Señor, quien anunciaba al Cristo pre-encarnado. Después hablamos de Gabriel, el ángel de la encarnación. Ahora tenemos a los ángeles que le cantaron a la segunda persona de la Trinidad, al recién nacido niño. De acuerdo con el ministerio de los ángeles, Dios ha escogido a millones de ellos para que le canten a su gloria excelsa, siendo muchos de ellos querubines y serafines.
Ahora bien, si Dios escogió a Gabriel para el más grande anuncio a María, se imaginan a los ángeles que Él escogió para traer la canción más hermosa jamá antes cantata. Ya los ángeles habían cantado muchas melodías, pero la que cantaron la noche que Jesús nació tuvo que ser la más sublime, jamás antes cantada. Tuvo que tener la melodía más indescriptible de todas, el canto que no se ha superado.
Aquella canción trajo la esperanza más grande que jamás se haya tenido, el gozo más contagioso del que se tenga memoria, y la paz verdadera que jamás los hombres habían conocido. Por otro lado, aquella canción nos reveló el más grande amor de Dios manifestado en las palabras que el ángel le diera a los humildes pastores resumidas como el Salvador, CRISTO y Señor. El canto de los ángeles de Belén fue el descenso de la gloria que se había ido. Entonces ¿qué hay detrás de esa canción y de los ángeles que llenaron el cielo de aquella noche a Belén
Fue oida por los hombres más insignificantes
Los pastores que guardaban las vigilias
Lucas 2:8. Lo primero que uno se pregunta en esta historia de los ángeles de la navidad es por qué vinieron a estos hombres y no a otros. Ya de por si los acontecimientos de la navidad habían sido asombrosos por la manera como Dios escogió todas las cosas, la gran mayoría de ellas humildes.
Nació en un pesebre, en lugar de una cuna de oro, y a los primeros que se les comunicó la noticia fue a los despreciados pastores. A ellos se les apareció el ángel y ellos escucharon la canción que inundó los cielos aquella tranquila noche. Lo que todos sabemos es que cuando nace un rey los invitados son miembros de otra realeza, y personajes muy relacionados al medio de la fama, la fortuna y el prestigio de la familia. Pero observe cómo Lucas relata que los convidados fueron humildes hombres del campo.
Estos hombres eran marginados y despreciados (igual que los publicanos). Tal era el menosprecio que se tenia por ellos, que su testimonio no era válido ante los tribunales de justicia, porque los consideraban demasiados ignorantes y poco confiables. Pero fue a ellos a quienes Dios escogió para darles a conocer la noticia.
Pero ¿por qué a los pastores?
Porque ellos tipifican uno de los más significativos títulos que tendría el bebé que ha nacido, el que está siendo anunciado por el ángel en aquella noche.
Jesús va a decir después “yo soy el buen pastor, y el buen pastor su vida da por las ovejas”. Los pastores ordinarios de aquellos campos vinieron a ver al Pastor que daría su vida por las ovejas. Ciertamente el oficio de Jesús no fue el de pastor de ovejas, sino el de carpintero, como el de su padre José, pero él es el Buen Pastor de Juan 10 y el Pastor del Salmo 23.
El otro asunto en este acto divino es que la mayoría de esos pastores cuidaban las ovejas que se sacrificaron en el templo. Ellos tenían que cuidar sus rebaños y protegerlos de los depredadores, de tal manera que fueran sin defectos para el sacrificio que los sacerdotes presentaban continuamente en el templo. La ironía de todo esto fue que el bebé que ellos van a ver después sería también una oveja.
De esto profetizó muchos años antes Isaías 53 al decirnos que él, “como oveja fue llevado al matadero y no abrió su boca” (v.7). Jesús iba a ser el “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esto define un sacrificio cruento.
Fue cantada después del mensaje revelado
Nuevas de gran gozo para todos
Lucas 2:11. El temor de los pastores era justificado. El poderoso ángel que llegó para darles la noticia trajo consigo el resplandor del cielo. Lo más probable es que este ángel fue Gabriel, el mismo que ya había aparecido a Zacarías el sacerdote y a María. Y es que no era cualquier cosa. Se trataba de la misma gloria de Dios que se les apareció a estos hombres de tan poco valor, pero el repentino temor de aquella gloria, inmediatamente se transformó en gozo, porque el mensaje dice: “Os doy nueva de gran gozo…”.
Esta es la esencia del evangelio. Observemos que esta noticia sería “para todo el pueblo”. Y así llegó. Fue una nueva de gran gozo para los pastores, para el pueblo y para nosotros. Fue el cumplimiento de la profecía que comenzó en el mismo Génesis 3:15. ¿Cuáles fueron esas buenas nuevas que dijo el ángel y que fueron aprobadas por los millares de ángeles que aparecieron en el cielo? Que había nacido en la ciudad de David el Salvador, Cristo el Señor. Aquella no era una noticia ordinaria. La aprobación angelical confirmaba la llegada del cumplimiento de la era mesiánica tan esperada por todos. Bendita promesa.
El lugar donde encontrarían al niño
Lucas 2:12. Las señales del ángel en torno al que había nacido eran precisas. El niño estaría envuelto en pañales, pero la cuna no era tan confortable, porque era un pesebre. Vamos a ver el contexto de todo esto. Los ángeles aparecieron y comenzaron a cantar justo cuando el ángel dio las instrucciones a los humildes pastores. Esto no es una casualidad.
Si bien es cierto que ellos van a entonar la canción más hermosa jamás cantada, ya ellos le cantaban a la segunda persona de la trinidad antes de encarnarse. Pudiera ser que los ángeles que ahora entonan esta canción fueron los mismos que en Isaías 6 cantaban también, diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” v. 4.
Si esto es así, aquel canto de los serafines se convirtió en una profecía que ahora tiene su cumplimiento, porque la gloria del Señor ha cubierto la tierra con el nacimiento del bebé que mueve sus piecitos en la rústica cuna. Así que, mientras los pastores van a Belén por el mandato del ángel, un gran coro cubre los cielos con la más hermosa melodía. Trasladaron el canto del cielo a la tierra con una letra para lo que iba a ser el niño.
Contiene las mas gloriosas letras
Las letras para la encarnación del Verbo
Lucas 2:14. Los serafines habían cantado “santo, santo, santo”, pero ahora su canto contiene la parte celestial con la que dicen: “ ¡Gloria a Dios en las alturas…!”, y la terrenal con la que dicen: “… y en la tierra paz…”. El único que merece siempre la gloria es el Dios que está en las alturas. Los ángeles sabían de esa gloria. Ellos le cantan siempre a esa gloria.
Esa gloria apareció varias veces en el tabernáculo y en el templo, pero por la desobediencia de Israel había desaparecido. Ahora aparece en la encarnación del Verbo. Juan nos va a decir: “ (Y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y en verdad)” (Juan 1:14). Pero además de ver otra vez la gloria de Dios, Cristo también nos trajo la paz.
Por supuesto que estamos lejos de ver a un mundo que viva en paz. Realmente no hay paz en la tierra. Sin embargo, la esperanza de la auténtica paz que nació hace dos mil años, es la paz que hará que los hombres se vuelvan a Dios. Cada vez que alguien recibe a Cristo en su corazón, cesa el más grande conflicto que el hombre tiene como consecuencia del pecado. Cristo es el príncipe de la paz, no hay otro como él.
Buena voluntad para con los hombres
Lucas 2:14b. Esta frase ha sido causa de mucha controversia entre los eruditos del estudio bíblico. La razón es porque de plano no hay hombres de buena voluntad en la tierra, por la condición del pecado mismo. El único ser de “buena voluntad” es Dios. Entonces ¿cómo traducir el texto para entender mejor lo que los ángeles quisieron decir?
La traducción más probable del texto sería: “… y en la tierra paz entre los hombres de su complacencia”. Esto tendría más sentido y la letra de la canción angelical sería más ajustada a lo que los hombres deben saber. No todos los hombres están prestos para recibir este mensaje de paz. Como no hay hombres de esa “buena voluntad”, este mensaje debe ser recibido por aquellos que llegan a ser de la complacencia divina.
Es la complacencia del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Los hombres que llegan a ser de la complacencia de Dios son todos aquellos que confían en él, le obedecen, le aman y disfrutan de esa paz. El asunto es que la paz de Dios no se le otorga a alguien que es bueno, porque no hay ninguno, sino a los que en verdad son receptores de ella.
Despertó la más obediente noticia
Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido…
Lucas 2:15. Lo oído y lo visto por aquellos humildes hombres no los podía mantener en el mismo lugar. Si de por sí ya no dormían por guardar las vigilias sobre su rebaño, las señales que les indicó el ángel simplemente despertaron la prontitud para ir a Belén. Las señales para encontrar al bebé eran claras: envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Si alguien sabía de pesebres eran los pastores. Muchas de las ovejas que cuidaban seguramente pertenecían a algunos de esos establos, así que no sería difícil encontrar al bebé. Y lo que llama la atención de estos humildes pastores es la disposición para obedecer el mandato divino. Ellos no fueron como Moisés quien, frente a la gran visión de la zarza y el llamado del que fue objeto, se rehusó ir porque no podía hablar.
Pero aquí vemos a todos los pastores obedeciendo. Ellos vieron la gloria de Dios y eso era suficiente para salir. Mis amados, este es el tipo de hombres que Dios está buscando. Hombres dispuestos para hablar del salvador. Hombres que enciendan el gozo en los demás por la noticia dada. Nosotros también hemos visto esa gloria, ¿qué haremos?
Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño
Lucas 2:17. Los primeros evangelistas de la historia fueron los hombres menos indicados, los humildes y hasta despreciados pastores. No fueron a un seminario. No recibieron un entrenamiento sobre cómo compartir su fe. Ellos simplemente dieron a conocer lo que se les había dicho del niño. Y qué fue lo que ellos habían oído: “…que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (v. 11).
Escuche esto, ellos comunicaron las tres cosas más grandes que se saben acerca del niño de Belén y el niño de la navidad. Esta trilogía define en su esencia tanto la identidad como la misión de Jesús. Para el tiempo cuando los pastores comenzaron a predicar estas tres cosas, el emperador romano pedía que se le nombrara en su cumpleaños, como “salvador” y “señor”.
Usted tiene que imaginarse cómo sería la reacción de la gente que no conocía otro salvador y señor que no fuera el emperador romano. Pero los pastores siguieron predicando los tres oficios que haría el bebé de Belén: Salvador, Mesías y Señor. No hay otro sino él con estos títulos.
La canción más hermosa
Era costumbre en la palestina de aquellos tiempos que para el nacimiento de un bebé vinieran músicos para cantarle y darle de esta manera la bienvenida. Para el nacimiento de Jesús no vinieron músicos terrenales, pero sí vinieron músicos celestiales.
Seguramente los serafines que ya habían cantado: “Santo, santo, santo”, ahora una multitud de ellos trajeron la música y la “canción más hermosa jamás cantada”. Fue cantado para decirnos que aquella gloria de Dios que había desaparecido según Ezequiel 10:18-19, ahora hizo de nuevo su aparición, justo al momento cuando Cristo nació.
Aquella fue una canción que unió al cielo con la tierra. No fue oída por los gobernantes de turno, sino por los más humildes hombres, los llamados pastores. Fue cantada después del más glorioso mensaje jamás revelado “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador que es Cristo es el Señor”.
La letra de la canción no fue tan larga, pero suficiente para hablarnos que la gloria de Dios había vuelto y que la paz había llegado para los hombres de la complacencia divina. Y, sobre todo, aquella canción despertó el más grande gozo para ver al niño que ha nacido, y luego dar a conocer la noticia. Aquella canción sólo la oyeron los humildes pastores, pero cuando estemos en el cielo oiremos a millones de ángeles, a los 24 ancianos, a todo lo creado, así como a los seres vivientes diciendo que el niño de Belén, hecho ahora el Cordero inmolado, es digno de ser adorado según Apocalipsis 5:11-14.
Que maravilloso es meditar , imaginar todo lo que sucedió ese día del nacimiento de nuestro Señor Jesús hay una gozo indescriptible en mi alma !!