La boda más esperada
(Apocalipsis 19:1-9)
INTRODUCCIÓN: El mundo de la farándula se desvive en presentar, con la más grande publicidad y fastuosidad, la “boda más esperada”, cuando los contrayentes pertenecen a su medio artístico o son parte de la realeza. Pero algunas de esas parejas no han terminado de acoplarse, cuando ya los papeles del divorcio están en las manos del abogado, quien llega a ser el gran ganador de esas bodas pasajeras. ¡Qué pena que el divorcio sea una realidad tan cruel para los que una vez se juraron amor mutuo y amor eterno! Pero la verdad del matrimonio sigue siendo otra. No existe en el mundo una relación más sagrada que el matrimonio. ¿Por qué razón? Porque el matrimonio es la figura más emblemática de la relación que ha tenido Cristo con la iglesia. Cuando Dios creo a Adán, sacó de su costilla una hermosa mujer a quien este llamó, con especial exclamación: “Hueso de mis huesos, carne de mi carne…”. Aquel matrimonio en su estado de santidad, antes que apareciera el pecado, era una figura de Cristo y de la iglesia. El simbolismo radica en que así como Eva salió del costado de Adán, en una “muerte temporal”, así la iglesia salió del costado de Jesús cuando murió en la cruz, “para presentársela así mismo una iglesia que no tuviese mancha y ni arrugas”. Y esa iglesia que apareció en el Edén, aparecerá un día en el cielo, vestida de lino fino y ataviada para su Esposo en lo que se llamarán las Bodas del Cordero. En nuestro cuarto mensaje sobre las bienaventuranzas de Apocalipsis, se nos dice: “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” v. 9. Dos grupos no estarán en esa Boda: los ángeles, que se convirtieron en demonios, y los no creyentes, quienes rechazaron la oferta de la salvación. Así que, si usted es un invitado a esa Boda, siéntase el más feliz de todos los seres. Veamos, entonces, por qué esta es la “boda más esperada” desde la creación.
I. PORQUE NINGUNA OTRA BODA REUNIRÁ TANTA ALABANZA UNIVERSAL
1. La música en la boda. Es muy rara una boda sin una buena ejecución musical. No faltan los finos instrumentos y hermosas melodías para el acto. Hay solistas preparados para la ocasión. Algunas bodas son acompañadas del coro de la iglesia con un himno especial. Algunas otras invitan hasta mariachis para acompañar la ocasión. Por supuesto que sería muy rara una boda sin el toque de la marcha nupcial. Y si esto es así en esta parte del mundo, imagínese lo que Dios ha preparado para la boda de su Hijo en el cielo. Tome en cuenta que para esa boda, el Padre no escatimará ningún esfuerzo para hacer que sea la más importante de todas las bodas; las “Bodas del Cordero”, en un enlace glorioso. La gran orquesta celestial está preparando todos sus instrumentos. No sabemos si habrá algún piano u órgano para ese momento, pero lo que si sabemos es que las trompetas, el arpa, los símbalos, las flautas y todos los instrumentos sonoros, estarán siendo ejecutados por los más diestros músicos, comandamos por selectos ángeles, quienes son los ejecutantes delante de la gloria de Dios. Solo tiene que saber que para el Padre celestial, esta es la Boda Mayor. Allí se interpretará la alabanza más sublime que jamás se haya escuchado, y los invitados a la cena serán testigos de aquello.
2. Los cuatro aleluyas. Esta es la única parte en la Biblia donde aparece la palabra “aleluya”, repetida cuatro veces vv. 1, 3, 4, 6. Y nos llama la atención que aparezca solamente aquí, en el contexto de las Bodas del Cordero. Dios ha reservado a su creación para que las expresen en ese tiempo. Esta palabra ha sido corrompida en su uso; para cualquier cosa la gente dice “aleluya”. El significado de esta palabra es: “sea alabado el nombre de Jehová”. El primer aleluya salió de una gran multitud, diciendo: “Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro…”. Estas tres cosas no pueden ser de nadie más. La salvación la proveyó en su Hijo Cristo antes de la fundación del mundo. La honra, pues nadie más la merece sino él. Los hombres se toman para si la honra que le pertenece a Dios. La gloria, cuyo significado en griego es “peso”, para decirnos que no hay peso mayor en su gloria eterna que la de Dios. Y el poder, dunamus en griego, con el que se reconoce a Dios como el único que lo posee. El siguiente aleluya es por el triunfo de la caída de la gran ramera. Aquella que prostituyó al mundo y persiguió a los cristianos, pero ahora la sangre de los mártires es vengada. El otro aleluya lo dicen los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes. Pero ellos, además de decir “¡aleluya!”, dicen “¡amén!”, lo que revela un estado de gozo universal, así como la satisfacción por el triunfo del Señor. El otro “aleluya” lo proclama la “gran multitud”. Los invitados a esa Boda son llamados a unirse en la alabanza v. 5.
II. PORQUE ESA BODA PRESENTARÁ A UNA NOVIA VESTIDA DE GLORIA
1. El privilegio que perdió Israel. El Antiguo Testamento nos muestra a Dios como el Esposo de Israel. Isaías nos revela ese matrimonio y la forma cómo Dios buscó a la que fue repudiada, haciéndola su Hacedor (Is. 54:5-8). Dios le dijo a Israel, tú eres mi esposa, me casé contigo cuando nadie te quería y cuando estabas abandonada. Te tomé y te hice mía cuando todos te dejaron. Pero Israel le fue infiel a Dios, y él tuvo que tomar una decisión. El profeta Jeremías nos muestra el divorcio de Israel y Dios, por causa de su infidelidad (Jr. 3:6-8, 20). Israel se fue tras los dioses adulterando con ellos, y por eso Dios le dio carta de divorcio. Y ese divorcio fue tan notorio que cuando Cristo comenzó su ministerio, se dice que vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. ¡Qué ironía que Jesús haya sido rechazado por su propio pueblo! ¿Quiénes fueron los le mataron? Su propio gente, encabezados por los fariseos, saduceos y escribas; los que más sabían de las Escrituras (Mt. 22:1-14). Entonces Dios tuvo que hacer un nuevo reino de sacerdote, un pueblo adquirido, al que llamó su iglesia. Pero la iglesia no se ha casado todavía, está desposada, por eso se darán las Bodas del Cordero. Entonces, ¿qué pasará con Israel? Oseas 2:19-20 nos da la respuesta. El amor de Dios siempre será restaurador.
2. La iglesia ataviada para su Novio. En la tierra, la iglesia es llamada la “desposada” (2 Co. 11:2); pero en “las Bodas del Cordero” se dará la consumación del matrimonio. Por ahora “la esposa se ha preparado”. ¿Qué significa esto? Que ella está consciente que aquella unión será la más santa y sagrada que jamás haya existido. Estar preparada, es estar lavada, justificada y santificada. La preparación no puede ser menos que la que el mismo Cristo exigió: “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” (Ef. 5:26, 27). No sabemos si la novia escogió el vestido para la ocasión, pero el texto dice que a ella “se le ha concedido”. Es como si ella misma escogiera la vestimenta celestial. ¿Y cómo es el vestido? Se nos dice que será hecho de “lino fino”. Esta figura nos ilustra lo más hermoso y excelente en materia de vestimenta y en decoración. El material del velo del lugar santísimo era de “lino fino” (Ex. 26:31). La túnica del sacerdote era hecha de “lino fino”. Y la túnica de Jesús, que se disputaron los soldados, era de lino fino de una sola costura. Esta será la vestimenta que la iglesia usará ese día, que tiene que ver con “las acciones justas de los santos”. Note que el lino es “fino”, pero además “limpio y resplandeciente”. Así recibirá la novia a su Novio celestial.
III. PORQUE ESA BODA MOSTRARÁ AL NOVIO MÁS ESPERADO DE TODOS
1. El Novio más destacado. En toda boda terrenal, la persona más destacada es la novia. En el altar está el novio, el oficiante, el cortejo; pero siempre existe la expectativa de la llegada de la novia que se anuncia con la “marcha nupcial”. El foco de atención es la novia. De modo que aun cuando el novio luzca hermoso y radiante, la mayoría de los elogios se los lleva la novia de la ocasión. Pero en las “Bodas del Cordero”, el novio es la persona central. Note que no se dice “las Bodas de la Iglesia”, sino “las Bodas del Cordero”. ¿Cómo será el vestido del Novio para esa ocasión? ¿Cómo será su entrada para tomar a la novia? En esta boda, el único objeto de atención y adoración será Cristo. La novia tendrá que rendirse a sus pies y adorarlo por lo que ha sido. ¿Quiere usted ver cómo se define ese novio? Vea lo que dicen los versículos 11 al 16 de este mismo capítulo. El Novio de la iglesia es: Fiel y verdadero, el Verbo de Dios y el Rey de reyes y Señor de señores. La presencia del Novio en esa boda será todo lo opuesto a lo que fue su presencia cuando murió por nuestros pecados. Allí el profeta dijo: “Le veremos más sin atractivo para que le deseemos” (Is. 53:2). Pero ahora le veremos cara a cara, en su estado más sublime de gloria. Le veremos con la gloria que el Padre le habrá dado.
2. El Novio es el cordero. Ningún esposo hará el sacrificio que Jesucristo hizo por su iglesia para proclamarse como su Novio, y a quien se “presentará a si mismo” como su salvador eterno. Jesucristo es el cordero de los sacrificios del altar en el tabernáculo y el templo. Él es el cordero trabado en el zarzal cuando Abraham fue a sacrificar a su hijo. Él es, de acuerdo a la visión de Juan el Bautista, “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Él es el “cordero que fue llevado al matadero y no abrió su boca”; y cuando lo hizo, fue para perdonar, restaurar y proveer. Pero sobre todo, él es el “cordero de Dios inmolado antes que el mundo fuese”. La novia debe saber que estas son las bodas del “Cordero”. Cuando todos estemos delante de él, veremos las cicatrices de sus clavos en sus manos. Veremos las cicatrices de las espinas en su frente. Y veremos las cicatrices de su costado, abierta por la lanza del soldado. Frente a esa figura, ahora resplandeciente, no nos quedará más sino unirnos al canto de todos aquellos que reconocen a Cristo como el “cordero inmolado”, y al único digno de abrir los sellos y proclamar con ellos su reconociendo celestial (Apc. 4). Jesucristo es el Novio ante quien nos postraremos en total rendición y en completa adoración. Solo él es digno de la adoración universal.
IV. PORQUE ESA BODA REUNIRÁ LOS MÁS DIVERSOS INVITADOS
1. Un banquete con sabor celestial. La palabra “boda”, en griego, significa “una fiesta con bebida y comida”. Todo esto indica que cuando hablamos del “banquete celestial”, hablamos de una fiesta real, con comida única, que solo el Señor nos servirá como parte de la recepción, una vez consumada la Boda. Quizá nos parezca extraño hablar de comidas y bebidas en el reino de los cielos, pero ya esto se había dicho desde antes. Por ejemplo, Isaías nos habla de Dios como preparando para su pueblo un gran banquete (Is. 25:6). De esta manera se concebía el llamado reino mesiánico. Cuando Cristo vino, profetizó de gente que vendrían del este y del oriente a sentarse con los patriarcas en el cielo (Mt. 8:11). Y cuando Jesús tomó el vino, en lo que se conoció como la “cena del Señor”, dijo a sus discípulos: “Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre (Mt. 26:29). ¿Estaba pensando él en la cena de las Bodas del Cordero? Lo cierto es que el reino de los cielos será el lugar de la abundancia de todo y para todos.
2. Una mesa para los convidados. Muchas bodas terrenales son selectas y privadas. Por lo general los que llegan no son muchos. Y en no pocos bodas, el grupo invitado a la cena es más reducido. Sin embargo, esto no pasará en “la cena Bodas del Cordero”. A los que han llegado allí se les dice “bienaventurados” v. 9. Hemos dicho que esta palabra (del griego makários), significa “dichoso, bendito, feliz”. Si todas las bienaventuranzas son importantes, debo pensar que esta es la más grande de todas. Nada será mejor que estar en aquella cena celestial donde el Novio servirá las mesas. ¿Quiénes estarán en esa cena? Adán y Eva, Abel, Enoc, Noé y sus contemporáneos. Abraham, Jacob, las doce tribus y los demás patriarcas. Samuel, David y los demás reyes. Elías, Eliseo, Isaías y los demás profetas mayores. Daniel, Miqueas y los demás profetas menores. Allí estarán los doce apóstoles y también estará María, junto con todas esas santas mujeres. Allí estarán los mártires que dieron su vida por el Cordero. Allí estarán las naciones, tribus, pueblos, junto con sus reyes y gobernantes que hayan andado a luz de evangelio. Allí estarán pastores, evangelistas, maestros. Allí estarán todos los llamados por su nombre. Allí estarás tú, amado hermano. La más grande diversidad de gente adornará aquella mesa. Esa será la cena que el Padre ha preparado. Allí no faltará nada y todos estarán felices.
CONCLUSIÓN: Una de las notas más distintivas en esta celebración es la invitación que surge del texto mismo: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” v. 9. Pero para llegar a esa fiesta del cielo, tenemos que ser llamados. Esta es la razón de la presente bienaventuranza. ¿Formará usted parte de esta Boda? ¿Será usted uno de los invitados a la cena de las Bodas del Cordero? La reservación hay que hacerla ahora, en la tierra. Acepte a Cristo como su salvador para que él sea su Servidor en las Bodas del Cordero.