Descubren un hallazgo bíblico que confirma los Reyes de Judá
Un hallazgo bíblico en Jerusalén antigua refuerza la conexión entre la arqueología y la veracidad de los relatos del reino de Judá.

Un reciente hallazgo bíblico ha despertado gran interés entre arqueólogos, historiadores y creyentes. Se trata de un fragmento de cerámica con una inscripción en escritura cuneiforme, datado en unos 2.700 años, descubierto en una excavación arqueológica en Jerusalén. Los expertos aseguran que se trata de la primera inscripción asiria del periodo del Primer Templo hallada en la ciudad. Este importante hallazgo parece haber formado parte de una correspondencia oficial entre el poderoso imperio asirio y el reino de Judá, proporcionando una nueva confirmación del relato bíblico de los Reyes.
El descubrimiento refuerza la comprensión de la relación entre Judá y las grandes potencias del Antiguo Oriente, y ofrece una conexión tangible entre los registros arqueológicos y la veracidad de los relatos bíblicos que describen la época de los reyes de Judá. Para la comunidad cristiana, esta pieza es más que un objeto histórico: es una evidencia material que respalda la fidelidad de la Palabra de Dios y la existencia de los reinos mencionados en las Escrituras.
El fragmento fue hallado cerca del Muro Occidental del Monte del Templo en la Jerusalén Antigua durante el proceso de tamizado húmedo del material extraído en las excavaciones. Este método, que consiste en pasar los sedimentos por una malla con agua para recuperar piezas pequeñas, forma parte del proyecto “Archaeological Experience” del Parque Nacional del Valle de Tzurim, impulsado por la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel junto con la Fundación Ciudad de David.
Una de las voluntarias del proceso, Moria Cohen, relató su experiencia de este hallazgo bíblico con gran emoción. “Estaba tamizando el suelo y de pronto noté un fragmento de cerámica con un patrón extraño. Lo miré de cerca y me pareció que era escritura cuneiforme, algo muy poco probable. Cuando comprendí que no era decoración sino texto real, grité de emoción”, compartió. Cohen añadió que fue un momento profundamente conmovedor: “Pensar que, tras 2.700 años, soy la primera persona en tocar este fragmento… es realmente un hallazgo único en la vida”.
La Dra. Ayala Silberstein, directora de la excavación de la Autoridad de Antigüedades de Israel, explicó que la inscripción “proporciona evidencia directa de correspondencia oficial entre el imperio asirio y el reino de Judá. Parece que esta zona sirvió de centro para altos funcionarios y ministros”.
Según el análisis de los especialistas, el fragmento formó parte de una bulla real, una impresión de sello usada para autenticar cartas o envíos oficiales de la corte asiria. El texto menciona el “primer día del mes de Av” y a un “oficial del carro”, un título que designaba a un funcionario de alto rango responsable de transmitir comunicaciones reales. Aunque la inscripción no conserva el nombre del monarca judío destinatario, su datación sugiere que pudo haber sido enviada a la corte de alguno de los reyes Ezequías, Manasés o Josías, en un tiempo en que el reino de Judá era vasallo de Asiria.
La relevancia de este hallazgo bíblico
El ministro israelí de Patrimonio, Amichai Eliyahu, subrayó la relevancia espiritual e histórica del descubrimiento. “Es una prueba impresionante del estatus de Jerusalén como capital del reino de Judá hace 2.700 años, y de sus vínculos con el imperio asirio tal como se describe en la Biblia”, declaró.
Este hallazgo bíblico no solo aporta evidencia arqueológica bíblica, sino que también fortalece la fe de quienes creen que cada piedra y cada fragmento hallado en la Jerusalén antigua son testigos silenciosos de la fidelidad divina. En palabras del ministro Eliyahu, “nuestras raíces en Jerusalén son profundas y eternas; esta ciudad es el centro espiritual y nacional del pueblo de Dios”.
Así, la arqueología bíblica vuelve a recordarnos que los relatos de la Biblia no son solo historia sagrada, sino también memoria viva de un Dios que actúa en medio del tiempo y deja huellas visibles de Su Palabra.
