Evangélicos en Honduras ven el golpe como «respuesta a las oraciones»
Hace ya una semana que el presidente de Honduras Manuel Zelaya fue removido de su cargo por fuerzas militares a la orden de un tribunal civil. Las reacciones han sido críticas por parte de la comunidad internacional. Sin embargo la prestigiosa revista Christianity Today ha entrevistado a varios líderes evangélicos de esa nación quienes manifiestan que la mayoría de la población apoya la salida de Zelaya pero no el método como fue despojado del poder.
“Es triste ver como la OEA y la ONU están forzando para que vuelva el presidente” afirma a Christianity Today María Elena Umana-Álvarez una evangélica hondureña. “Sentimos que lo que ha ocurrido es una respuesta a las fervientes oraciones de muchos cristianos. Para muchos de nosotros no fue un golpe, sino el rescate de nuestro país y de nuestra democracia”.
Lo ocurrido a Zelaya ha hecho que los líderes de las iglesias evangélicas, que tradicionalmente no se han visto envueltos en la política, asuman una postura.
La semana anterior al intento de la consulta popular propuesta por Zelaya los líderes de las principales asociaciones evangélicas de Honduras, entre ellos Oswaldo Canales, René Peñalba, Misael Argeñal, y Evelio Reyes asumieron una posición radical. Los líderes realizaron manifestaciones pacíficas pidiendo a Zelaya para que desistiese en su idea de reformar la Constitución de Honduras. Pedían al mandatario que centrase su atención en asuntos internos graves como las secuelas del terremoto de 7,3 grados de magnitud que arrasó Honduras el pasado mes de mayo. Los evangélicos apoyaron la marcha y participaron masivamente.
El ‘golpe’ ocurre en pleno pico de la temporada de verano, tiempo en que se realizan muchas misiones de corto plazo en Honduras. Esto ha originado que algunas de estas misiones se cancelasen.
Umaña-Alvarez, quien usualmente recibe un grupo de misioneros, piensa que cancelar las misiones es algo aconsejable sobre todo ante las amenazas de Venezuela y Nicaragua. Sin embargo, dijo que cancelar totalmente estas misiones perjudicará a los hondureños dado que muchas de estas misiones tienen proyectos de suministro de agua potable y otras obras sociales que son necesarias en la nación centroamericana.
A continuación se ofrece un análisis del Dr. Kurt Ver Beek, profesor del Calvin College y de Andrew Clouse, especialista de comunicación de la Asociación para una Sociedad más Justa:
Los líderes políticos de todo el mundo están encarando la primera condena al golpe de Honduras Desde Obama hasta Hugo Chávez de Venezuela, desde la ONU hasta Fidel Castro, condenan el golpe y reclaman el regreso Manuel Zelaya al poder. Pero ¿Por qué hay tantos hondureños, incluyendo a prestigiosos líderes evangélicos, que tienen opiniones encotradas en relación al golpe al regreso de Zelaya?
Todo comienza con la Constitución. La Constitución hondureña tiene 379 artículos de los cuales todos pueden ser enmendados excepto cuatro. Precisamente uno de esos puntos no negociables es el que ha originado el problema. La Constitución expresa que un presidente hondureño no puede ser reelegido nunca. Sólo un período de 4 años es el único término que un presidente puede tener. Casi todos los países latinoamericanos tienen esto en las constituciones escritas entre los años setenta y ochenta para evitar la tendencia que tienen muchos mandatarios de tener otro término y consolidar el poder y permanecer permanentemente.
Esto es lo que pasó con Alberto Fujimori en Perú que se convirtió en dictador y luego fugitivo después de haber sido electo presidente. Y más recientemente es lo que está ocurriendo con Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y puede pasar con Daniel Ortega en Nicaragua. Estos mandatarios han hecho reformas en sus Constituciones para permitir la reelección y es lo que pretendía hacer Zelaya. Por otro lado en los últimos años el presidente venezolano Chávez ha estado constituyendo el ALBA, un bloque de presidentes de América Latina diseñado para desafiar la hegemonía de los EE.UU. de la región. Los ingresos del petróleo venezolanos en forma de financiación, subvenciones, préstamos y asesores políticos son el dulce que atrae a los presidentes de naciones pobres para que se unan al ALBA. Es muy notorio que seis de los nueve miembros del ALBA son países que han hecho reformas constitucionales o las están intentando hacer para allanar el camino de la reelección presidencial.
El presidente Zelaya de Honduras inició sus esfuerzos en este sentido en marzo de este año anunciando un referéndum que se celebraría el domingo, 26 de junio (día del golpe) con el fin de determinar si el pueblo quería una asamblea para reescribir la Constitución antes de las elecciones presidenciales en noviembre. Casi inmediatamente, la vida política, económica y muchos líderes religiosos se opusieron a este esfuerzo. El Tribunal Supremo dictaminó el referéndum ilegal, el Congreso votó a favor de sancionar al Presidente, la Fiscalía General de la Nación inició investigaciones sobre posibles cargos, y los partidos políticos (incluido el de Zelaya) condenaron sus acciones. Entre los líderes cristianos que levantaron la voz se encuentra Evelio Reyes, pastor de una de la más grandes iglesias evangélicas de Honduras, quien promulgó grandes vigilias de oración frente a las oficinas de Gobierno.
El mandato de Zelaya ha estado plagado de acusaciones de ineficacia y hay una miríada de quejas por corrupción. Durante su primer año en el cargo se le condonaron más de 4 mil millones de dólares de la deuda externa hondureña con la promesa que ese el dinero ahorrado iba a ser invertido para reducir la pobreza. Muchas organizaciones, incluyendo organizaciones no gubernamentales cristianas, trabajaron durante más de un año para definir cómo debía ser invertido este dinero. Sin embargo, Zelaya ignorando estos esfuerzos trató de comprar votos usando el 70% de este dinero en aumentar el salario de los maestros y de los trabajadores de la salud, y el resto en "bonos de efectivo" para la población rural pobre acto verdaderamente ineficaz pero de mucho aprecio político.
Zelaya también ha fallado a sus promesas de construir viviendas, de promover la reforma agraria, de construir un nuevo aeropuerto internacional y de luchar contra la corrupción. Durante su mandato ha utilizado los fondos públicos para financiar medios de comunicación alineados a sus políticas mediante publicidad pro-gubernamental. Además su retórica llegó al clímax a principios de este año cuando impetuosamente subió el salario mínimo en un 60%. Es cierto que la población necesitaba desesperadamente este aumento, pero su aplicación tan repentina ha llevado a un galopante desempleo puesto que a muchas empresas se les dificulta hoy en día cumplir con la nómina.
En resumen, el historial de Zelaya es triste. Por ello muchos hondureños, y entre ellos la mayoría de los evangélicos, sienten un alivio al ver el final de una administración ineficaz y corrupta. El pastor Evelio Reyes, en un discurso de apoyar el nuevo gobierno dijo: "no podemos tolerar este tipo de acciones. Ningún país del mundo se somete a este tipo de barbaridades, y Honduras tampoco porque tenemos dignidad ".
Pero Zelaya tiene sus partidarios. A pesar tener un transfondo que no es de izquierdas, ha logrado obtener el apoyo de grupos sociales radicales de Honduras al financiarles y al prometerles puestos en la Asamblea Constituyente que reescribiría la Constitución. Estos grupos son expertos en movilizadores y están haciendo lo suyo para crear violencia con el fin de que Zelaya vuelva.
La retórica utilizada Zelaya durante los tres últimos meses para promover la reescritura de la constitución ha tocado el nervio de muchos hondureños, entre ellos los evangélicos. Los discursos de Zelaya, y su campaña propagandística por radio y televisión (diseñada por asesores venezolanos) argumentaban que el 70% de la población hondureña que vive con menos de 2 dólares al día y que poco son los beneficios de 20 años de régimen democrático en el que los políticos y la élite económica han conducido al país al ilícito beneficio propio. Zelaya argumentaba que era el momento de escuchar "la voz del pueblo" y que la reforma de la Constitución es un buen paso para conseguir que la voz se escuche. Este mensaje resonó entre los pobres, muchos de ellos cristianos, preocupados por los asuntos como la pobreza y la injusticia. Mario Cantor, un pastor evangélico en una comunidad urbano marginal, manifiesta:
"La mayoría de las personas que apoyaron la cuarta urna consideran que la Constitución debe ser reformada para ser más inclusivos. Algunos piensan que la Constitución excluye ciertos sectores de la comunidad. Es por ello que creo que hay una necesidad de crear una Constitución que permita más participación de las personas en las decisiones del país. Zelaya ha estado hablando de una sociedad más equitativa, donde la distribución de la riqueza sea más justa, hablando del bien común, como lo hizo Jesús ".
Además, muchos hondureños y hondureñas cristianos se sienten incómodos con el papel de los militares en el derrocamiento de Zelaya, por temor a volver a escenas ocurridas en los años setenta y ochenta cuando los militares eran en realidad un poder por encima del presidente. Eran momentos de miedo, violencia y corrupción que pocos hondureños quieren volverá vivir. Argumentan que si Zelaya estaba infringiendo la ley, debía haber sido acusado y juzgado en lugar de haberlo sometido a la fuerza y expulsado a Costa Rica. Además por las calles se escuchan rumores de detenidos y de libertades civiles suspendidas.
Los hondureños quieren que el sistema democrático funcione como se supone debe funcionar. El pastor de una megaiglesia René Peñalba manifestó que la idea de Zelaya "en sí no era mala, pero utilizó método equivocado. Y debo decir lo mismo en relación al otro bando. [Zelaya] merece ir a juicio, pero ambos bandos han utilizado métodos equivocados. Ambas partes se equivocaron".
Si bien el temor que se sobredimensione el papel de los militares es comprensible, es claro que es pareja ambivalente para la expulsión, dirigida por una pequeña pero poderosa élite política y económica. Al principio los militares eran los aliados de Zelaya para la realización del referéndum, pero se sintieron desplazados y fueron perdiendo entusiasmo por la tarea. Pocos días antes del referéndum, Zelaya destituyó al Jefe de Estado Mayor y a sus allegados en una dramática confrontación para obtener los votos mientras los militares mantuvieron silencio. Y fueron justamente los militares quienes lo detuvieron y lo deportaron a Costa Rica.
Carlos Hernández, presidente de la Asociación para una Sociedad más Justa, una organización cristiana que lucha por la justicia social en Honduras, sostiene que, "Como cristianos tenemos que hacer que el orden jurídico funcione en beneficio de todos los hondureños desde los más pobres hasta los más poderosos.
Es por ello que creo que en primer lugar, Zelaya debería regresar al país y debe haber una investigación completa sobre sus acciones. Si él quebrantado la ley, debe ser juzgado y condenado, y no ser deportado a Costa Rica sin ser juzgado. En segundo lugar, también debemos impulsar una investigación sobre quién es el responsable de este golpe de Estado y también deben ser investigado y juzgado. Sólo así podremos demostrar que ninguna de las partes está por encima de la ley y que ninguna de las partes puede tomar la ley en sus propias manos. Axial mostraremos al mundo que la justicia para todos es posible, incluso en Honduras".