En Brasil cristianos evangélicos avanzan en la política
En el próximo mes de octubre, Brasil escogerá un nuevo presidente. Pero, en estas elecciones presidenciales hay algo diferente… Los cristianos evangélicos tendrán la oportunidad de votar por candidatos presidenciales con su mismo credo.
La ecologista Marina Silva, que está prácticamente igualada en las encuestas con la actual presidenta Dilma Rousseff de cara a las elecciones del 5 de octubre, es una cristiana pentecostal que a menudo invoca a Dios en su campaña y que ha revelado que a veces consulta a la Biblia en busca de inspiración para tomar importantes decisiones políticas.
Alrededor del 65 por ciento de los 200 millones de habitantes de Brasil son católicos e incluso el Papa Francisco eligió Río de Janeiro para realizar su primer viaje al extranjero como Pontífice en 2013.
No obstante, los evangélicos siguen ganando seguidores y poder vertiginosamente en el gigante sudamericano.
El porcentaje de evangélicos en el país subió al 22 por ciento en 2010 desde sólo el cinco por ciento en 1970. Y la cifra ha continuado creciendo en los últimos años.
Los evangélicos se expandieron entre una clase obrera urbana que se benefició de la prosperidad económica del país en las últimas dos décadas y que ahora exige una mayor participación política.
Este veloz avance ha originado que a los evangélicos brasileños se les compare con la «derecha religiosa» que comenzó a influir en la política estadounidense en la década de 1980.
Los evangélicos han financiado campañas para que sus candidatos, entre ellos muchos pastores, logren escaños en el Congreso.
Por primera vez en el país, dos evangélicos buscan la presidencia, aunque Silva ha eclipsado la campaña de Pastor Everaldo, quien ha acusado al Gobierno de Rousseff de pisotear los valores familiares y buscar la legalización del aborto.
Encuestas recientes muestran que los votantes evangélicos apoyarían a Silva por sobre Rousseff en una proporción de 54 a 38 por ciento, respectivamente, si ambas candidatas se enfrentan en un balotaje el 26 de octubre.
En una carrera reñida, esta diferencia podría cambiar cualquier resultado.
Por esto, ambas candidatas hacen gestiones por captar estos votos, visitando iglesias y, en el caso principalmente de Rousseff, subrayando sus credenciales cristianas. «Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor», dijo recientemente Rousseff en un evento de campaña citando un Salmo.
«El voto evangélico será decisivo en esta elección», dijo Rodrigo Delmasso, un pastor de 34 años de una iglesia pentecostal de Brasilia y quien es candidato a legislador por la ciudad en los próximos comicios.
«A medida que la comunidad crece, es natural que nuestra representación política también crezca», sostuvo Delmasso durante un evento de campaña.
Delmasso confesó que votó por Rousseff en el 2010, pero que ahora respalda a Silva, ya que confía en que ella «pondrá fin a la corrupción» tras 12 años de Gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Lejos de conformarse, uno de los objetivos de los evangélicos es seguir expandiendo su importante bancada en el Congreso, que ha pasado de 17 miembros en 1985 a 76 legisladores en la actualidad, alrededor del 15 por ciento de la Cámara de Diputados.
Los legisladores evangélicos dejaron en evidencia su capacidad de acción en el Congreso en mayo, cuando forzaron a Rousseff a revocar la autorización para realizar abortos en servicios de salud pública en casos excepcionales de embarazos provocados por una violación o de fetos con defectos en el cerebro.
A pesar del evidente poder del voto evangélico, los principales candidatos se mueven con cautela.
Silva, por ejemplo, ha tratado de establecer un cuidadoso equilibrio entre el orgullo que siente por su fe y el hecho de no herir la sensibilidad de los brasileños que tienen una mentalidad más secular.
La ex senadora dijo en una entrevista este mes que «la Biblia es, sin lugar a dudas, una fuente de inspiración», pero inmediatamente matizó que todas sus decisiones son «tomadas sobre una base racional».
Muchos de los evangélicos de Brasil son, al igual que Silva, mujeres afro-brasileñas que tienen un pasado de extrema pobreza.
Silva llegó a la fe evangélica tarde. Nació en una zona de la selva amazónica e incluso quiso ser monja católica cuando era adolescente, antes de convertirse en una ambientalista e iniciar una carrera política.
Su conversión a la fe evangélica llegó en 1997, después de que su doctor le dijo que sólo un «milagro» podría mejorar el estado de su frágil salud, afectada por haber sufrido malaria, hepatitis e intoxicación por plomo cuando era una niña y vivía en una plantación de caucho.
Pese a que Silva tiene claramente una cercanía mucho mayor con el mundo evangélico que Rousseff, los analistas políticos aseguran que muchos sufragios de este sector están todavía en juego.
Los sectores pobres de Brasil dependen de los programas sociales del Partido de los Trabajadores de Rousseff, lo que podría inclinarlos a votar por la actual mandataria independientemente de lo que su pastor pueda decir, en uno de los países con la mayor brecha de ingresos en el mundo.
El obispo Robson Brill, un físico que fundó una iglesia pentecostal en 1992 que ahora tiene más de 1 millón de fieles y un canal de televisión, aseguró que Silva aún cuenta con espacio para aumentar su apoyo en las próximas semanas entre los evangélicos.
«Gran parte de la Iglesia (Evangélica) se unirá en su candidatura», dijo Brill a Reuters.
«Brasil es una democracia real. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que tengamos un presidente evangélico. Eso es un hecho», agregó.
Fuente: Reuters, Mundo Cristiano