Emociones: hoy sí, mañana no.
No sé que me ocurre; no sé cómo salir de ésta; estoy aburrido/a de siempre lo mismo… cuando será el día en que pueda estar tranquilo/a sin mayores preocupaciones; Por qué me cuesta tanto concretar los proyectos; porque será que cuando tengo todas las ganas de hacer algo nuevo, quedo en el camino y al otro día no tengo ganas de nada; que hace que un día tenga mil energías y al día siguiente no quiera asumir nuevos desafíos; un día quiero servir a Dios y al otro día no, un día quiero trabajar para su obra, y al otro día creo que hay personas que lo podrían hacer antes que yo; pudiera sentirme hoy con la capacidad de afrontar riesgos, y mañana sentir que mejor permito que todo siga tal cual.
Si has leído el párrafo anterior, es probable que con más de alguna de las expresiones ahí planteadas pudieras sentirte identificado, o bien, más de alguna persona que te rodea te haya traído a memoria.
Y es que cada día como seres humanos debemos lidiar con nosotros mismos y con aquellos elementos que nos constituyen y que en su buena medida moldean nuestro comportamiento, nuestro estado anímico, nuestro modo de actuar.
En alguna oportunidad leí una obra del autor James Dobson, que tenía por título: «Emociones, ¿se puede confiar en ellas?», y en medio de la lectura, el autor aludía a extractos como el siguiente: El amor, el coraje y la culpa son emociones que pueden convertirse en una fuerza positiva si se aprende a reconocer y a manejar estos aspectos de lo que somos.
Somos imperfectos e inconstantes ciertamente, variamos de la risa al llanto, de la alegría a la tristeza, del perdón al rencor, de fascinarnos a desencantarnos, de la euforia a la apatía, del humor al desánimo, y en su buena parte nos preguntamos, que hace que no podamos ser constantes en nuestro desarrollo emocional.
Hace muchos años atrás, un autor revolucionaba la literatura y práctica psicológica al hablar sobre las Inteligencias múltiples, de las cuales, recientemente se ha ahondado en una que se la denominado «Inteligencia emocional» de la cual se han escrito una variedad de textos, pero más allá de lo que se haya o no escrito, somos nosotros quienes estamos cada día expuestos a ellas, y cada quién tendrá mecanismos y estrategias para canalizar las emociones de la mejor manera.
La palabra de Dios nos explicita: «el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus campos (Santiago 1:8) y en otro pasaje refiere «Dios nos dado espíritu de dominio propio» (2da. Timoteo 1:7), por tanto Dios nos invita a fortalecer en nosotros la capacidad para controlar nuestras emociones y no que estas nos controlen a nosotros.
No es fácil y estamos de acuerdo, pero cuando permitimos que Dios gobierne nuestras vidas las cosas que parecían más difíciles de manejar, se vuelven más clara que el mediodía.
Dios posee bella cualidades como el ser lento para la ira, tardo para oír, grande en misericordias, y nuestro mayor desafío es reconocer que solos simplemente no podremos transitar en esta vida, pero sí con su ayuda y su mano sosteniéndonos lo hemos de lograr..
Que tu sí sea sí, que tu no sea no, Dios conoce cada uno de nuestros compromisos y promesas que en más de alguna ocasión le hemos expresado y aún no cumpliéndolas, Él sigue ahí… la buena noticia es que hoy estas a tiempo de expresar a Dios el que tome el control de tu vida y cada área, incluyendo la emocional.
Finalizó, con una enseñanza que el Pastor de mi congregación me expuso en una ocasión:
«nunca tomes decisiones en base a las emociones o circunstancias, sino siempre bajo la dirección y voluntad de Dios… el ¿porqué? las emociones son variables, y el servir a Dios es más allá de un momento de júbilo o adoración, es vivir conforme a su palabra…»
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