El que puede abrir el libro
En tiempos de miedo y de temor como el que vivimos en estos momentos Apocalipsis 5 nos brinda seguridad. Este pasaje del Nuevo Testamento reconoce que Dios tiene el poder, dominio y autoridad sobre todo lo creado. Además Él tiene en su mano el libro con el contenido de sus juicios venidero y Jesucristo es el único con sus credenciales como el Cordero Inmolado, que pudo abrir el libro, sellos y mirarlo.
Apocalipsis 5:1-14
Sin duda que este es uno de los capítulos más grande del Apocalipsis y de toda la Biblia. A Juan se le concedió el honor de ver esta escena y contarla para su tiempo y para nosotros. Desde el capítulo uno Juan sabe que el Cristo terrenal, aquel que vio por primera vez en las playas de Galilea y le tomó como su discípulo, ahora está en otra dimensión. Juan vio las cicatrices de sus heridas cuando resucitó, así que él supo que Aquel era el Cordero inmolado. Pero también nos habla del que está sentado en el trono, por lo tanto, la visión cobraba un espacio de dominio universal.
Observe quiénes estaban en aquella reunión celestial: el Padre, los veinticuatro ancianos, los cuatro seres vivientes, los poderosos ángeles, y en medio de todos ellos el Cordero, el único que será digno de abrir el libro. Este es el tema de este capítulo. En la mano derecha del Padre hay un rollo de pergamino sellado con siete sellos. ¿Por qué un libro sellado de esta forma? ¿Por qué nadie podía abrirlo? ¿Qué ocultaba aquel libro?
Ciertamente aquel libro contenía los secretos de Dios que iban a ser revelados. Al abrirse se darían a conocer los designios de Dios para la Iglesia y el mundo. Y la manera cómo el Cordero irá abriendo los sellos serán las pautas que marcarán el desenlace hasta que todo el misterio del consejo de Dios esté consumado en el mundo. Esta visión nos revela el dominio universal conferido al amado Cristo. En su estado glorioso Cristo quedó capacitado para revelarnos los acontecimientos futuros No es extraño que lo que ahora vivimos sea parte del contenido de aquel misterioso libro. Cuál es, pues, la visión de este capítulo.
La visión del libro que será abierto
Un libro en la mano derecha del Padre
(Apocalipsis 5:. 1) No hay en todas las Escrituras una manera mejor de representar la soberanía de Dios sobre la historia que a través de este pergamino escrito y sellado. El destino final de la humanidad no está en las manos de Satanás, sino en la mano derecha del que está sentado en el trono. El que esté en su mano derecha simboliza su total autoridad. Esto nos da seguridad acerca de quién es el que controla al mundo y cuáles serán los juicios que vendrán sobre la tierra. Este rollo está lleno de palabras que Juan podía verlas escritas tanto en el interior como en el exterior del pergamino (Eze 2:10). La escritura en ambos lados indica la naturaleza detallada e importante de los juicios. El número siete de los sellos, que es un número perfecto puede indicar también la absoluta santidad del rollo.
Un libro escrito por dentro y por fuera
(Apocalipsis 5: 1b). La palabra griega es biblion. Su significado literal sería: “hecho de médula de papiro”—de la cual viene “Biblia”. Lo que sabemos del origen de la Biblia es que fue escrita en este material y después en pergaminos. No fue escrita por dentro y por fuera por su forma horizontal (como una sola tira) del rollo.
La escritura sólo se hacía en la parte de adentro. Pero este rollo está escrito por dentro y por fuera. Lo primero que vemos en la imagen de un libro escrito de esta manera es que no hay un espacio que no haya sido llenado lo cual nos revela que el contenido de esto es algo serio; lo más serio que todos debemos saber acerca de lo que Dios está a punto de revelar.
Para darle más relevancia al texto se nos dice que estaba sellado con siete sellos. Era un rollo herméticamente sellado. ¿Qué libro era aquel que vio Juan? Muchas respuestas se han dado a esta pregunta. Algunas van desde las que afirman que son las profecías del AT cumplidas en Cristo, hasta verlo como el libro de los consejos de Dios. Creo pensar que ese rollo es el Libro de la Vida donde aparecerá el registro de los hechos humanos por los que Dios finalmente los estará juzgando.
La visión de una decepción llena de impotencia
La pregunta que dejó en silencio al universo
(Apocalipsis 5:2) La pregunta la hizo un poderoso ángel (algunos piensan que pudo ser Gabriel). Tan fuerte fue la voz que fue oída por todos y en todas partes. ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos? Hubo un silencio como otros que veremos en este libro. Nadie respondió inmediatamente.
El versículo nos dice que “ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”. Observe que en la visión de Juan él incluye todos los lugares de donde podía salir alguien que abriera el libro. Si bien es cierto que Juan conocía que en la tierra no había ningún hombre justo que fuera capaz de tomar el libro de la mano del Padre, a lo mejor si en el cielo por ser un lugar donde no hay pecado y aquellos seres están santificados para todos los servicios.
Pero observe que Juan con profunda decepción nos dice que “ninguno” fue hallado que reuniera las características para cumplir esta misión. El asunto fue que Dios tiene el futuro en su mano derecha, y nadie ni arriba ni abajo, ni los santos ángeles ni los santos redimidos, pudo abrir y mirar lo que sólo Dios conoce.
Un hombre llorando en el cielo
(Apocalipsis 5:4-5) Esta es una escena única. Esta es la primera y la última vez que vemos a alguien llorar en el cielo. No sé si los ángeles lloran, pero los humanos si lloramos y cuando vamos más para viejos más. Yo quiero pensar que Juan lloró mucho cuando estuvo al pie de la cruz, sin embargo, esta escena, tan tierna y compasiva, lo hace llorar, tanto así que dice que “lloraba yo mucho”. Pero su profundo lloro va a ser consolado, porque no hay lágrimas de los hijos de Dios que no sean enjugadas y consoladas.
En aquella escena fue un anciano no un ángel que vino a consolarlo ¿Por qué lloraba tanto Juan? ¿Por qué su lloro era casi incontrolable? El continuo llanto de Juan reflejó su tristeza de que el futuro reino de Dios y su juicio parezcan indefinidamente postergados porque nadie tenía autoridad suficiente para abrir el rollo. ¿Significaba esto que no se tratarían los errores de la tierra? ¿Significa esto que los justos nunca serán vindicados y que los impíos quedarán impunes? Juan entendió que, si los propósitos de Dios fracasan, entonces toda la vida carece de sentido. Si nadie puede abrir el rollo, ninguno de los propósitos de Dios se cumpliría. He aquí lo que viene.
La visión del único que puede abrir el libro
Él es el león de la tribu de Judá
(Apocalipsis 5:5) Los ancianos acá representan a los creyentes. Eso es a la iglesia que se está formando en el cielo. Los hijos de Dios están en el cielo porque conocen al Salvador que ganó para ellos. Saben que él es el único digno de abrir el libro, porque si él logró su salvación también logrará el porvenir que está en aquel libro por ahora sellado. El anciano que consoló a Juan conocía muy bien la profecía que hablaba del “cachorro de León” (Gn. 49:9), que vino en la persona del Mesías. Además, sabía que Jesús era la “raíz de David”. El título «la raíz de David» significa que el Mesías vendría a través del linaje de David como un hijo mayor de David (Lc.1:32-33). Además de ser él Mesías calificado como el Ungido de Dios, lo que lo hacía único en autoridad, él ya había vencido a Satanás, al pecado y a la muerte.Por lo tanto, al que Juan ve en medio del trono era el único y verdadero Dios, por ser igual con el Padre, que podía abrir el libro y dar a conocer su contenido. Sólo Cristo puede llevar a cabo los propósitos finales de Dios en la tierra. Nadie más sino él es suficiente para abrir este libro y sus sellos.
El Cordero inmolado
(Apocalipsis 5:6) Hay algo majestuoso en toda esta escena. Como Juan oyó al anciano hablar de un león su expectativa pudo estar concentrada en ver salir un a un majestuoso león, pero de repente ve algo totalmente distinto. No ve a un león sino a un cordero. Hay cuatro cosas a resaltar. Por un lado, Juan ve al Mesías como un “Cordero”.
Así vino él. Así lo reconoció Juan el Bautista y para su Padre él es el Cordero de Dios antes que el mundo fuera. Juan lo ve de esta manera, pero en el centro de la escena. En segundo lugar, aquel Cordero fue asesinado. La palabra “inmolado” equivale a ser asesinado, teniendo como contexto el cortar y mutilar un sacrificio animal. Habla de un violento y sangriento sacrificio. La peor figura es la crucifixión en toda su horrenda ejecución.
Pero ese cordero está de pie, pues antes estuvo muerto. Él está vivo y está cercano al trono de su Padre. Pero además aquel Cordero tiene siete cuernos y siete ojos para hablarnos también que el Cordero es omnisciente y omnipotente. No podía haber otro sino solo Cristo, el Cordero Inmolado, el Hijo de Dios que podía abrir aquel libro.
La visión de una justificada adoración universal
Postrarse en su presencia
(Apocalipsis 5:8) Olvidamos con frecuencia que lo primero que debe producir mi alabanza al Señor es postrarme en su presencia. Este concepto se usa de una manera indiscriminada, y aunque motivamos a la gente a manifestar su postración a través de algún acto físico, la verdad es que la motivación mayor debe ser de corazón. Por supuesto que la postración tiene su vehículo de expresión a través de alabanza.
Observe cómo lo hicieron los ancianos y los seres vivientes. Por cuanto el Cordero inmolado fue el único digno de tomar, mirar, leer y abrir el libro todos ellos y después toda la creación prorrumpió en el más grande júbilo y la más grande alabanza que hasta ahora se conozca (vv. 9-10).
¿Cuáles fueron las razones de aquella postración y alabanza universal? Porque nuestro amado Cristo murió y con su sangre nos compró de toda tribu, lengua, pueblo y nación perdonando nuestros pecados, pero además de eso es por la nueva posición que ahora tenemos, pues nos hizo sacerdotes y reyes para que participaran en Su reino (1 Pedro 2: 5, 9). El sacerdocio implica el acceso inmediato a la presencia de Dios para la alabanza y la adoración, así como el privilegio del servicio sacerdotal.
El mayor de los reconocimientos
(Apocalipsis 5:11-14) Cuando apareció el único que es digno de abrir el libro y sus sellos se desató en el cielo la alabanza más sublime y universal que se conozca. Mire de cuantas voces estaba compuesto aquel coro de ángeles. Dice que número era “millones de millones”. La palabra es “miríada”, que es un equivalente a 10,000 veces 10,000. Esto es miles sin número, una multitud incontable. A este número se agrega lo que Juan también oyó de una alabanza universal dada al que estaba sentado en el trono y al Cordero v. 13 ¿De qué es digno el Cordero inmolado que tomó el libro y lo abrió? El Cordero inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Observe otra vez las siete cosas que ya le pertenecían al Señor, pero que ahora el universo entero le dice al Cordero que las tome.Por supuesto que él ya poseía esto, pero el oír a este coro de ángeles proclamándolo es el reconocimiento que Cristo fue y será el único de abrir el libro de la mano del Padre cuyo contenido serán los juicios venideros y el desenlace del final de los tiempos.
El que puede abrir el libro
Al final de este mensaje no nos queda sino unirnos también a este júbilo universal, y al reconocer al único que fue y será digno de tomar el libro, abrirlo y mirarlo, decir con todos ellos: Digno es el Cordero de Dios de postrarnos en su presencia, de alabarlo por los siglos de los siglos y de reconocerlo porque por medio de él Dios nos compró nuestra salvación por medio de su sangre.
Que unamos nuestras voces a los millones de millones de ángeles y con ellos digamos Señor tu eres digno de tomar lo que te pertenece. Tuyo es todo el poder. Nadie ni arriba en los cielos, ni abajo en la tierra te iguala en poder. Pero también tú eres digno de tomar las riquezas, si las riquezas de arriba en los cielos y las de todo el universo.
Y así Señor tú eres digno de tomar la sabiduría, más grande que la de Salomón, la fortaleza más grande que la de los gobernantes de las regiones celestes y toda la honra con su alabanza del único Dios a quien le pertenece. Por último, Señor como los cuatro seres y vivientes y los ancianos, decimos “Amén” y postrados en tu presencia adoramos “al que vive por los siglos de los siglos”. Cuando el libro se abra y se quiten sus sellos se irán revelando los juicios de Dios. ¿Es el coronavirus uno deesos juicios temporales que estaban escrito en aquel libro.