Adviento 2025: El gozo que nace en medio del desierto
Un tiempo que despierta la alegría profunda

El Adviento sigue recordándonos que preparamos el corazón con gozo para recibir al Rey. Hoy reflexionamos en el gozo en Cristo, un gozo que no nace de lo que tenemos, sino de Aquel que está con nosotros. “El gozo del Señor es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). En un mundo que confunde entretenimiento con alegría, este gozo es poder espiritual.
Florece incluso cuando la vida parece un desierto. David escribió: “En tu presencia hay plenitud de gozo” (Salmo 16:11). La plenitud no viene de circunstancias favorables, sino de una relación viva con Dios. Este gozo se sostiene aun cuando la agenda pesa, la economía aprieta o las noticias desaniman.
Además, es contrapropaganda espiritual en un mundo saturado de queja, negatividad y ansiedad. Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros” (Juan 15:11). Su gozo es impartido, no fabricado; es regalo, no recompensa.
Un gozo que no se compra sino que se cultiva
El gozo en Cristo se cultiva cuando elegimos agradecer. La Escritura nos recuerda: “Dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18). La gratitud es una llave que abre la puerta al gozo aun en días grises.
También se cultiva cuando obedecemos. Jesús dijo: “Si guardáis mis mandamientos… mi gozo permanecerá en vosotros” (Juan 15:10-11). La obediencia no roba libertad; produce gozo estable, porque alinea el corazón con la voluntad de Dios.
Finalmente, se cultiva cuando decidimos mirar más allá de esta temporada. “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4). Esta actitud no niega la dificultad: la trasciende. En este tercer domingo, la invitación es a cultivar un gozo profundo, resistente y abundante.
