El arte de animar a otros
Este estudio titulado «El arte de animar a otros» está basado en Hechos 11:19-26 donde se profundiza la vida de Bernabé
Definitivamente las palabras tienen poder para construir o para destruir; tienen la misión de animar o desanimar a los demás. La historia de Víctor Sirebianca es muy buena para ilustrar el alcance y poder de las palabras. Su maestro le dijo: «Eres un tonto. Nunca te graduarás. Siempre serás un tonto. Ve a buscar una vocación y deja de perder tu tiempo y el de los demás».
Por estas palabras Víctor abandonó la escuela, y se dice que durante los siguientes 16 años estuvo vagando por todo el país trabajando en diferentes áreas. Víctor cumplió 32 años y no iba a ninguna parte, simplemente porque era un tonto. Pero fue durante ese tiempo cuando conoció a alguien quien le dijo: «Deberías ir y hacerte una prueba para ver cuál es tu potencial. Podrías llegar a algo».
Con este estímulo, Víctor fue y se hizo la prueba. Para su sorpresa descubrió que tenía un coeficiente intelectual de 160, cuando un coeficiente normal-brillante está entre 110-119. Este hombre era un genio y no lo sabía. Desde ese momento comenzó a actuar como un genio y empezó a inventar cosas y a conseguir patentes sobre ellas.
Luego escribió un libro que llegó a ser un best seller. Después de dejar el ejército en 1947, trabajó en la industria maderera, y se hizo conocido por introducir la clasificación automática de la madera para determinar su resistencia y, finalmente, vendió máquinas en todo el mundo. Se convirtió en el presidente internacional de la Sociedad Amenza, donde hay que tener un coeficiente intelectual de 140 para ser miembro.
Todo esto fue posible porque alguien lo animó a ser lo que podía ser; dejó de ser un tonto y se convirtió en el genio que era. Vivió por un gran tiempo creyéndose un tonto por aceptar las palabras de desánimo. Las palabras desalentadoras crean una autoimagen negativa. Pero las palabras de ánimo hacen todo lo contrario. De allí la necesidad de contar con personas como Bernabé quien tuvo el arte de animar a otros. Su vida es una auténtica bendición en el tema de animar. Cómo se ve este ejemplo. ANUNCIO
En la manera cómo usamos los bienes materiales
Hijo de consolación
Hechos 4:36. El nombre original de este hombre fue José, y como otros dos más de la Biblia, ya ese nombre era sinónimo de “buena gente”. En el Antiguo Testamento tenemos el ejemplo de José, el penúltimo hijo de Jacob. Su vida fue tan llena de virtudes y ejemplo, que ha llegado a ser un tipo de Cristo. El otro José aparece en el Nuevo Testamento como el esposo de María. Nadie fue tan justo como él, siendo escogido por Dios para ser el padrastro de Jesús. A este José lo apodaron “Bernabé”, cuya traducción es “Hijo de consolación”.
Cómo sería el carácter de este hombre para ser llamado así. Siempre veía el lado bueno de las personas. Vio más allá de sus fracasos, su potencial para el bien. El corazón de este hombre estaba lleno de mucho amor, devoción y entrega. Él, mucho antes que Pablo hablara de no cansarse de hacer el bien, ya lo practicaba. El ánimo que ejercía Bernabé salía de una manera natural.
Por seguro era totalmente desprejuiciado y no pronunciaba elementos condenatorios. Él, por ser “hijo de consolación”, poseía una gracia particular para animar a aquellos que apenas comenzaban, o que simplemente requerían de su trabajo. Así aparece en la historia. Cuánto necesitamos ser como Bernabé.
Una propiedad puesta a los pies de los apóstoles
Hechos 11:37. No hay cosa más placentera como el desprendimiento de lo material para compartirlo con los más necesitados. Bernabé, frente al crecimiento visible de la iglesia, decidió vender su propiedad y se la llevó a los Apóstoles para animarlos en su trabajo del avance de la iglesia. Fue generoso y dio para animar.
Ese es un gran motivo para dar. Dio de su dinero, tiempo, trabajo, hospitalidad y sus palabras. Él hacía todo para satisfacer las necesidades de los demás, alentandolos de esta manera. Su desprendimiento por las cosas materiales nos habla tanto a nosotros, sobre todo cuando a veces nos aferramos a las cosas materiales y no las ponemos al servicio del Señor. Bernabé no dio para obtener reconocimiento, pero hizo todo lo que hizo para animar a los demás, y para que la obra del Señor no sufriera, sino avanzara.
Este hombre no fue más pobre después de este sacrificio; al contrario, el resto de su vida estuvo llena de la más gran riqueza, la espiritual. Mis amados, la verdad de la generosidad es que mientras más damos, más ricos en bendiciones somos. ¿Se parece usted a Bernabé también como un “hijo de consolación”?
En la manera como aceptamos a los que otros rechazan
El “justificado” rechazo entre los discípulos
Hechos 9:26. El primer hombre a quien Bernabé animó fue Pablo. Cuando Pablo se convirtió, los creyentes le tenían miedo. Había sido un enemigo brutal de la fe cristiana. Era un perseguidor incansable de todos aquellos que se consideraban seguidores “del Camino”. Había arrestado a muchos e incluso había ayudado a matarlos.
El miedo de los discípulos de Jerusalén era razonable. ¿Y quién no le temería? Cuando alguien ha sido tan malo no es fácil creer en un cambio tan rápido, para ser bueno. Es posible que los discípulos esperaran un cambio en otras personas a quienes evangelizaban, pero ¿quién podía ver un cambio en Saulo? ¿Quién se atrevería llevarle el plan de salvación? Nadie estaba dispuesto a hacerlo por el temor apoderado en ellos. Nadie lo aceptaba, sin embargo, “el hijo de consolación” creyó en él y sirvió como puente para los demás.
Necesitamos enfrentar esta realidad: no todo el mundo tiene este tipo de personalidad. Todos podemos esforzarnos por ser como Bernabé, pero es posible que nunca seamos como él, sin embargo, debemos mantener un espíritu alentador.
Un mediador que tranquilice los temores
Hechos 11:27. Mucha gente estaría orando por Saulo, si no por su conversión, sí para que detuviera sus planes destructivos contra los discípulos. Y el Señor lo hizo; y, de qué manera, pues la conversión de Pablo fue radical. Pero aquella noticia parecía demasiado buena para ser creída. Ni el mismo Pedro, quien había visto milagros tan excepcionales, aceptaba el cambio de Saulo.
Fue, pues, necesaria la intervención del “hijo de consolación” para introducirlos a ellos. Bernabé se dio cuenta que aun entre los creyentes hay prejuicios para recibir y creer en la vida de un hombre malo, y Saulo era uno de ellos. Es así como él se dispone a traer al “hombre del terror” para presentarlo como una oveja mansa, quien ha tenido un encuentro con su Salvador y Señor.
A Saulo nadie le creería si contaba su testimonio, pero sí lo hicieran si Bernabé lo contara, porque confiaban en él como un consolador. De esta manera, mientras otros habían visto lo peor en Saulo, Bernabé vio lo mejor en él. Así actúan los verdaderos discípulos.
En la manera cómo menguamos para que otros crezcan
Enviando lo mejor
Hechos 11:22. La iglesia de Antioquía había nacido para crecer y ser una bendición mundial. De hecho, esa iglesia sería como el “cuartel general” desde donde se comandaron todos sus viajes misioneros. La noticia del rápido crecimiento llegó a Jerusalén, la “madre” de las nuevas iglesias. El versículo previo a este nos habla de cómo la mano de Dios se movía permitiendo a un gran número de nuevos creyentes unirse a ella v. 21.
Pero como ocurre en todo crecimiento, los nuevos hermanos necesitan de orientación, y establecerlas en la fe y en la doctrina. Frente a esto, los apóstoles saben de Bernabé, el discípulo indicado para este trabajo inicial. De esa manera, Bernabé, quien no solo había puesto el precio de su heredad a los pies de los apóstoles, se ofrendó así mismo, obedeciendo el llamado, viajando luego a apoyar a los nuevos hermanos en su nueva fe.
Un discípulo como Bernabé será siempre la mejor influencia para un nuevo convertido. Los nuevos creyentes necesitan modelos a seguir y Bernabé era uno con una gran influencia entre ellos.
Buscando a Pablo como ayudante
Hechos 11:25. Bernabé sabía que Pablo era la persona quien podía ayudarlo con la tarea de aconsejar y orientar a aquellos a quienes se les llamó “cristianos” por primera vez. Pablo viajó a Tarso después de su conversión, y fue allí donde Bernabé fue a buscarlo y lo llevó al ministerio activo que cambió su vida y el resto de la historia. Varias cosas deben ser notadas en la vida de Bernabé y su relación con Pablo. Siempre veía el lado bueno de las personas.
Él no se quedaba observando los fracasos de las personas, sino veía en ellos su potencial para bendecir a otros. Curiosamente Bernabé nunca escribió una sola palabra del Nuevo Testamento, pero alentó al hombre que escribió casi la mitad del Nuevo Testamento. No fue como Lucas, Mateo o Juan, pero se encargó de discipular a Juan Marcos, quien escribiría el libro de Marcos del cual los demás evangelistas tomarían para sus escritos.
Cuando Bernabé y Pablo fueron comisionados por el Espíritu Santo para la obra misionera (Hechos 13-1-20), al principio Bernabé era el líder, pero después fue Pablo, y Bernabé no se puso celoso, más bien su actitud fue como la de Juan el Bautista, cuando dijo de Jesús: “Es necesario que el crezca, y que yo mengue”.
En la manera cómo actuamos cuando otros fallan
Consolando a Juan Marcos
Hechos 15:38. Bernabé tenía el don de animar y lo utilizó. Pagó un precio muy alto que pudo tener en el Nuevo Testamento al lado del más grande hombre después de Cristo, como lo fue Pablo, pero estaba tan decidido a alentar a quien lo necesitaba que le costó gran parte de su propia reputación. Cuando él y Pablo se dirigían nuevamente a visitar todas las iglesias, Bernabé dijo: «Llevemos a Marcos con nosotros otra vez».
Pablo dijo que Marcos los había decepcionado la última vez y que no iba a aceptar a un desertor con ellos. Esto llevó a estos dos mejores amigos, que habían cambiado juntos el curso de la historia, a tomar caminos separados. Bernabé se llevó a Marcos de todos modos y Pablo se fue con Silas. Lucas siguió a Pablo y por esa razón el resto del libro de Hechos se enfocará en Pablo y Silas.
La historia pudo firmarse sobre Pablo y Bernabé, pero Bernabé se negó a dejar a su primo Marcos. No todos están dispuestos a este tipo de sacrificios por aquellos que una vez fallaron.
El que fue inútil ahora es útil
2 Timoteo 4:11 ¿Se puede imaginar un desacuerdo entre Pablo y Bernabé? No sabemos las razones del desacuerdo, pero Bernabé se hizo cargo de Juan Marcos, trayendo esto una división entre dos grandes amigos. ¿Qué hubiera hecho usted? Lo más natural pudiera ser dejar a un lado a personas como Juan Marcos y olvidarse de ellos. “Si han fallado”, dirían algunos, ya no hay más nada que hacer. Pero ¿qué sucedió más adelante?
Como Bernabé no desechó a Juan Marcos, Pablo después pidió que trajeran a Juan Marcos porque le era útil. Hay muchas personas que han fallado y que necesitan ayuda para restaurar sus relaciones. Que no se conozca a la iglesia como el único ejército que deja morir a sus soldados heridos. Cuando una persona ha fallado, ellos no necesitan más condenación.
Ellos necesitan ser levantados. Esto es lo que dice Gálatas 6:1. Hay muchos hermanos que necesitan ser restaurados, pero necesitamos muchos “Bernabé” para levantarlos. Necesitamos más consoladores que condenadores. Necesitamos ir siempre más allá con aquellos que han fracasado, porque Dios todavía los ama y tiene un plan para sus vidas. Juan Marcos llegó a escribir el primer libro de los evangelios, y en todo esto, el crédito mayor lo tuvo Bernabé por su afán de levantar a otros.
El arte de animar a otros
Bernabé como “Hijo de consolación” es un modelo para ser imitado. Lo es como un hombre desprendido y generoso, lo es para servir de puente a favor de otros, lo es al no desear ser el primero, sino menguar para que otros avancen, y lo es aceptando a los que han fracasado.
Aquel hombre era poseedor de un carácter tan especial que en la experiencia de Hechos 14, cuando un hombre cojo fue sanado en Listra, y la gente quedó tan asombrada que comenzaron a adorar a Bernabé como a Zeus y a Pablo como a Mercurio. La verdad es que no muchos hombres en la historia han sido confundidos con dioses, pero estos dos sí lo fueron, y se pensaba que Bernabé era el dios principal: Zeus.
Bernabé era un hombre que impresionaba con su presencia. Y mientras él pudo ser un hombre poderoso, consiguiendo sus propios seguidores, no lo hizo, porque esa no era su ambición. Él animaba a los demás, pero no tenía ambiciones personales. Algunos han dicho que a los discípulos de Antioquia se les llamó “cristianos” por primera vez fue por el modelo de Bernabé. ¿Qué clase de discípulo eres? ¿Qué tanto de Bernabé hay en tu carácter?
Estudios de la serie: Cristianos mundanos
1: Cuando el justo es mundano2:Cuando la fuerza es una debilidad