El dedo de Dios: poder y autoridad en la vida de Jesús

La figura del «dedo de Dios», además de ser un antropomorfismo donde se le dan características humanas a Dios, es una metáfora ilustrativa que representa la intervención directa y poderosa de Dios en la historia humana. Esta expresión se utiliza en varios contextos para destacar la autoridad y el poder de Dios. En Deuteronomio 9:10 se menciona que los Diez Mandamientos fueron escritos por el dedo de Dios, subrayando la importancia y la santidad de la ley divina. En Éxodo 8:19, los magos de Egipto reconocieron que las plagas que azotaban a su tierra eran obra del dedo de Dios, lo que muestra la superioridad del poder divino sobre las fuerzas humanas.
En el Nuevo Testamento, tenemos dos lugares donde aparece esta figura: Lucas 11:20, el texto de hoy, y en Juan 8:6-8, cuando Jesús escribe con su dedo mientras los fariseos y los escribas le presentan a una mujer sorprendida en adulterio, y con esa acción culpó a todos los acusadores.
El pasaje de Lucas 11:14-28 nos va a indicar que durante el ministerio de Jesús hubo una notable actividad demoníaca, evidenciando con esto que Jesús vino para dar libertad a los cautivos, como había leído en Lucas 4:18. Los evangelios registran doce encuentros de Jesús confrontando el poder de las tinieblas, lo que subraya la realidad espiritual de la lucha entre la luz y la oscuridad. Pero el mensaje central de este pasaje no está basado en la confrontación entre el poder de Dios y el poder de Satanás y sus demonios, porque reduciría el texto solo a ese acto, sino en la actitud de aquellos que fueron testigos de la liberación del demonio y no quisieron reconocer el tiempo de la visitación de Dios a través de su Hijo. Al examinar estos pasajes en un orden ascendente, podemos entender mejor cómo la gente responde al poder y la autoridad de Dios. Este análisis nos permitirá reflexionar sobre nuestra propia respuesta a la acción del «dedo de Dios» en nuestras vidas. Veamos.
La incredulidad irracionanal ante la evidencia
Mateo añade que el hombre era «ciego y mudo» (Mateo 12:22), enfatizando la gravedad de la condición y el poder de la obra de Satanás. En este relato, nos encontramos con varios grupos de personas que reaccionan de manera diferente a lo visto. Pero lo notable es que nadie niega el milagro hecho por Jesús. El asunto es que algunos atribuían su poder a Satanás, lo que revela una incredulidad irracional y una falta de fe en la verdadera identidad de Jesús. Jesús responde a esta incredulidad con una serie de argumentos lógicos y convincentes, utilizando una técnica conocida como «reducción al absurdo» para demostrar el disparate de sus aseveraciones.
- La lógica de un reino dividido. Jesús presenta un argumento contundente: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado» (v. 17-18). La pregunta lógica es: ¿Por qué Satanás intentaría deshacer su propia obra? Es irrazonable atribuir el milagro al poder de Satanás cuando la obra ante sus ojos era evidente e indiscutible. En lugar de reconocer el poder de Dios, trataron de desacreditar el carácter de Jesús y ensuciar su reputación.
Esta forma de pensar irrazonable no ha cambiado. Muchas personas atribuyen, en lugar de aceptar el poder de Dios como creador, lo visto al azar o a la casualidad. La idea de que la vida surgió de la nada es un argumento irrazonable que contradice la evidencia observable. ¿Cuándo hemos visto algo surgir de la nada? ¿Cuándo hemos visto una explosión traer orden y vida al mundo? Las explosiones, por naturaleza, traen desorden y muerte. La reacción de esta gente ante el milagro pone en evidencia el comportamiento de los incrédulos, incluso ante las evidencias más claras. A pesar de la obra poderosa de Jesús, algunos prefieren aferrarse a sus creencias irracionales en lugar de reconocer la verdad. Lo peor de la incredulidad es negar lo que está a la vista como evidencia. - la inconsistencia de la acusación (v. 19). Este punto puede entenderse de varias maneras, pero una interpretación plausible es que Jesús se refiere a los exorcistas judíos que había en ese tiempo. HistóricameΩΩnte, sabemos que hubo exorcistas judíos que practicaban la expulsión de demonios, aunque no siempre está claro si eran efectivos o no. Si Jesús se refiere a estos exorcistas, su punto es que ellos no afirmaban estar haciendo su trabajo por el poder de Satanás. Entonces, ¿por qué acusar a Jesús de hacer lo mismo por el poder de Satanás? Esta inconsistencia en la acusación es notable.
Cuando el Nuevo Testamento habla de «tus hijos» no siempre se refiere exclusivamente a los hijos de nacimiento, sino que puede incluir a toda una generación o grupo de personas que comparten ciertas creencias o prácticas. Los 70 discípulos enviados por Jesús, por ejemplo, eran judíos que realizaron milagros y expulsaron demonios en su nombre (Lucas 10:17-20). Si los discípulos judíos expulsan demonios por el poder de Dios, y no por Satanás, ¿por qué Jesús, que también expulsa demonios por el poder de Dios, sería acusado de hacerlo en el poder de Satanás? Este argumento más bien refuerza la idea de que su poder proviene de Dios. - El reino de Dios ha llegado, v. 20. Jesús utiliza la imagen poderosa del «dedo de Dios» para describir la obra que está realizando. Esta referencia tiene un significado profundo en el contexto bíblico. Ya hemos hablado de esta metáfora en los magos egipcios reconociendo ese poder divino. Jesús afirma estar expulsando demonios por el mismo poder que se manifestó en el Éxodo. Esta conexión subraya la autoridad divina de Jesús y la naturaleza de su misión. Cuando Jesús dice «el reino de Dios ha llegado», está afirmando que la era mesiánica prometida ha comenzado.
La expulsión de demonios es una señal tangible de la llegada de este reino. Si Jesús está actuando por el poder de Dios, entonces es evidente que el reino de Dios ha sido establecido y el reino de Satanás está siendo derrotado. Este argumento tiene profundas implicaciones para aquellos que se niegan a creer en Jesús. Si el reino de Dios ha llegado, entonces la autoridad de Satanás está siendo desafiada y derrotada. La verdad es clara: Jesús no está actuando bajo el poder de Satanás, sino bajo el poder de Dios. Este argumento expone una evidencia que exigía un veredicto: si se acepta que Jesús echa fuera a los demonios por el poder de Dios, el reino ha llegado. - La identidad mesiánica de Jesús. Jesús presenta un argumento contundente: si ha venido anunciando el reino, entonces Él es el Mesías (v. 21-23). Esta afirmación implica que si el reino ha llegado, entonces Jesús es el rey de este reino. Para ilustrar este punto, Jesús cuenta una parábola que prueba su identidad mesiánica. Jesús se describe a sí mismo como alguien más fuerte que el hombre fuerte, que en este contexto es Satanás.
Según la parábola, Satanás es el hombre fuerte que custodia su casa, pero Jesús, siendo el más fuerte, entra en la casa, ataca y vence a Satanás. En este contexto, Jesús está diciendo que al expulsar demonios está mostrando su poder sobre Satanás. Él es el “hombre fuerte” que ha entrado en el territorio de Satanás, lo ha vencido y está repartiendo el botín. Esto significa que Jesús está despojando a Satanás de su poder y autoridad.
Al hacer esto, Jesús está demostrando que Él es el rey que ha llegado con su reino y ha vencido a Satanás. Su poder sobre Satanás y su capacidad para expulsar demonios son señales de su identidad mesiánica. Con estos argumentos, Jesús demuestra por quién ha sacado los demonios.
La aplicación de Jesús v. 23. No puedes mantenerte al margen cuando se trata de Jesús. Cuando nos convertimos al Señor entramos completamente en su reino, y dejamos el reino del “hombre fuerte”. Cuando esto hacemos no podemos estar contra Jesús, sino con Jesús en su obra salvadora.
La casa vacía de un creyente liberado
El riesgo de seguir vacío después de ser liberado, v. 24-26. Jesús continúa hablando de la obra de Satanás y describe una situación en la que un espíritu inmundo sale de una persona, pero la casa queda vacía. Esta imagen es una advertencia sobre el peligro de no responder adecuadamente a la liberación y el poder de Dios. La historia describe a una persona que ha experimentado la liberación de Dios en su vida, pero no ha respondido a Él de manera que su vida sea transformada. La casa queda vacía, lo que sugiere que la persona no la ha llenado y sigue sujeta a la misma influencia demoníaca. La tragedia es que, al no llenarla, se pierde la oportunidad de un cambio permanente.
El sentido de esta historia es claro: si no estamos comprometidos con Jesús, nuestra vida será un desastre espiritual. Hay un vacío en nuestra vida que debe ser llenado por Jesús. Si no lo llenamos con la presencia y el poder de Dios, se llenará de toda clase de maldad y perversidad. Si nuestras vidas no son guiadas por el Espíritu Santo, otro espíritu la va a dirigir, y por eso seguirá vacía.
La respuesta adecuada a la liberación y el poder de Dios es comprometernos plenamente con Jesús y permitir que Él llene el vacío que quedó cuando el espíritu inmundo salió. Al hacer esto, experimentamos un cambio permanente a través de la guía del Espíritu. Si no respondemos adecuadamente, corremos el riesgo de seguir vacíos y sujetos a la influencia demoníaca.
El creyente verdadero es un bienaventurado
- La bienaventuranza hecha por lo que se ve (v. 27). Mientras Jesús habla a la multitud, una mujer se destaca entre la gente y pronuncia una bienaventuranza. Su exclamación es un reconocimiento de la bendición que sería ser la madre de Jesús, haberlo llevado en su vientre y haberlo criado. Jesús no responde a la mujer de manera áspera, sino clarificadora. Él aprovecha la oportunidad para enseñar que la verdadera bendición no consiste en la conexión física o familiar con Él, sino en escuchar y seguir su Palabra.
Jesús destaca que la bendición mayor es estar unido a Él espiritualmente a través de la fe y la obediencia. En este pasaje, Jesús revela su visión de su misión redentora. En lugar de enfocarse en la relación física con su madre, Él destaca la importancia de la relación espiritual con Él. Para María, como para cualquier persona, la verdadera bendición es tener a Cristo en su corazón, creer en Él y seguir su enseñanza.
Este pasaje nos enseña que la verdadera bendición no se encuentra en la proximidad física o en la relación familiar con Jesús, sino en la relación espiritual con Él. Debemos buscar la bendición de conocer a Jesús personalmente, de escuchar su palabra y de seguir su enseñanza. De esta manera, podemos experimentar la verdadera bendición de ser discípulos de Jesús. - La bienaventuranza de los que oyen y guardan la Palabra, v. 28. Un conocimiento meramente carnal de Cristo no salva a nadie. Cuántos en ese mismo momento escucharon y vieron a Cristo, pero siguieron siendo incrédulos y se perdieron. Jesús no está interesado en los elogios que la gente tenga hacia Él, sino en la auténtica salvación de sus almas. ¿Cuál es el sentido de esta bienaventuranza? En ese contexto de incredulidad y una vida vacía, Jesús más bien está diciendo: Bienaventurados los que no se quedan indecisos.
Bienaventurados los que contemplan la vida de Jesús, escuchan sus enseñanzas y guardan su palabra. Jesús busca personas que le entreguen su vida por completo. Si no sigues al Señor con todo tu corazón, el final es peor que el primero. Jesús define aquí quiénes son los creyentes verdaderos. En efecto, son aquellos que oyen la Palabra y la guardan. Curiosamente, este texto es similar al relato de Lucas 8, cuando le dijeron a Jesús que su madre y sus hermanos le buscaban, y al hablar de quién era su madre, esta fue su respuesta: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la hacen” (Lucas 8:21). - El problema más grande hoy día no es la falta de oír la Palabra, sino de hacer esa Palabra. Para Jesús, el creyente que oye y hace la Palabra construye su vida en la roca (Mateo 7:24-27).
El dedo de Dios
No fue casualidad que Jesús hablara del «dedo de Dios» en el contexto de sacar los demonios de las personas. Nada es más doloroso y triste que ver a un hombre o una mujer poseída por demonios. ¿Se imagina la vida del endemoniado gadareno o María Magdalena, de quien salieron siete demonios? Hay una oscuridad para quienes viven bajo ese poder, pero hay luz de esperanza para quienes son tocados por el «dedo de Dios» al ser sanados.
Tres cosas quedan demostradas en esta historia: una es la incredulidad ante las evidencias de los hombres, quienes rechazan los milagros y el poder de Dios y atribuyen lo sucedido a otras causas en lugar de declararlo a Dios. La otra es que un creyente que ha quedado vacío del poder de Satanás debe ser pronto llenado con el Espíritu Santo, porque su estado posterior será peor que el primero si regresa lo malo a su corazón después de haber quedado limpio. Pero también, este pasaje nos muestra a los verdaderos creyentes, los bienaventurados, por guardar la Palabra de Dios. En ella, encontramos la verdadera bendición y la vida eterna. La fe genuina se demuestra en la obediencia a la Palabra de Dios y en la búsqueda constante de su guía a través de la obra de Jesucristo.

Dios le bendiga hno Julio Ruiz. Gracias por estas maravillosas y edificantes enseñanzas. Él continuó usándolo.
Que el Señor te bendiga mi hermana America, siempre sigo tus comentarios