Juan 11:17-27, 40
“¿Crees esto?”
Esta es la segunda pregunta de las diez que hemos propuesto para esta serie. Fue hecha por Jesús a Marta cuando Lázaro, uno de sus más amados amigos, había muerto. Marta conocía, como todo judío piadoso, la resurrección en los “postreros días”, pero Jesús le invita a través de esta pregunta a creer que, si él es “la resurrección y la vida”, en ese mismo momento podía ocurrir un milagro aun si su hermano estaba muerto.
El presente milagro va a desafiar toda la lógica humana y a confrontar a la ciencia médica, porque son ellos los que registran y documentan a sus pacientes al momento de morir. El médico que atendió a Lázaro lo vio morir, por lo tanto, para él la vida de Lázaro había cesado hacía cuatro días. Sin embargo, para asombro de él y de todos, ese día cuarto un cadáver estaba saliendo vivo de una cueva.
Mi propuesta para este mensaje es que, si has perdido toda esperanza, confía tu vida a Jesús, y aun cuando se demora en la respuesta, él sigue en absoluto control de nuestras circunstancias, incluyendo cualquier “muerte”. En esta historia tenemos a unos discípulos temerosos, y confundidos, y a dos hermanas creyendo en el poder de Jesús para sanar, pero, como todos, jamás pensando en una resurrección en ese momento.
El presente milagro nos mostrará cómo la respuesta del Señor va más allá de lo que le hayas pedido: una resurrección en lugar de una sanidad.Entonces, mi apreciado hermano ¿qué prefieres, la sanidad o la resurrección? De eso se trata este mensaje. Veamos a través de esta pregunta las maneras cómo Cristo enfrenta el dolor humano. Sigámoslo en todo este recorrido.
Cristo ve una salida donde nosotros vemos una crisis
He aquí el que amas está enfermo
Juan 11:3 Jesús andaba en su itinerante ministerio, y alguien le trajo el informe del estado de enfermedad de su amigo a quien amaba. Para Marta y María la enfermedad de su hermano era una crisis, algo grave, porque les impulsó a enviar un mensaje hasta donde estaba Jesús. El informe hablaba de la enfermedad de Lázaro, más no le dijeron para venir con ellas a Betania.
Ellas sabían del profundo amor de Jesús por su hermano, y con seguridad él no lo dejaría morir. Lo impensable sería que Jesús no viniera a atenderles en esta crisis. Mis amados, es un gran consuelo saber, como dice el himno: “Yo tengo un amigo que me ama, que me ama, y su nombre es Jesús”. No olvidemos que él está trabajando siempre, de tal manera que, en cada crisis nos mostrará una salida, aunque seamos seriamente probados.
Este texto es único en esta historia milagrosa. Nos revela el tierno amor de Cristo por aquellos a quienes conoce y ministra. Marta, María y Lázaro conformaban un hogar al que Jesús frecuentaba y donde comía. Una de las cosas más hermosas en la vida es tener una casa o un hogar donde se pueda ir con frecuencia, y eso parece ser la experiencia del Maestro, porque él no tenía un hogar.
Esta enfermedad no es para muerte…
Juan 11:4. Definitivamente los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos. Aquí vemos a un Jesús confrontando el ocaso de la vida, para llevarnos a la mañana gloriosa. Jesús, pues, se anticipa a decir que esa enfermedad no era para muerte, lo cual habla mucho de la seriedad de la crisis del amigo Lázaro, debido a la urgencia de las hermanas en buscar la ayuda de Jesús.
Ahora bien, Jesús no dijo que Lázaro no iba a morir; en efecto, su muerte fue el resultado de su enfermedad. ¿Cómo entendemos esta aparente “contradicción” del Señor si al final Lázaro murió? Para Jesús la muerte necesariamente no es el fin de la vida, sino el comienzo de ella misma.
Él habló en este mismo texto de las dos razones por las que nuestras crisis son las oportunidades para manifestar una salida. Jesús dijo que aquella enfermedad, primero era “para la gloria de Dios” v.4, y, en segundo lugar, para que el “Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Cuán diferente ve el Señor nuestras crisis. La pregunta hecha a Marta “¿crees esto?” al final reveló cuán glorificado fue el Padre y el Hijo con la “muerte” de Lázaro. Mis amados, si mi crisis trae gloria y honra al Señor, bienvenida sea mi crisis.
Cristo nos parece lento porque nosotros vamos de prisa
Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días…
Juan 11:6. Juan se asegura de poner los textos previos a cada declaración de Jesús para darle más interés al relato. Por un lado, vemos cuánto amaba Jesús a estos tres hermanos v. 5, pero inmediatamente leemos algo insólito. Lo último que estas dos hermanas querían oír era que su amado Jesús se estaba quedando dos días más en aquel lugar y no venir de inmediato a atender al enfermo.
Usted se imagina a un pastor a quien una familia le diga “pastor venga a orar por un enfermo”, y el pastor cuando oiga eso, diga: “tranquila hermana o hermano, iré dentro de dos días”. Por supuesto ya sabemos lo que va a pasar después; en esa casa se va a comer “tacos al pastor”, por no mencionar otro plato “al pastor” en la mesa. He aquí algo impensable.
El hombre está enfermo, pero Jesús no acude, simplemente se toma su tiempo porque él no tiene prisa, y nadie lo apura ni siquiera esta noticia. Juan nos muestra con este milagro que Jesús no actúa bajo presión como lo hacemos nosotros. Nosotros siempre tenemos prisa, andamos ansiosos y queremos que el Señor nos resuelva el problema en el momento. Pero, para nuestra sorpresa, Jesús se toma su tiempo y no va de prisa.
Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros…
Juan 11:14-15. Si lo comentado anteriormente fue insólito, lo dicho ahora por Jesús pareciera una locura. Jesús dijo: “me alegro por vosotros”. ¿Se alegró Jesús por la muerte de Lázaro? ¿Quién puede alegrarse por la muerte de otros?
Pero lea bien el texto. Jesús no se alegró por la muerte de Lázaro, porque él sabía del dolor de sus hermanas, él se alegra por sus discípulos, porque el venidero milagro cambiaría muchas cosas en ellos. Jesús había dicho “esta enfermedad no es para muerte”, y ahora dijo: “Lázaro ha muerto”. ¿Se contradijo Jesús?
De ninguna manera. La pregunta de la esperanza de la cual estamos hablando tiene que ver con esto. Por supuesto, Marta y María estaban allí, por lo tanto, no oyeron a Jesús decir esto. ¿Cuál hubiera sido su reacción? Claro está que Jesús está pensando en las amadas hermanas, pero él les mostrará algo más grande en algunas horas más. Pero, sobre todo, Jesús está pensando en sus discípulos, porque cuando habló de alegrarse de no haber estado allí cuando Lázaro murió, lo dijo por ellos, de allí las palabras: “para que creáis”. Y esto fue lo sucedido. Con ese milagro creyeron ellos, sus hermanas y muchos judíos v. 45.
Cristo ve el presente mientras nosotros vemos el futuro
Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto
Juan 11:21. He aquí el dolor desgarrador y la impotencia de Marta cuando Jesús finalmente llegó. No sabemos si estas palabras contenían un duro reproche al Maestro, pero daban por sentado la confianza de estas hermanas en el poder de Dios para sanar. ¡Claro que si Jesús hubiera estado allí su hermano no habría muerto!
En estas palabras, y las próximas pronunciadas por María, vamos a ver cómo el ser humano se mueve entre el pasado y el futuro, pero el Señor sigue obrando en el presente. Juan es el nombre de los números.
Según su cuenta, Lázaro tenía ya cuatro días de muerto, y más adelante cuando Jesús pidió abrir la tumba, María dijo que ya hedía debido a ese tiempo (v. 39). Eso no fue por casualidad. Lázaro estaba muerto y estaba descomponiéndose. Esto era para decirnos que allí no había nada para hacer.
A Marta le quedaba una sola esperanza para ver a su hermano, en el día de la resurrección, pero eso era en el futuro. ¿Y quién de nosotros teniendo un familiar muerto va a pensar en reunirse con él o ella otra vez en esta vida? ¿No parece esto una locura? ¿Cómo aceptar la idea de una resurrección presente cuando eso solo ocurrirá en el futuro?
Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero
Juan 11:23. Jesús finalmente llegó al funeral para consolar a aquellas amadas hermanas. Y en el diálogo con Marta, Jesús vio a una mujer con una convicción muy profunda, por lo menos en dos cosas. Una de ellas fue su fe inquebrantable en Dios por cuando sabía “que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará” v.22.
No muchos tienen ese tipo de fe. Marta también sabía de una resurrección futura, cuando dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” v. 24. Para ella la posibilidad de la actuación de su Señor era para el futuro. Y así somos todos. No siempre nuestra fe se desarrolla por una actuación del Señor ahora. No siempre nuestra fe piensa en un milagro como el que va a suceder en esta historia.
De hecho, pensar en la resurrección de un muerto, después de cuatro días, era algo simplemente imposible. Esta historia nos muestra dos verdades relevantes. Por un lado, nos encontramos con las limitaciones humanas. Lo único cierto que sabemos acerca de esta vida son sus cargas y tristezas, pero, por otro lado, tenemos al poderoso Cristo cuya presencia hace posible todas las cosas, incluyendo aquello donde parece imposible ver un milagro.
Cristo vino a celebrar la vida, pero nunca un funeral
Yo soy la resurrección y la vida…
Juan 11:25. En el diálogo de Jesús con Marta declaró uno de sus más grandes poderosos “yo soy”. Decir que él era la “resurrección y la vida”, y luego añadir “el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” era declararle a la muerte tu total victoria.
Con esto Jesús dejó claro dos cosas: confirmó la esperanza en la vida más allá del sol, y la vida eterna, pero a su vez reveló su poder para resucitar, no solo a los muertos, sino todo aquello que parezca muerto en nosotros. Jesús vino para celebrar la vida y la resurrección, por lo tanto, él no patrocina funerales.
Cuando era joven, D. L Moody fue llamado repentinamente a predicar un sermón fúnebre, y tuvo la idea de dirigirlo como lo hizo Cristo, así que buscó en los cuatro evangelios para ver cómo Cristo había hecho un funeral, pero no encontró mucha ayuda, porque descubrió que Cristo disolvía los funerales donde asistía, y convertía la tristeza en gozo y el velorio en una fiesta.
Ningún cadáver fue enterrado mientras Cristo estuvo en la tierra. La muerte no puede existir ni resistir donde Jesús se hace presente. La pregunta hecha por Jesús a Marta fue esta: “¿crees esto?”. Esa misma pregunta Jesús nos las hace hoy, qué haremos.
¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”
Juan 11:40. Esta historia de muerte, dolor y llanto nos revela las fibras más emotivas y humanas de nuestro Señor Jesucristo. En dos ocasiones Juan, quien fue un testigo de aquel milagro, muestra a Jesús quebrantado al ver llorar a María. Él “se estremeció en espíritu y se conmovió”, y luego vemos el texto más corto de la Biblia, pero del más hondo significado, decir: “Jesús lloró” (v. 35).
Mis hermanos, Jesús se conmueve con nuestras tristezas y con nuestras lágrimas. Veamos ahora el cambio de diálogo de Jesús con María, la hermana “que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos” v.1. María le hizo el mismo reclamo impotente al Maestro: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” v. 32.
Pero vea la manera cómo Jesús le responde con una pregunta parecida a la hecha a su hermana Marta: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”. La pregunta para Marta fue: “¿crees esto?”, ahora precisa a María de la misma manera, pero incluyendo la gloria de Dios. Hermanos, los milagros suceden cuando nosotros le creemos al Señor. Pero para que esto ocurra, el Señor nos ordena: “Quitad la piedra” v. 39. ¿Cuál es su piedra?
¿Crees esto? La pregunta de la esperanza
Qué hizo finalmente Jesús en esta historia. Ordenó quitar la piedra, alzó sus ojos al cielo y oró al Padre, diciendo: “Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado” v. 42. Y esto es lo que va a suceder con este milagro. Escuche ahora a Jesús quien clamado a gran voz dijo: “¡Lázaro, ven fuera!”. Y la gran sorpresa fue que el muerto de cuatro días salió de la tumba vivo v. 44. ¿Sabe usted lo que significa ver a un muerto levantarse?
John Ortberg, pastor de la Iglesia Presbiteriana de Menlo Park en California, habla de un amigo suyo que solía trabajar como oficial denominacional en Minnesota. Uno de sus trabajos era viajar a pequeñas comunidades rurales donde no tenían iglesias para hacer funerales. Salía con el director de la funeraria y conducirían juntos en el coche fúnebre.
Una vez, regresando de un funeral, el amigo de Ortberg, John, se sentía bastante cansado, por lo que decidió tomar una siesta. Como estaban en un coche fúnebre, pensó: “Bueno, me acostaré en la parte trasera del coche fúnebre”. El director de la funeraria, que conducía el coche fúnebre, se detuvo en una gasolinera porque se estaba quedando sin gasolina.
El empleado de la gasolinera estaba llenando el tanque y estaba medio asustado, porque había un cuerpo tirado en la parte de atrás. Mientras llenaba el tanque, John se despertó, abrió los ojos, golpeó la ventana y saludó al asistente. John dijo que nunca había visto a alguien correr tan rápido en toda su vida como ese día”.
Bueno, el hombre del carro fúnebre no estaba muerto. Pero Lázaro si estuvo muerto y Jesús lo trajo a la vida, porque él es la resurrección y la vida. ¿Qué cosas han muerto en ti que no ves esperanza? “¿Y no te he dicho que si crees veras la gloria de Dios?”.
Estudios de la serie: Las preguntas prominentes de Jesús
1: La pregunta comprometedora2: ¿Crees esto? La pregunta de la esperanza
3: La pregunta de la misericordia
4: La pregunta de la fe
5: La pregunta de la definición
6: La pregunta de la frustración
7: La pregunta de la duda
8: La pregunta de lo que está escrito
9: La pregunta del toque
10: La pregunta del amor