Consuelo a la iglesia latinoamericana
En estos momentos en los que la pandemia del COVID-19 está haciendo estragos en latinoamerica, un grupo de pastores y líderes del hemisferio quieren hacer llegar una palabra de consuelo a la iglesia latinoamericana
Gracia y Paz. Nosotros, siervos de Jesucristo, a
todos los santos en Cristo Jesús que
están en Latinoamérica y en el mundo, y
a sus pastores y servidores:
Gracia y paz a ustedes de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo.
(Paráfrasis contemporánea de Filipenses 1:1-2)
Amados hermanos y hermanas:
En este tiempo en el que atravesamos juntos esta pandemia global, un grupo de pastores de distintos países de Latinoamérica queremos hacerles llegar una palabra de consuelo y aliento en el amor del Señor Jesucristo.
Dios sabe cuánto quisiéramos tener la pluma del Apóstol Pablo para escribirles una carta como él lo hubiera hecho, esta vez no a las iglesias de Filipos, Colosas, Corinto o Éfeso, sino a la amada iglesia latinoamericana. Quisiéramos poder escribir una carta que al ser leída en las congregaciones llene de paz y esperanza a los miles de corazones dolidos por el fallecimiento de sus pastores, líderes, familiares y amigos a causa del COVID-19.
Sabemos que nuestro consuelo proviene del Señor (2 Corintios 1:3-5), y tenemos la seguridad de que muchos de los fallecidos por la pandemia están ahora mismo gozando de la presencia del Señor, viendo cara a cara a su Salvador y adorando a Aquel quien en vida depositaron toda su confianza, fe y esperanza. Por esto nos gozamos al recordar a nuestros fieles pastores que solo han partido para estar con el Padre antes que nosotros.
Sin embargo, el dolor que nos causa su partida es inevitable, como lo es para sus familias y para los miembros de sus congregaciones, sabiendo que ya no los oiremos predicar la Palabra y que no podremos recibir su oportuno consejo. Es un gran misterio el poder estar gozosos y tristes a la vez por la muerte de estos siervos de Dios. Solo la Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).
Sabemos muy bien que no sólo pastores han fallecido y que hay muchos miembros de las iglesias que están también viviendo un tiempo de duelo. Algunos deberán, en este momento difícil, asumir los liderazgos a fin de continuar con la obra del ministerio.
Oramos para que Dios los levante y estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz con honor y humildad, (Efesios 6:15)
Es cierto que esta situación de dolor podría hacer que nuestra fe desfallezca. Sin embargo, sabemos que el dolor y el cambio pueden lanzarnos hacia nuevas trayectorias, tal como la muerte de Esteban proyectó a la iglesia primitiva hacia la misión mundial que el Señor Jesús le había encargado. (Hechos 1:8; 7:59-8:4)
Han fallecido valiosos siervos y siervas de Dios, ¡pero Él sigue obrando! Después de Elías, Dios levantó un Eliseo; y después de Pablo, un Timoteo. La obra pasa continuamente de una persona a otra, porque ella le pertenece a quien dio su vida por su Iglesia y resucitó para llevarla en triunfo. (1 Reyes 19:19-21; 2 Tim 1:3-14)
Finalmente, y mientras Cristo viene por nosotros, “vivamos en armonía los unos con los otros; compartamos penas y alegrías, practiquemos el amor fraternal, seamos compasivos y humildes. No devolviendo mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigamos, porque para esto fuimos llamados, para heredar una bendición. Como está escrito: “En efecto, el que quiera amar la vida y gozar de días felices, refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala; porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones; mientras que el rostro del Señor está contra los que hacen el mal.” Y a nosotros, ¿quién nos va a hacer daño si nos esforzamos por hacer el bien? (1ª Pedro 3:8-13, NVI)
Por favor, saluden a todos los santos en Cristo Jesús en sus ciudades, los hermanos les amamos y los saludamos.
¡Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Amén!
Juan Pablo y Noemí Bongarrá (Argentina), Samuel y Nancy Olson (Venezuela), Héctor y Mercedes Pardo (Colombia), Galo y Joanne Vásquez (Misioneros), Geremias Couto y Debora Fernandes (Brasil), Edwin y Evie Martínez (Guatemala), Daniel y Marta Altare (Argentina), Oswaldo Prado (Brasil), Jorge Taberna (Uruguay), Andrés y Mayi Castelazo (México), Luis Magín y Nadezhda Álvarez (Venezuela), Sixto Porras (Costa Rica), Pedro y Elisabet Lapadjian (Uruguay), Guillermo Villanueva (México), Aarón Cortés Hdez. (México), Ilya Carrera (Panamá), Gregory Venables (Argentina), Raúl e Isabel Justiniano Añez (Bolivia), Guillermo y Ruth Conard (Perú), David Ruiz (Guatemala), Estuardo y Mariana López (Ecuador), César y Lilia Parra (Ecuador), Braulio Portes (R. Dominicana), Timoteo y Nomeí Ost (Misioneros), Daniel y Fabiola Bianchi (Argentina), Cirilo Cruz (México), Norman y Valeria Mydske (Misioneros), Benjamín Orozco (Guatemala), Juan Carlos y Adriana Gervilla (Argentina), Alejandro y Martha Rodriguez (Argentina), Víctor y Ana Laura Galicia (México), Alejandro López (Ecuador), Alejandro Fernandez (Uruguay), Lucas y Valeria Leys (USA), Pablo y Norma Deiros (Argentina).
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