Alcalde italiano pide a Jesús para que los empleados públicos ociosos trabajen
«Jesucristo, te lo ruego, haz que trabajen». En desesperación Giovanni Calabrese, alcalde de Locri un pueblo italiano de 12.500 habitantes, se dirige al Altísimo para que le ayude contra el absentismo de los trabajadores del ayuntamiento.
Es una epidemia en muchos sectores italianos, sobre todo en la administración pública, el absentismo laboral. Pero seguramente la palma se la lleva Locri, situado en una de las zonas con más mafia de Italia, en concreto la ‘ndrangheta: de 125 trabajadores, los disponibles «no son más de 20-25». Desesperado, al ver la parálisis de su administración, Giovanni Calabrese ha escrito una carta a Dios, un tanto provocadora, pero muy clarificadora de la situación de la alcaldía, reconociendo que al fin y al cabo todos «estamos en las manos de Dios».
Su larga carta, que no tiene desperdicio, la encabeza así: «Divinissimo Signore Gesù Cristo: Me dirijo a ti, en última instancia, no sabiendo ya a quién más dirigirme. Con gran deferencia invoco tu divina ayuda para resolver este antiguo problema que nos aflige, que no es solo la ‘ndrangueta, sino parte de los trabajadores del ayuntamiento».
Señala el alcalde que se ha decidido pedir un «milagro» a Jesucristo, después de haber denunciado a sus dependientes a los carabinieri, guardia de Finanzas, al juzgado y emitir un numero indecible de advertencias disciplinarias. Una lluvia de certificados médicos justificando las ausencias le llegan al alcalde, con enfermedades que van desde la depresión, mal de columna, imposibilidad de estar en pie demasiadas horas o la incapacidad física para desarrollar trabajos pesados.
Cada vez que el alcalde levanta el teléfono para pedir a un trabajador que resuelva un problema, llega puntual el certificado médico con una «enfermedad». Así, cuenta Giovanni Calabrese que «desde hace meses señalo la rotura de un semáforo en pleno centro, pero nada… No hay ninguno que tenga ganas de meterle mano. Piden órdenes de servicio específicos, se amontonan en las oficinas las competencias del problema y mientras el semáforo sigue roto».
“Te pido Señor Jesucristo un milagro”
El elenco de los problemas que hace el alcalde es largo. Cita el caso del electricista: «Me decía que no podía sustituir bombillas, porque no había dinero para comprarlas. Gracias a la ayuda de algún buen amigo he logrado 15.000 bombillas gratuitas. Pero no ha cambiado nada. Las bombillas están en un depósito y muchas zonas de la ciudad continúan a oscuras».
Capítulo aparte merece los abusos en la construcción, o los guardias municipales: «De siete, dos no pueden estar en pie más de tres horas, uno solo puede trabajar sentado y el resto no son ya eficientes».
El alcalde agradeciendo «a los pocos dependientes del ayuntamiento que han decidido seguirme en esta dificilísima batalla de cambio». Ante la parálisis de su administración, Giovanni Calabrese solo podía concluir la carta a Dios pidiendo un milagro: «Te pido mi ilustre Divino Señor Jesucristo de ayudarme a superar el desaliento cotidiano y de hacer el milagro de que se llegue a comprender que para superar las situaciones difíciles es necesario el apoyo de todos».
Fuente: ABC