Adorando en un mundo postmoderno
Esta columna y en especial este escrito tiene como propósito despertar en usted estimado lector una actitud de constante crítica y reflexión con respecto a todos los aspectos que rodean la vida cristiana, y cuando me refiero a vida cristiana me refiero a lo cotidiano, a lo del «día a día» a esos detalles que colman nuestro caminar con Dios, es por eso que este ensayo pretende presentar algunas cuestiones que marcan la influencia de la postmodernidad en la importantísima experiencia de adorar al único Dios vivo individual y colectivamente.
La postmodernidad nos ha influido de una u otra manera en nuestro modo de concebir a Dios y de cómo relacionarnos con Él. El auge de la experiencia sentimental es la manera como ahora el humano trata su comunión con Dios en la adoración. Fije la atención en este comentario que hace en el libro Postmodernidad: El retorno de Dios por Álvaro Daniel Farías Díaz;
En la postmodernidad el homo sapiens ha sido sustituido por el homo sentimentalis. El homo sentimentalis no es simplemente el hombre que siente, sino el hombre que valora el sentimiento por encima de la razón. Milan Kundera, exponente de la postmodernidad en literatura, escribe: «Pienso, luego existo es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento, luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general.» A la tiranía de la razón ha sucedido ahora una explosión de la sensibilidad y de la subjetividad. En algunos círculos, el ataque contra la razón y la objetividad ha alcanzado dimensiones de cruzada, y algunos jóvenes hacen suya la afirmación de Nietzsche: «Todos los pensamientos son malos pensamientos… El hombre no debe pensar.»
Esto es una realidad cultural sin embargo, como creyentes en Cristo partimos de la declaración que Jesucristo debe ser y es el centro o el objetivo de nuestra adoración, Jesús nos muestra al Padre y con su obra nos presenta el como, cuando y donde esa experiencia se hace posible para todo aquel «que invocare el nombre del Señor». Otra realidad irreemplazable es la de que la Biblia nos marca los parámetros claros y precisos de cómo debemos adorar, no entra en detalles sobre liturgias, pero si nos marca principios específicamente de orden, fundamentos básicos entre otros, unos de los elementos que forma parte de nuestra adoración es el canto, este tiene una larga historia no solo en la iglesia, sino también en el sistema de adoración judío, y no quisiera ahondar en este tema, sin embargo, es prudente mencionar el uso y abuso que este componente esencial en la liturgia contemporánea ha tenido en los últimos tiempos como por ejemplo Pablo exhorta a la Iglesia en Corintio: ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento,. . . 1 Corintios 14:15, ¿Qué quiso decir Pablo con cantar en el espíritu? Y ¿pero también con el entendimiento?
Con frecuencia escuchamos música con letra cristiana que presenta varias características que desdicen en gran manera de lo que Pablo quería que los creyentes en la iglesia de corintio. La calidad interpretativa de muchos de los exponentes de las alabanzas en el día de hoy es impresionantemente de calidad esto es innegable, pero de igual manera es irrefutable que se marca una paradoja entre el contenido musical y la letra o contenido que esta trae. Unas de las características más inquietantes que nos presenta esta cultura postmoderna actual es la de colocar en un lugar de supremacía al sentimiento por encima de la razón, esto es algo que no debe pasar desapercibido ya que de una manera muy sutil pero contundente está afectando nuestra manera de acercarnos a Dios y de igual la forma de cómo debemos relacionarnos con Él.
A continuación presentaré algunas características que muestran este tipo de música:
(1) Una presencia fuerte y marcada del sentimentalismo, es decir, un exceso de lo sensual o sensorial en cada unas de sus líneas, expresiones como: «sentir tu presencia» «tocar tu rostro», «oír los latidos de tu corazón» «acaríciame o tócame» y muchas otras más que inducen al creyente a buscar esa experiencia más emocional y sensorial que la que nos presenta Isaías 6 que implicó en el profeta un cambio y compromiso sincero de aceptar las condiciones de un Dios santo que exige de sus seguidores santidad. Cuantos creyentes no pasan llorando, arrodillados y levantando manos al cielo, mostrando un supuesto encuentro con el Señor de sus vidas, pero al levantarse y salir del templo ese domingo sus vidas continúan siendo las mismas, esto sucede en gran parte por que el mensaje que esta recibiendo a través de la canción entonada es dirigida hacia sus sentimientos y no hacia su conducta errada. Podríamos decir para concluir este primer punto que en este tiempo postmoderno el sentimiento se ha revalorizado.
(2) Una ausencia casi total de elementos doctrinales y fundamentales de nuestra fe, no se menciona la obra de Cristo en cada creyente, los mandamientos del Señor, las ordenanzas, entre otros aspectos fundamentales de nuestras creencias, solo se limitan ha expresar lo que brota de un corazón piadoso y contrito pero vacío en su contenido. Esto es miel para los oídos de la población juvenil cristiana, la mayoría de ellos en medio de cambios en sus vidas sentimentales son atraídos por este tipo de letra superficial, pero con el cual no está siendo de alguna manera discípulado. Mi punto de vista es que no solo se forman creyentes en una lección dominical y ni con el sermón desde un pulpito, sino con lo que cantamos enseñamos. La pregunta sería: ¿Qué estamos enseñando?
(3) Una teología distorsionada, hueca y vacía esto se puede ver claramente en letras cristianas que supuestamente le cantan al Dios creador del cielo y de la tierra y que el Apocalipsis nos muestra que toda la creación y la multitud se postraban a rendir una total reverencia que hasta sus coronas colocaban en el suelo para mostrar el más profundo respeto y honor al Señor. Pero hoy usted escucha una supuesta alabanza al Señor pero no se puede distinguir si le canta a Dios o a su esposa o novia, es decir esa misma letra usted puede aplicársela a Dios o a cualquier ser humano. Esta ambigüedad no es conveniente cuando hablamos de adoración, en algunas entrevista a lideres de grupos musicales algunos me han dicho que esto es una supuesta estrategia para entrar en mercados donde ninguno han podido llegar para alcanzar con el evangelio a los perdidos, pero sospecho más bien que se pretende con esto ganancias monetarias extras. Es pertinente recordar lo que Jesús nos dijo «. . .pero si la sal se desvaneciere, ¿con que será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres Mateo 5:13».
(4) Una generación sin compromiso, el resultado de todo esta situación es que lamentablemente se esta levantando una generación que en parte no esta clara en su relación con su Dios, pasan su vida viajando de iglesia en iglesia negándose a adquirir ningún compromiso directo con nadie. Una generación que prefiere sentarse domingo a domingo, llorar, reír un poco pero sin que sea exigido ya que esta hará que el creyente sienta amenazada su estabilidad. Una generación que se siente fascinada por el cantante de un concierto pero que se incomoda con el sermón exhortativo, una generación que se inclina por ser cantante y repele por completo el ministerio pastoral y la labor misionera. Esto es urgente tenemos que hacer algo.
¿Qué podemos hacer? Recordemos lo que Pablo le recomendó a los hermanos de Tesalónica 1ra. Tesa. 5:21 «Examinadlo todo; retened lo bueno» (RV.1960) Ya es tiempo de comenzar a examinar todo, no deje pasar nada por sencillo e insignificante que parezca revíselo, cuestiónelo y saque conclusiones claras basadas en las Escrituras. Dios nos ayude a poder adorar a nuestro Señor cantándole en el espíritu pero también con el entendimiento
.
Es impresionante, como varios de nuestros hermanos han caído, en estos ideales que no conducen a nada bueno