Una mirada, un desafío, para estos días
La familia es un tema que traspasa todo orden de cosas e instituciones sociales; millares han sido las definiciones que se han entregado de ella, millares los teóricos que han indagado en su raíces, o bien investigadores/as expectantes a los nuevos cambios.
Cada uno/a de nosotros tendrá una definición propia de familia, ciertamente todos/as somos diferentes y por ende, cada uno/a elegimos desde que punto observar.
Hace pocos días atrás, observaba en internet una conferencia del Pastor David Hormachea, en ella deja plasmada la necesidad de buscar intensamente a Dios tanto padres e hijos; Cómo cada uno/a de sus integrantes tiene la misión de llevar a su generación las buenas nuevas, pero ¿estamos desarrollando la tarea?
De acuerdo a la experiencia laboral que he tenido, las frases más recurrentes que escuchó en el ámbito de trabajo con las familias, en el caso de los Hijos es el poco tiempo de esparcimiento y recreación que los padres les dedican; la iglesia pareciera una obligación; y los padres parecieran no entender a sus hijos.
Algunos estudios en los últimos años reflejan que ciertamente la familia es una institución social clave en el desarrollo de los hijos. En la Encuesta sobre adolescentes el 47% estima que la familia es lo más importante en su vida actual; 87% cree que puede influir para cambiar algo. Si se les pregunta por su principal aspiración, «tener una linda familia» es lo primero para ambos sexos (42%). ¿Lo más importante en su vida actual? Nuevamente mencionan a la familia y enseguida los estudios.
Las revelaciones de este sondeo hecho por el Centro de Encuestas de La Tercera y la revista Mujer, denominado «Perfil de los nuevos teens», refleja que la familia es lejos la institución más confiable para ellos. «Es lo más importante para los adolescentes. ¿Por qué? Porque son hijos de la cultura de los derechos de los niños, donde han sido puestos siempre en el primer lugar de las prioridades familiares, han sido niños privilegiados (…)”.
Según los resultados, los teens actuales creen principalmente en los afectos: para más del 90% la amistad y el amor están primero. Asimismo apuestan por la fidelidad y lealtad (85%), por un ideal (79%) y Dios (85%). Es decir es llamativo la contracara entre lo que los padres o bien la familia desea exhortarles a los hijos y como estos creen en Dios.
Pero ¿porque se hace tan complejo enseñar y doctrinarles en la cultura de Dios? Un dicho popular nos habla del “cura gatica”, u otro que refiere “los hijos aprenden más de lo que observan que lo que se les dice”. Es aquí el punto para detenerse a reflexionar. Los padres en una buena parte querrán lo mejor para sus hijos (Dios entregó a su único hijo por amor a nosotros, él marcó la pauta), el problema está en cómo está siendo puesto en práctica, que estrategias en la enseñanza o crianza se están colocando en acción.
No podemos predicar de amor al prójimo, si no estamos desarrollándolo. No podemos predicar de perseverancia, si al primer obstáculo flaqueamos. No podemos hablar de entregar nuestra vida a Dios, si nosotros mismos no somos capaces de hacer su voluntad.
La Familia atraviesa por grandes dimensiones y desafíos hoy: Los padres en la crianza de los hijos, los hijos en obedecer y creer en sus padres, la iglesia en presentar a Dios a los jóvenes con mecanismos congruentes a la realidad actual, o la visión ante temáticas contingentes como las nuevas “formas de familias”.
La familia atraviesa un gran desafió de llenar de Dios los corazones de los hijos…pero antes debe partir por casa.
“Deuteronomio 6: 6-7 Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón. 7 Las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas sentado en casa o andando por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.
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