Una advertencia profética del Espíritu Santo
Vivimos en tiempos de confusión donde se enseña que la Verdad no es absoluta ni objetiva sino relativa. Se dice que la verdad puede tener distintos matices. Son tiempos donde la sociedad cambia continuamente. Tiempso en los que se demanda que los cristianos cedan a esta “nueva corriente” filosófica que en realidad es muy vieja.
En la revista Charisma he leído un artículo titulado basado “Una adevertencia profética del Espíritu Santo” que es un extracto del segundo volumen de la serie Light in Darkness (Luz en la tinieblas) de Rick Renner que próximamente saldrá en inglés. Este artículo tiene mucho que decirnos y es por eso traducimos el mismo para el crecimiento de los que nos siguen.
Para nadie es un secreto desde el plano espiritual que el mundo está experimentando un cambio radical. Un gran abismo empieza a dividir a los que rechazan la verdad absoluta y los que ven lo que está pasando y responden mediante la renovación de su compromiso con la fe.
Vientos de cambio están soplando, vientos que separan el trigo de la paja
Hasta identificar de quién es «trigo» y quién es «paja» puede convertirse en un punto de contención, en función del grupo al que se pertenece. Por desgracia, lo que actualmente vemos y sentimos es sólo el comienzo de la grieta que se está desarrollando dentro del contexto de la iglesia. A menos que se produzca un avivamiento importante esta grita crecerá y será profunda. Si el arrepentimiento no se derrite los corazones de personas en todo el contexto de la iglesia parece que habrán tres tipos de iglesias:
- La iglesia que se aferra a la verdad y se enfrenta a la peor oposición por negarse a asumir la desviación.
- Aquella que permanece en el medio tratando de «subirse a la valla» acomodándose y sin optar compromisos con el fin de evitar la persecución y el rechazo de la sociedad ( Apocalipsis 2: 12-17).
- La que es tibia «como la de Laodicea» (Apocalipsis 3: 14-22) que ha permitido que la desviación siga su curso despojándose completamente del poder de Dios y dejando a Jesús en el exterior.
No es demasiado tarde para que el cuerpo de Cristo para que se recupere completamente. De hecho, nunca es demasiado tarde, siempre que hay creyentes que están dispuestos a escuchar y prestar atención a lo que el Espíritu dice a la iglesia. Sin embargo, para que la Iglesia reciba el poder divino que necesita para la corrección, el cambio y la restauración debe someterse a una transformación que comienza de arriba hacia abajo.
El Espíritu Santo está advirtiendo proféticamente a su pueblo que la única manera como se puede frustrar los tiempos de oscuridad espiritual inminentes es prestando atención a la advertencia de Cristo y aplicar las soluciones que se encuentran en su Palabra. Las palabras de Cristo a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis son vitales para esta transformación de arriba a abajo.
En especial el mensaje de Cristo al ángel y la congregación de Pérgamo que estaban bajo asedio.
La cruz es siempre el camino para los creyentes que han decidido caminar por la senda recta junto a Jesús. La cruz no es agradable pero siempre finaliza en resurrección. Los creyentes de hoy deben estar dispuestos a enfrentar la cruz. Deben creer en que el poder de la Resurrección puede fluir a través de ellos. Esto incluso si tienen que sufrir los movimientos de una sociedad cambiante que tolera a las personas que se aferran la fe y que tienen valores morales absolutos. Si la iglesia no asume las verdades bíblicas inamovibles y que no son negociables para mantenerse de pie simplemente se convertirá en una organización humanitaria que será espiritualmente débil con una filosofía «cristiana» que no tiene el poder de Dios.
Jesús en el mensaje a la iglesia de Pérgamo elogió a los creyentes que se negaron a ser intimidados por las fuerzas de la oscuridad que les azotaban desde todos los lados con el fin de que abandonasen su compromiso con el Evangelio (Apoc. 02:13 ).
Estas fuerzas de oposición se levantaron en una gran variedad de formas contra los cristianos primitivos, desde conflictos entre los miembros de la propia familia al ostracismo de la comunidad por represión gubernamental que se desató a gran escala contra la Iglesia.
Sin embargo, a pesar de las diversas formas en que se manifestaba este antagonismo podría manifestarse, los ataques contra la iglesia primitiva se arraigaban en una característica que los definía – una adhesión firme al sistema de creencias colectivo conocido hoy como «paganismo».
Ahora que nos estamos acercando al final de una era en un mundo educado, muy sofisticado y tecnológico, experimentamos un retorno a esa premisa pagana del pasado que el sistema de creencias donde todo el mundo puede estar en lo cierto. La sociedad cada vez más no tolera valores absolutos sean morales o espirituales.
De hecho, la reacción del sociedad cuando se proclama la moralidad es a menudo tan adversa que muchos pastores hoy en día no se atreven a tomar posiciones decididas en lo que a moralidad se refiere a pesar de que estas verdades están claramente establecidas en la Palabra de Dios. En lugar de responder a las preguntas morales de envergadura las esquivan para evitar el conflicto.
Esto es precisamente hacían en Pérgamo los líderes errados a quienes Cristo llama nicolaítas. Tenían una doctrina de auto-protección y acomodaban la cultura pagana que les rodeaba a la congregación de Pérgamo.
Ante ello, es posible que algunos pastores y líderes espirituales en esa ciudad decidieron «tomar posición» y predicar el Evangelio en su forma más pura, sin adulteraciones y a ellos se les etiquetó de ser promotores de odio y de ser intolerantes.
Los primeros creyentes sufrieron la intimidación, el ridículo, el encarcelamiento e incluso la muerte por negarse a cumplir con el mundo pagano pluralista que les rodeaba. Las fuerzas religiosas, sociales, culturales y políticas de la ciudad ejercieron una enorme presión para obligarles a modificar su mensaje para abarcar una visión más moderada que les haría compatibles con el espíritu de la época. Aunque algunos de estos creyentes cedieron ante esta presión, muchos resistieron tenazmente esta coerción y se aferraron a su fe.
En nuestro tiempo y en los tiempos que vendrán habrá un remanente de creyentes que no cederá a las presiones de la sociedad. Aunque en los primeros siglos de la Iglesia muchos colapsaron por el peso de estas fuerzas externas, otros tantos no sucumbieron y prefirieron sufrir en vez de comprometer lo que creían.
Dios siempre ha tenido su remanente que no cede a presiones externas, y en estos tiempos Él vuelve a tener ese remanente. Aquellos que no comprometan su fe en Jesucristo experimentarán niveles del poder de Dios hasta ahora desconocidos como resultado de su compromiso a la Verdad.
Independientemente de las presiones gubernamentales y sociales que trataron de influir en los primeros creyentes contra su compromiso con Jesucristo y Su Señorío, la mayoría de ellos se mantuvo firme en el nombre de Jesús. Se negaron a ser engañados en el abanico en el que Jesús otra opción más en un mar de posibilidades. El mundo pudo haber sido pluralista en lo que a religión se refiere, pero la iglesia no lo fue. Aunque la sociedad vio a los cristianos como hombres simplones de mente estrecha; los primeros creyentes sabían que la Salvación se encuentra solamente en Jesucristo. Se negaron a rendirse a las presiones de su cultura y la época.