Expresiones corporales y la adoración (Parte 4)
Hemos estado examinando la práctica de la adoración con la expresividad de nuestros cuerpos cuando nos acercamos a Dios. Llegamos al punto en el cual nos podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo ejercitar esto en una iglesia local donde se congregan personas de distintas experiencias, diversa madurez y distintas percepciones de lo que significa adorar a Dios?
Recientemente, fui invitado a discutir esto en un seminario donde se estudia para el pastorado y donde los participantes podían exponer sus puntos de vista. Durante la sesión de preguntas y respuestas uno de los estudiantes, Mark Alderton, aportó sus puntos de vistas que me han ayudado muchísimo. Creo que es beneficioso para esta columna y por eso le he pedido permiso para compartirlo.
¿Cómo puede un pastor o un líder de una iglesia navegar con prudencia en las tormentosas aguas de expresión física durante la adoración?
Ha dado cuatro directrices.
1. Predicando la magnificencia de los atributos de Dios, centrándose en el Evangelio, de tal modo que los fieles puedan expresar sus sentimientos a Dios.
Cualquier charla que se base en la expresividad física cuando adoramos debe comenzar dándole al mismo Dios la gloria. En la actualidad muchas de nuestras predicaciones y en nuestra música apenas hemos rozado la superficie de la magnificencia y del esplendor de Dios. Animar a las personas para «canten con emoción» o que le den «aplauso más fuerte para Jesús» enfoca la atención más sobre nuestras acciones que en la misma la grandeza de Aquel que adoramos.
Necesitamos menos exhortaciones a poner más energía, y estar más informados teológicamente en relación a descubrir la naturaleza de Dios, su carácter y sus hazañas salvíficas. Necesitamos más líderes de adoración que sean capaces de exponer con pasión la gloria del Evangelio que nos revela la santidad de Dios, Su justicia, Su amor, Su misericordia y Su poder.
2. Enseñe a la importancia de la expresión corporal en la adoración con las exhortaciones y los ejemplos de la Escritura.
Como hemos visto en esta serie, expresar nuestro amor por Dios a través de acciones físicas es natural y es bíblico, además es algo mandado por Dios. Pablo nos exhorta para que por la misericordia de Dios presentemos «nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». Si bien nuestro culto como respuesta física va más allá de cuando nos reunimos como un Cuerpo, es fundamental que no descuidemos la importancia de esas expresividades cuando nos reunimos.
Nuestros motivos para que se practique esta expresividad debe basarse en las Escrituras en lugar de nuestras preferencias o nuestra personalidad. Extrovertidos e introvertidos, jóvenes y viejos, los intelectuales y deportistas están llamados a adorar a Dios de todo corazón en tal forma que se exprese valor supremo a Su dignidad.
3. Enseñe también que la auténtica adoración nace de un corazón dedicado a Dios, que las expresiones corporales pueden ser vistas por los demás, pero a Dios no se le engaña.
Aunque hagamos hincapié en la importancia de las expresiones, no queremos dar el mensaje que las mismas de por sí son agradables para Dios. Si no existe una actitud de corazón hacia Dios, nuestros aplausos, danzas, o postraciones en el suelo pueden ser un obstáculo para el verdadero culto, e incluso peor pues pueden ser una ofensa a Su gloria.
4. Insista en este tópico para que en la medida que se ejercita la expresividad corporal no se ofenda parte de la congregación con el fin de lograr que «los pensamientos adecuados que se produzcan en nuestras cabezas guíen el afecto de nuestro corazón para que nos motiven a que respondamos adecuadamente con nuestro cuerpo». (John Piper)
Al fin y al cabo, nuestro centro no somos nosotros mismos ni los demás sino Dios mismo. Esta perspectiva se aplica a quien adora con su danza de distrayendo a otros, como a la persona que no expresa ningún sentimiento y que asume una actitud de frialdad mientras la mayoría de la congregación cae ante la extravagante manifestación de Dios por su obra en la Cruz.
Sea cual sea nuestro el punto en nuestra vida cristiana en que nos encontremos en relación a nuestra expresividad hacia Dios, mi oración es que no nos centremos en la físico sino en Aquel que es digno de nuestro mayor y puro afecto.
Con esto cierro esta serie, y espero volver ansiosamente escribir el próximo artículo de esta columna para que juntos descubramos la importancia de nuestra adoración hacia Dios.
Para su Gloria
Bob