Las pruebas indubitables es el segundo mensaje de la serie: Los Poderes de la Iglesia. El segundo poder es el de la resurrección y esta basado en Hechos.
Hechos 1:1-14
Se dice que algunos huesos de uno de los dedos de Buda fueron enviados como regalo al emperador de China durante la dinastía Tang. Más tarde fueron olvidados y luego encontrados en 1981.El hallazgo fue una sensación para los budistas de todas partes, y ahora muchos budistas visitan los huesos. Bueno, el asunto es que si alguien afirma haber encontrado un dedo que pertenece a Cristo, ningún cristiano le creería porque nuestra fe se basa en el hecho de que no hay ningún dedo que encontrar: Cristo resucitó de entre los muertos.
Lucas, quien trabajó diligentemente para poner en orden las cosas dichas respecto a Cristo, desde su nacimiento hasta su ascensión a los cielos, escribió dos libros, y en el segundo habló de las “pruebas indubitables” respecto a la resurrección de Cristo (Hechos 1:3). ¿Qué es una prueba indubitable? Se define como “pruebas que dan un resultado que no deja lugar a dudas, que es incuestionable y totalmente seguro”.
Es un hecho comprobado por el tacto, por la vista y por la historia. Cuando hablamos de la resurrección de Cristo, hay pruebas indubitables, porque de igual manera, hubo testigos que le tocaron, le vieron y la historia de la iglesia respecto a su crecimiento, tiene su razón de en la resurrección. La resurrección de Cristo es otro de los grandes poderes de la iglesia de ayer y lo es de hoy. Pablo dijo que si Cristo no resucitó “vana es nuestra fe” (1 Corintios 15:14).
Nos reunimos el primer día de la semana (el domingo), porque ese fue el día cuando Cristo se levantó de los muertos, y es ese día cuando anunciamos que él vive y reina con poder para transformar al hombre de su condición de pecado. Las pruebas indubitables de la resurrección son nuestra más grande esperanza para nuestra salvación. Veamos cuáles son esas pruebas indubitables de la iglesia.
La prueba de presentarse vivo
Después de haber padecido, se presentó vivo
Hechos 1:3. En Lucas 24:5 los ángeles les preguntaron a aquellas nobles mujeres “¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. Los muertos yacen en un sepulcro. Como Jesús había muerto fue natural ir al lugar donde le habían puesto para prepararlo según la costumbre judía. Los seguidores de Jesús fueron los únicos que supieron de alguien muerto salido de la tumba vivo. Lo buscaron entre los muertos, pero no lo encontraron porque la tumba estaba vacía.
Él ya estaba afuera cuando le buscaron con pruebas indubitables de su inconfundible voz cuando llamó a María por su nombre y esta le respondió ¡Raboni! o Maestro. Lo encontraron vivo porque esta fue la profecía del Salmos 16:10, donde anticipadamente declaraba que su santo no vería corrupción. Estuvo tres días en la tumba, pero los gusanos no se acercaron a su cuerpo, ni tampoco percibió el olor apestoso del cual Lázaro sí fue objeto porque tenía ya cuatro días muerto.
Mis hermanos, nuestro cuerpo si verá corrupción, porque polvo somos polvo y al polvo volveremos. Sin embargo, Jesucristo es el primer ser vivo después de haber pacido la muerte. La muerte no pudo destruirle, porque él mismo la destruyó.
La prueba tangible de que hay otra vida más allá de esta
Lucas 23:43. Jesús le dijo al ladrón en la cruz “de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Qué bueno es saber que nuestro Señor fue a ese lugar llamado “paraíso” después de muerto y el tercer día estuvo de regresó. Mis amados, ¿no es maravilloso saber que hay otro estado para la vida humana, por cuanto Jesús ha estado en él, y ha regresado otra vez de allí? Y si bien él nos volvió a dejar, el hecho de haber estado con sus discípulos durante cuarenta días, después de resucitado, nos da la garantía que él volverá otra vez “como lo habéis visto ir al cielo”.
Lucas nos dice que se presentó vivo “con pruebas indubitables”. En los cuentos de camino, lo que uno oye a la gente es que le salió un muerto, y aunque eso es mentira, nosotros sabemos ahora del único muerto saliendo vivo. Él no fue un fantasma. Sus pruebas indubitables le llevaron a decirle al incrédulo Tomás “Palpad, y ved”; “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado.” ¿Quién que no esté vivo podía pedir esto? La resurrección de Cristo demostró su inocencia de todo pecado; por eso la muerte no pudo detenerlo. Jesús se presentó vivo y ahora es nuestra garantía de triunfo.
La prueba de los testigos que lo vieron
Los apóstoles que había escogido
Hechos 1:2. Si bien Jesús se les apareció a muchas personas de acuerdo con el testimonio de Pablo, primeramente, se les apareció a sus discípulos. No se mostró a todos, sino a aquellos que pudieron ver el milagro de su cuerpo nuevo y el cumplimiento de su palabra. La resurrección de Cristo tuvo muchos testigos, pero ninguno como sus discípulos.
Antes que esto sucediera, todos ellos estaban dispersos y atemorizados, pero ahora están unidos por la resurrección de su Maestro. La esperanza que se había perdido, y los había llevado a una tremenda desilusión hasta el punto de regresar otra vez a su antigua vida, ahora van a descender a Jerusalén para reunirse con sus hermanos, bajo la más grande motivación de gozo y bajo el más estricto sentido de obediencia, por cuanto el Señor resucitado les ha prometido la llegada del otro Consolador.
Con los apóstoles nació la iglesia, llegando su número a 120 de acuerdo con el conteo de Lucas (v. 15); pero su nacimiento tuvo mucho que ver con el poder de la resurrección. Los apóstoles fueron receptores de ese poder, y eso los hizo intrépidos en contraste con sus temores anteriores. Ciertamente fue la resurrección lo que trajo la transformación en los discípulos.
Su aparición a más de quinientos hermanos
1 Corintios 15:6. Pablo no aparece entre los primeros doce discípulos, pero fue escogido después como “un abortivo”, de acuerdo con su propio testimonio (1 Corintios 15:8). No sabemos si Pablo estuvo presente en la crucifixión, porque él era un fariseo y muchos de ellos estuvieron allí, pero sí fue testigo de la resurrección. Jesús se le apareció en el camino a Damasco y a partir de entonces fue un testigo poderoso de la resurrección de Cristo.
Nadie como él para haber interpretado el significado de la resurrección a su vida y su ministerio. Él supo que el Señor se le apareció primero a Pedro, después a los 12 (cuando Matías fue escogido), y después se les apareció a unos quinientos hermanos. ¿Cuál fue el propósito de Pablo al mencionar esto? Mostrarnos las pruebas indubitables del poderoso Cristo resucitado. Pedro, hablando de la resurrección de Cristo como la esperanza viva que todos tenemos, nos dejó este extraordinario texto de 1 Pedro 1:3-5. Y Pablo, quien quedó ciego después de la aparición de Cristo, dijo que el Padre ha establecido un día para juzgar a los hombres “habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos” (Hechos 17:30-31).
La prueba de los cuarenta días apareciéndose
La aparición durante los cuarenta días
Hechos 1:3b. El número cuarenta en la Biblia sigue siendo muy significativo. En el Antiguo Testamento, la lluvia del diluvio duró cuarenta días con lo cual la tierra fue inundada y destruida, esa fue la prueba del juicio de Dios. Moisés duró cuarenta días en el monte del Sinaí recibiendo la ley de Dios, eso probó el compromiso de Dios con su pueblo.
En el Nuevo Testamento, el ejemplo de los cuarenta días lo inició el Señor cuando fue llevado al desierto para ser tentado, eso probó la humanidad de Jesús y su compromiso con los hombres. Ahora Lucas nos habla de los cuarenta días de aparición del Señor después de su muerte, la prueba indubitable de que él está vivo.
De acuerdo con el estudio de los evangelios, y lo escrito por Pablo, Jesús se apareció unas catorce veces después de su resurrección y esto fue un tiempo suficiente para demostrar a sus discípulos y al mundo de su tiempo la verdad incuestionable que él vive, y, por lo tanto, debemos tener la confianza y la seguridad que todo lo dicho por él ha sido cierto y su evangelio debe seguir siendo proclamado. Jesús pudo haber ascendido al cielo al siguiente día de su resurrección, pero duró cuarenta días para disipar las dudas respecto a un cuerpo robado.
La conversación acerca del reino de Dios
Hechos 1:3c. La conversación con los discípulos durante ese tiempo no fue registrada. No sabemos los temas de cuáles cosas Jesús y sus discípulos hablaron. Sin embargo, lo revelado por el texto es que Jesús, hasta el día cuando fue recibido arriba por la intervención del Espíritu Santo, dio instrucciones a los apóstoles sobre qué hacer en su ausencia. Les habló acerca del reino de Dios, ¿sabe usted lo que significa eso?
Pudo hablarles de ese reino venidero, del cual él iba a prepararles un lugar para ellos también. Pudo hablarles del reino milenial del cual Juan hace referencia en su Apocalipsis 20. Pero, personalmente creo que Jesús les habló del reino de Dios inaugurado por él mismo al comienzo de su ministerio. ¿No fueron acaso sus primeras palabras “arrepentíos y convertíos porque el reino de los cielos se ha acercado?”. Ya ellos habían recibido la gran comisión, pero ahora Jesús necesitaba hablarles acerca de la importancia de la extensión de ese reino de los cielos.
La promesa de la llegada del otro Consolador apuntaba a eso, pues ellos deberían ser testigos, comenzando desde Jerusalén hasta lo último de la tierra. Ellos hablarían de su Cristo resucitado como la esencia de ese reino.
La prueba del nacimiento de la iglesia
Jesús dejó la orden de la gran comisión universal de acuerdo con Mateo 28:18-20, pero también dejo una comisión específica en Hechos 1:8, cuyo propósito principal era la evangelización mundial. Esta debería ser la tarea por excelencia de la iglesia en su comienzo. Y en la manera cómo esa iglesia naciente entendió la tarea, la obra de Jesús lograría su éxito.
Pero antes que todo eso ocurriera, Jesús le dio otra orden a los discípulos para que se cumpliera la primera: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén”. ¿Por qué deberían cumplir esta orden antes de la Gran Comisión? Porque de esa reunión con los 120 en el aposento alto dependía el resto del programa de Jesús. Si ellos fallaban, su sacrificio sería en vano. Con la iglesia reunida comenzaba su nacimiento sobre la base de alguien que está vivo, que se levantó con pruebas indubitables.
El poder de la resurrección de Cristo dio origen a la iglesia de la cual venimos nosotros. Desde entonces, y hasta ahora, su reunión el primer día de la semana (domingo) se constituye en nuestro más grande gozo, el mismo de los discípulos cuando descendieron a Jerusalén después de la ascensión de Cristo. Pero esa prueba indubitable es nuestra garantía de nuestra propia resurrección también. Esa es nuestra esperanza de gloria.
Ilustración: John Quincy Adams fue el sexto presidente americano (marzo 4, 1825 – marzo 4, 1829); cuando tenía ochenta años, un amigo dijo: «¿Cómo está John Quincy Adams?». Él respondió: “El propio John Quincy Adams está muy bien, gracias; pero la casa en la que vive está lamentablemente en ruinas. Se tambalea sobre sus cimientos. Las paredes están muy destrozadas y el techo desgastado. El edificio tiembla con cada viento. Y creo que John Quincy Adams tendrá que dejarlo pronto. Pero él mismo está muy bien.
Cuando alguien deja el “edificio” viejo y se va a la presencia del Señor, se va con la garantía que un día descenderá con Cristo para tener su nueva casa. La resurrección de Cristo es nuestra mayor garantía que también nosotros resucitaremos con un cuerpo como el suyo. ¡Bendita esperanza!
Las pruebas indubitables
Algunos ateos ponen en duda la resurrección, pero tenemos las pruebas indubitables de Cristo al presentarse vivo a sus discípulos, con testigos viéndole durante cuarenta días. Y la prueba más grande de la resurrección es la de una iglesia celebrando con gozo a su Cristo vivo, domingo tras domingo. Mis amados, la mejor noticia que ha tenido el mundo llegó de un cementerio cerca de Jerusalén: ¡la tumba estaba vacía!
Sabía usted que las pirámides de Egipto son famosas porque contienen los cuerpos momificados de los antiguos faraones. La Abadía de Westminster en Londres es famosa porque en ella descansan los cuerpos de nobles ingleses. La tumba de Mahoma se destaca por el ataúd de piedra y los huesos que contiene. El Taj Majal fue construido como un monumento a la esposa de uno de los Shahs de la India. El cementerio de Arlington en Washington, DC, es venerado, ya que es el lugar de descanso de honor de muchos estadounidenses destacados. ¡La tumba del jardín de Jesús es famosa no por lo que hay dentro, sino porque está vacía! ¡Cristo vive! Él sustenta nuestra fe, esperanza y amor. ¿Ha sido usted transformado por su resurrección? ¿Vive Cristo en su corazón con el poder de su resurrección?
Estudios de la serie: El Poder de la Iglesia1: ¿Qué hace la oración unida?2: Las pruebas indubitables 3: El otro Consolador 4: El poder del testimonio |