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¡Que siga la fiesta!

(Juan 2:1-12)  

INTRODUCCIÓN: La pareja de esta historia estaba a punto de pasar una gran vergüenza. La fiesta se iba acabar por falta de vino y esto sería una gran desilusión para los novios. Pero Jesús se hizo presente para que no se detuviera el gozo. Una boda, en cualquier parte que se celebre, es una ocasión feliz. Pero la felicidad de una boda será mayor si el invitado de honor es el Señor Jesucristo. Bienaventuradas las parejas que invitan a Jesús a sus bodas. El bien conocido predicador del evangelio, el Dr. Adrian Rogers, hoy con el Señor, comentando este pasaje, ha dicho: “Jesús asistió tanto a bodas como a funerales, pero él nunca deshizo un festejo,  pero si deshizo funerales”. La personalidad de Jesús es fascinante. Él es el hombre del gozo. Su asistencia a esta boda lo puso de manifiesto.  Hay creyentes que le hacen una mala propaganda al evangelio con caras serias, sin una sonrisa. Nuestro Cristo es un Cristo gozoso, alegre, no es un aguafiestas. Con este pasaje nos introducimos a estudiar los milagros de Jesús. De hecho, este es su primer milagro, y lo hizo en una boda. Deberíamos acostumbrarnos a ver milagros, pero auténticos milagros. Esto es dicho en atención a que muchos milagros modernos no tienen el sello de la  autenticidad.  Para Juan,  los milagros de Jesús estuvieron  relacionados con “señales”. De hecho habla de siete “señales” que deben ser consideradas una por una.  ¿Por qué? Porque los milagros tienen implícita la idea de un mensaje que debe ser conocido. Un milagro que no es una señal es un fin en sí mismo. Juan nos va a decir al final de su libro que Jesús hizo mucho más señales que las que aquí aparecen, tanto así que si se hubieran registrado todas, no cabrían los libros en el mundo. Pero  la razón por las que estas aparecen aquí es para que “creáis en el nombre del Hijo de Dios’’ (Juan 20:30, 31).Los milagros no tendrían sentido si no  llevan a creer en Jesús. Así que el milagro más grande del mundo es una vida  transforma  en abundancia de gozo. El primer milagro de Jesús fue para no detener la fiesta. Pues, ¡que no se detenga!    

I. JESÚS  VINO PARA TRANSFORMAR LA DESILUSIÓN EN GOZO  

1. Jesús es amigo de todos v. 1. Es una gran bendición saber que Jesús ama a toda persona por igual. Él nunca ha hecho acepción de personas. ¿Quién sabe cómo se llamaban aquellos novios? ¡Nadie! Y tampoco interesa. Sin embargo, lo que sí es extraordinario es ver cómo el creador del universo, aquel cuya gloria es excelsa e infinita, interesarse en los pequeños detalles de una boda. Si no lo sabía, Jesús se interesa de las cosas triviales que usted menos piensa. Él está interesado todos los días de su vida y en todas sus circunstancias. Aquella pareja iba a pasar por una gran desilusión si escaseaba el vino. Así que Jesús convierte en un deleite lo que puede llegar a ser un desastre. Hermanos, Jesús quiere ser parte de nuestra cotidianidad. No piense que él está tan ocupado atendiendo tantos “clientes” que se le olvidó de su caso. Usted es una pieza de mucho valor en el gran tesoro de su reino. Nadie escapa al alcance de su amor y al poder de dominio para obrar en cada necesidad. Lo que para el mundo no tiene mucho valor, ni significado, es  lo que el Señor toma más en cuenta y le dedica más cuidado. El Señor se mueve en medio de sus quehaceres, de sus negocios, de sus estudios, de sus diversiones. Él quiere transformar cualquier desilusión en gozo. Esta pareja sin nombre representa a todos nosotros. Tú vales mucho para él.  

2. Él suple en cada frustración nuestra. Me encanta la escena después que  Jesús resucitó. Los afligidos y apesadumbrados discípulos habían retornado a su antiguo oficio de pescadores. La desilusión se había apoderado de ellos al pensar que Jesucristo ya no estaría más con ellos. De modo que regresaron otra vez al mar, y habiendo pescado toda la noche, no habían agarrado nada (Jn. 21:3). Pero cuando llegaron a la playa se encontraron con tres sorpresas. La primera fue el ver a Jesús resucitado. ¡Imagínese el encuentro! En segundo lugar se encontraron con un pescado asado en la orilla. ¿Sabe usted el hambre que produce el pescar toda una noche? Yo tengo que pensar que aquel fue el más exquisito desayuno que los discípulos habían comido. Y en tercer lugar, la pesca que hicieron en la misma orilla. Todo esto para decir que  Jesús se interesa en los detalles de su vida. Él sabe de tus carencias, incluyendo las físicas. Con razón dijo el salmista: “No he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan”.  La presente pareja siguió con su fiesta. Jesús se hace presente en tu vida para que no se detenga tu gozo.  

II. JESÚS VINO PARA TRANSFORMAR LA TRADICIÓN  EN LIBERTAD  

1. El simbolismo del vino v. 3. En la forma cómo Jesús va a suplir la escasez del vino, encontramos un simbolismo del gozo. El salmo 104:15 nos habla del vino que alegra el corazón del hombre. Por supuesto que aquí no se habla del vino embriagador. A la presente pareja se le acabó pronto el vino. Algunos creen que la llegada de  Jesús con sus discípulos hizo que aumentaran los consumidores, por lo tanto esto dio lugar a las tinajas.  ¿Cuál es el simbolismo de las tinajas? Primero, el número seis es número de hombre,  hechas de la tierra. Por lo tanto, así como el hombre proviene del polvo de la tierra, estas seis tinajas ilustran la humanidad. Las tinajas estaban allí para purificación. Marcos 7:1-3 nos muestra la forma cómo Jesús enfrentó la tradición  de la purificación. Los judíos que guardaban estos ritos no lo hacían por higiene, sino por ceremonias. Las tinajas representa la religión tradicional en la gente. Representan al hombre con religión, pero sin su realidad. Representan una tradición sin gozo. A mucha gente le interesa más guardar su tradición, representada en estas seis tinajas, que disfrutar del gozo que representa el vino que Dios puede sacar de ella. La tradición es el peor obstáculo a los milagros del cielo.  

2. El simbolismo de las tinajas llenas v. 6. ¿Por qué a los sirvientes se les ordenó llenar las tinajas hasta el tope? ¿Fue eso dicho por casualidad? ¡No! La única forma de llenar las tinajas con semejante cantidad de agua, y hasta esa capacidad, tenía que ser tomada de algún pozo. Esa fue el  agua que Jesús convirtió en vino.  Jesús todo lo hace nuevo.  Él es el pozo del agua viva que trae vida y gozo. Vea este detalle. El vino que tenían los novios era de una calidad inferior y de una cantidad limitada. Jesús transforma la escasez en abundancia. Se estima que en cada tinaja cabían 120 litros, por lo tanto en las seis habría unos 720 litros. ¡Una enorme cantidad de vino! El vino nuevo representa la abundancia y la libertad.  En aquella boda hubo vino ilimitado. Y es que donde Jesús está hay abundancia. Fue él mismo quien dijo: “Yo he venido para que tengan viva, y para que la tengan en  abundancia”. ¿Se acuerdan cuando el Señor alimentó a la multitud de los cinco mil? Se nos dice que al final recogieron doce cestas de pan. Jesús todo lo hace completo y en abundancia. Él no solo nos perdona de todos nuestros pecados, sino que nos dota de una vida abundante. Observe lo que dice Efesios 3:20. ¿Qué otra verdad se esconde detrás de esto? Que nuestra vida antes de conocer a Cristo está llena de ritualismo y de tradición. Pero cuando Cristo viene, y nos llena, entonces toma esta vasija de barro y la llena de tal manera que queda rebosando de gozo. El mayor milagro del mundo es una vida transformada. No dejemos que la tradición interrumpa el gozo del Espíritu, la fiesta del alma.    

III. JESÚS VINO PARA TRANSFORMAR LO ORDINARIO EN EXTRAORDINARIO  

1. El mandamiento de María v. 5. Todo milagro comienza  al hacer  lo que Jesús diga. Si usted no lo sabía, María ha dejado el más grande mandamiento que todos deberíamos cumplir, eso es: “Haced todo lo que él os dijere”. El secreto de un milagro tiene que ver con la obediencia.  La obediencia bendice a otros. Los  siervos hicieron exactamente lo que Jesús les dijo y por esa acción todos en la fiesta fueron bendecidos. ¿Sabía usted que su obediencia puede llegar a ser la causa del gozo de muchos? Pero también su desobediencia puede ser la tristeza de otros. En esta historia, Jesús pudo producir el milagro con tan solo una orden. Pudo decir: “Sea el vino”, como dijo “sea la luz”, y el vino se hubiera hecho. Pero el Señor está interesado en usar nuestras manos en la producción del milagro. Si fuéramos más diligentes en cumplir con el mandamiento de María, cuántos milagros estuviéramos viendo en nuestras vidas. La obediencia cotidiana nos hará ser testigos de insospechados milagros. Acostumbrémonos a ver milagros en nuestras vidas. No tienen que ser como cuando Moisés abrió el mar rojo, o cuando Josué ordenó que el sol se detuviera en Gabaón. Hay milagros sencillos, y no por eso dejan de ser milagros. Una vida transformada será siempre un gran milagro.  

2. Jesús es el único que transforma. Alguien sabiamente ha dicho: “La naturaleza nos forma, el pecado nos deforma, la educación nos informa, las penitenciarías nos reforman, pero solo Jesucristo nos transforma”.  Él es un transformador de vidas humanas. A Simón lo transformó en el gran Pedro del Pentecostés. Y ¿qué decir del mismo Juan? Aquel, a quien llamaban  “hijo del trueno”, porque así era su carácter, transformado en el “apóstol del amor”. Para que esto sucediera, ellos tuvieron que creer en él v. 11. Es interesante que en este mismo milagro los discípulos creyeran en Jesús, pues tenían solo el testimonio de Juan. No se nos dice más nada del resto de la gente. No se nos dice qué pasó con los novios. No se nos dice qué pasó con los demás invitados, pero lo que si estamos seguros es que ese milagro transformó a mucha gente. Allí no solo se transformó el agua en vino, sino lo ordinario en sobrenatural. Pero allí también sucedió algo extraordinario, y fue que Jesús manifestó su gloria. ¿Cuál es la importancia de este milagro? Decirnos que no hay nada imposible para Dios.  

IV. JESUS VINO PARA TRANSFORMAR LO COTIDIANO EN PROFÉTICO  

En esta historia se esconde una figura profética. Cuando el maestresala probó  el agua hecha vino, llamó al novio y le hizo un “reclamo” que no entendía: “Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora” v. 11. ¿Qué estaba revelando el encargado de la boda cuando dijo esto? Por un lado, que  Jesús  dará siempre lo mejor final. Satanás se lo dará primero. Mucha gente vive ahora como si esta vida fuera lo único que existiera. Lo primero para muchos es la comodidad, los intereses, los negocios, los placeres. No hay tiempo para pensar dónde pasarán la eternidad. No está en su agenda tal cosa como hacer los arreglos para una vida eterna en los cielos. Es más, para algunos esto no es más que un cuento teológico en el que se ocupan los que no tienen otra cosa que hacer. Pero la verdad es que Jesús tiene reservado lo mejor para el final. ¿Qué significa esto? La boda a la que Jesús asistió es una figura del gozo de lo que ciertamente será la “Boda Mayor”. El Señor ha preparado el mejor vino para el final de la gran fiesta.  Los invitados a esa boda serán todos aquellos que fueron redimidos por la sangre del cordero. Estamos hablando de las “Bodas del Cordero” de acuerdo a  Apocalipsis 19: 7-8. En las bodas del Edén,  Dios fue el “oficiante”.   En esta segunda boda él fue el “invitado de honor”. Pero en la tercera boda, él será “el Novio” que recibe a su “Esposa”, la iglesia ataviada. Sin duda que esta será la fiesta más grande. Esa boda ocurrirá en el cielo, y los que entrarán a esa boda serán los que se hayan inscrito en el libro de la invitación (Apc. 20:11-15). ¿Tiene usted esa invitación?  

CONCLUSIÓN: La falta de vino en aquella boda era una señal que pronto se acabaría el gozo. La buena noticia fue que Cristo llegó a tiempo para que siguiera la fiesta. Esto es lo que hace Jesús al llegar a cada vida. La desilusión la torna en gozo. La tradición en libertad. Lo ordinario en extraordinario. Y sobre todo, convierte lo cotidiano como señal profética.  Jesucristo es el hacedor de milagros. Para él no hay nada imposible. Lo mismo le da transformar el agua en vino que transformar a un borracho en un hombre amable, dueño de sí mismo, y amado por su familia.  Él vino para cambiar tu tristeza en gozo, tu luto en danza, tu vida vacía en abundancia. Invítalo a tu corazón hoy y comienza con él la fiesta de tu alma. Si a tu vida le falta el “vino del gozo”, acepta el mandamiento de María: “Haced todo lo que él os dijere”.

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