Icono del sitio entreCristianos

Espada Islámica persigue a profesores en Egipto

Persecucion cristiana en EgitoHace algunas semanas que los pupitres egipcios quedaron vacíos. El final del curso escolar no ha detenido, en cambio, el goteo de maestros que se enfrentan a la vaga y rentable acusación de blasfemia, un delito penado con hasta cinco años de prisión. En las aulas del país más poblado del mundo árabe, las denuncias por difamar la religión protagonizan un alarmante ascenso.

Su última víctima es Demiana Abdelnur, una maestra de 23 años. La corte penal de Luxor, en el sur de Egipto, le impuso este martes una multa de 100.000 libras egipcias (más de 14000 US$) por insultar al islam y al profeta Mahoma. La suma de dinero resulta desorbitada, inalcanzable para cualquier funcionario con salarios mensuales que no exceden los ciento treinta dólares.

El calvario de Demiana comenzó el pasado abril cuando los padres de tres alumnos la denunciaron por -según el testimonio de los escolares- blasfemar contra el islam y hacer proselitismo cristiano en clase. La familia de la joven sostiene que la acusación es una patraña fabricada por los salafistas (rigoristas musulmanes).
Investigación interna

Demiana, que recurrirá el abultado fallo, fue detenida a principios de mayo y puesta en libertad diez días después tras abonar una fianza de 20.000 libras (unos 2.200 euros). Según la asociación para la Libertad de Pensamiento y Expresión, la investigación interna del colegio reveló que la mayoría de los estudiantes consideraba que la maestra no había cometido blasfemia.

El delito es un arma útil para hostigar y aplastar al enemigo. El artículo 98 del actual Código Penal egipcio -enmendado en 2006 y usado para perseguir a opositores, cristianos y librepensadores durante la dictadura- establece entre seis meses y cinco años de prisión para quienes difundan «por escrito o cualquier otro medio, ideas extremas con el fin de incitar a la lucha, burlarse e insultar una religión o dañar la unidad nacional».

Sin embargo, Demiana no es el único profesional de la enseñanza que ha sufrido en carne propia la ‘guillotina’ de la blasfemia. El pasado septiembre Bishoi Kamel, un maestro también cristiano del Alto Egipto, fue condenado a seis años de cárcel por publicar unas caricaturas. El tribunal se cebó: le impuso tres años por difamar al profeta; otros dos años por insultar al presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, y 12 meses por ofender al abogado que presentó la demanda judicial.
‘Es sencillamente vergonzoso’

«Arremeter contra las personas mediante cargos penales que acarrean cuantiosas multas y, en la mayoría de los casos, penas de cárcel por decir lo que se piensa o profesar un credo diferente es sencillamente vergonzoso», señala Phillip Luther, director de Amnistía Internacional en Oriente Próximo y Norte de África. La acusación de blasfemia -agrega- «no debe usarse como excusa para atropellar el derecho de las personas a la libertad de expresión y conciencia».

Con el mal presagio del final de Demiana, hay otros compañeros de profesión que esperan el inicio de su proceso. Mustafa Hasan, empleado en una escuela del sur del país, se sienta en el banquillo el próximo 25 de junio por acusaciones de blasfemia a la religión. En la ciudad mediterránea de Alejandría, un maestro musulmán debe rendir cuentas por «insultar al presidente». El sindicato local de profesores, controlado por los Hermanos Musulmanes, le acusa de agraviar veladamente al jefe del Estado al escribir en uno de sus exámenes: «En el reino animal, un borrego no puede ser el rey».

Los maestros se unen al listado de víctimas habituales en el que figuran abogados, periodistas, blogueros o representantes de la minoría cristiana copta. El pasado 1 de junio un letrado cristiano fue condenado a un año de cárcel y una multa de 10.000 libras (1.100 euros) por mofarse del Corán. El pasado octubre dos niños coptos de nueve y 10 años fueron detenidos por presuntamente despedazar y orinarse en una copia del libro sagrado musulmán. El caso fue cerrado poco después. El joven Albert Saber, ateo de familia cristiana, sufrió a finales de 2012 el episodio más dramático. Fue condenado a tres años de prisión por hacer apología del ateísmo, ofender a las religiones e insultar a los profetas. Huyó del país antes de que se hiciera público el recurso presentada contra el veredicto.

Salir de la versión móvil