Es ese silencio que nos confunde,
Ese silencio que no acaba …
Esa mudez que enerva el corazón,
Y que envenena el alma …
Ese silencio inescrutable,
Ese silencio que desgarra;
Contra el que luchas y al fin
Te sientes derrotada …
Cuánto diera por oír su voz
A través de esta bóveda intacta
Que me aleja y me pierde,
Que me vence y espanta …
Cuánto diera por ver su luz
Cual rayo que sobresalta,
Desgarrando las nubes,
Iluminando mi estancia …
Sentir que siento, y Él siente,
Que ve todas mis lágrimas,
Que no es ajeno a mi dolor,
Que entiende mis palabras.
Que puedo hablar, y escucha,
Que no apartará su mirada …
Sentir que Él siente real
La agonía de mi alma …
Mas, es este silencio extraño
El que me aterra y gana,
Este silencio que no termina,
Esta noche que no acaba,
Entre sentimientos de culpa
E interrogantes que me cansan,
Entre síes y nones,
Idas, regresos y paradas,
Intentos, deseos y propósitos
Que al fin siempre fallan.
Emociones y sensaciones
Que mueren en la nada …
Cuánto diera por ver tus ojos
Clavados en mi cara,
Y sentir tus manos firmes
Tomando las mías con calma;
Escuchar tu voz suave
Acariciando mi alma,
Descubrirte a mi lado
Sentado en mi barca,
Mientras cesan los vientos
Y las tormentas callan,
Y las aguas se aquietan
Dando paso a una bonanza …
¡Dios! Porqué te siento fuera
De mi ser y de mi casa,
Tan lejos de mis gemidos,
Tan indiferente a mi causa …
Oh, devuélveme la cordura,
Regrésame la paz robada,
Aquella que un día tuviera
En la quietud de tu mirada.
Regrésame las convicciones,
La pasión que me llenaba,
La dirección que no encuentro
Y la luz que me alumbraba …
Cumple tus propósitos,
Aquellos que yo apartara.
Haz tu voluntad perfecta,
Aunque yo no entienda nada.
A pesar de mí, oh Dios,
Sin dilaciones ni trabas,
Haz tu voluntad en mí
En silencio, sin palabras …
Que nada tengo que entender,
Excepto que es amor la causa
Por la que haces todo esto,
Porque verdad es que Tú me amas.