El experto en himnología Eric Routley ha dicho que “Por las puertas que Watts había abierto, las pasó Wesley con gozo y que el campo que plantó Watt fue cosechado por Wesley” Estas puertas y campos que describe Routley son la plenitud de la expresión del canto congregacional en la Iglesia. El efecto de los cantos Carlos Wesley aún se siente hoy día. Una de las razones por las que la influencia de Wesley continua en nuestros días es la sorprendente cantidad de cantos que produjo. Desde su conversión en 1738 hasta su muerte (50 años más tarde) hizo en promedio de 3 himnos por semana — más de 6500 en total. Entre ellos se encuentran “Oid Un Son en Alta Esfera”, “Cariñoso Salvador” y “Amor Divino, que Excede todo Amor”.
Los himnos de Carlos son un legado de teología bíblica y de sana doctrina. Su hermano Juan, fue uno de los predicadores más notables de toda la historia. Veía al “mundo como si fuese su parroquia”. Usualmente ministraba a aquellos no tan atendidos por la iglesia tradicional, los de clase baja con poca educación y a analfabetos. Ambos hermanos veían el canto como una herramienta poderosísima para penetrar los corazones de sus oyentes con las doctrinas que predicaban. En el libro “Jubilate II”, Donald Hustad dice que “Los himnos de Carlos Wesley son un copendio de teología metodista que cubre todo aspecto de la experiencia espiritual cristiana.”
Ese énfasis en la experiencia espiritual es otra de las razones por las que los himnos de Wesley mantienen su popularidad. Antes del siglo XVIII la mayoria de los himnos eran una réplica objetiva de las verdades de las Escrituras. El efecto que se supone que dichas verdades debían impactar en las emociones de quienes las cantaban raramente se veía en escena. Sin embargo. tanto Juan como Carlos Wesley habían sido impactados por los moravianos que cantaban con mucha pasión y se enfocaban en aspectos más subjetivos de la fe cristiana. Esto inspiró a Carlos a acuñar cantos como “Jesús, Amante de mi Alma” que inicialmente Juan consideró como demasiado emocional para ser incluido en su himnario. A lo largo de su vida Carlos intentó acercar a los corazones los efectos presentes en la verdad de las escrituras. Sus cantos son hermosos ejemplos del celo evangélico que con frecuencia invita al pecador a responder a las verdades que se cantan.
Juan, el hermano de Carlos fue el editor de los 56 himnarios que se produjeron en 53 años. Situaciones dolorosas tuvo que enfrentar para asegurarse que los cantos fuesen ajustados a tonalidades específicas, lo cual no era una práctica usual en la Iglesia. Juan también observaba que las tonadas que sugería usualmente eran cantadas en forma adecuada. En la introducción a la colección de himnos de 1751, especificó la forma como debían ser cantados los himnos dando además sus tonalidades. Además de esto Juan aconsejaba la forma de cantar: “Cantad espiritualmente. Poned los ojose en Dios en cada una de las palabras que cantéis . Ayudaos en agradarle más que a vosotros mismos o que a cualquier criatura. Para lograrlo, poned atención a todo lo que canteis y mirad que vuestro corazón no sea llevado por el sonido sino que sea ofrecido a Dios continuamente”. ¡Menudo consejo apropiado para todas las generaciones!
Watts y Wesley dejaron una huella incalculable en el canto congregacional de la Iglesia. “Ellos se aseguraron… que la fe cristiana no sería expresada en toda su plenitud sin los cánticos” (Eric Routley). Ambos también dejaron una puerta abierta al papel de las emociones en la adoración cristiana congregacional, cosa que es de gran valor pero que no deja de tener riesgos. Espera una próxima entrega en la que examinaremos como las emociones sanas se pueden convertir fácilmente en emocionalismo.
Para Su Gloria
Bob
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