El devocional de hoy

Resístela

Lectura: Mateo 4:1-8

(Proverbios 6:27) ¿Puede un hombre poner fuego en su seno sin que arda su ropa?


Ronald Meredith escribió de una noche tranquila en los primeros días de la primavera durante su niñez. Se oyó el ruido de una bandada de gansos silvestres volando cerca de su casa. Para él, no había una vista como ver una masa de gansos volando de noche y pasando enfrente de una luna llena.

Su familia tenía unos gansos domesticados en un estanque la propiedad y al oír el clamor de los gansos salvajes se despertó su naturaleza y su deseo de volver a su ámbito natural. Recuerdos de la libertad de estar volando por los aires sin limitaciones tal como Dios los había creado a hacer se remolinaban en sus pechos. Ellos aleteaban enérgicamente en un esfuerzo inútil y frustrado de acompañar a sus semejantes y volar en el cielo pero nunca lograron a levantarse del agua. En realidad el asunto de su habilidad de volar se había terminado hace mucho tiempo porque el maíz que comían en abundancia cada mañana era demasiada tentación para resistir y estaban
excesivamente pesados para volar. Ahora su deseo de volar solamente los incomodaba.

Así es con nosotros. El precio de la tentación es la pérdida de habilidad de remontarnos con alas como las águilas. Pero ¿qué es lo que hace que la tentación, el gran espejismo, parezca tan irresistible? Para mí, una breve definición de la tentación es el pensamiento de que uno es un dios sobre si mismo; la ilusión de tener autoridad sobre su propio destino, elecciones y deseos sin consecuencias. Nos parece ser más fácil ser un dios que amar a Dios; es más fácil controlar a la gente que amar a la gente. Por esto creo también que la tentación siempre se ofrece como un sustituto fácil para el arduo trabajo, el verdadero amor, la dedicación y la fidelidad.

Entendemos claramente que cuando el enemigo tentó a Cristo era un ataque con el pleno intento de destruirle. No obstante, cuando viene a nosotros, por alguna razón creemos que nos esta ofreciendo algo de provecho. El adversario logró a convencer a Adán y Eva con la mentira de que Dios les estaba actuando egoístamente y estaba escondiendo algo bueno de ellos. Nuestro poder de resistir la tentación consiste en nuestra fe en Cristo sabiendo que él nos ama aún más que nosotros amamos a nosotros mismos. Debemos confiar en el hecho de que si Él nos ha dicho algo en su Palabra, lo ha dicho porque nos ama y desea nuestro eterno bienestar.

EL ENEMIGO TIENTA PARA ARRUINAR; DIOS LO PERMITE PARA CORONAR

(Santiago 1:12) Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.


Prince Parker

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